martes, 17 de agosto de 2021

Esquina Principal: el pasado de Caracas visto desde una esquina


La Esquina Principal, ubicada en el extremo noroeste de la Plaza Bolívar, es una de las más interesantes de Caracas. Tanto por estar rodeada de edificaciones icónicas en cuanto a su valor histórico, arquitectónico y cultural, como por los personajes que hicieron vida alrededor de ella en todas las épocas. 

La Esquina Principal en sus tiempos más remotos

El nombre de Principal proviene de un fortín, sede del Cuerpo Principal de Guardia para la defensa de la ciudad, que se ubicaba justamente donde hoy está el Teatro Principal. Según diferentes cronistas, éste era de dos pisos, alojándose en uno la oficialidad y en el otro los soldados. Pero siempre esta esquina fue conocida como la Esquina de la Cárcel, porque desde que nació Santiago de León de Caracas estuvo relacionada con prisiones.

En el primer plano de la ciudad, elaborado durante el mandato del gobernador Juan de Pimentel en 1578, aparecen claramente señalados la iglesia y el cabildo, no así el mencionado fuerte, por lo que es probable que el mismo se haya construido luego de que el pirata Amyas Preston incendiara la ciudad, lo cual sucedió en el año 1595. Por otra parte, es importante recordar que las Casas Capitulares, llamadas también Cabildos, servían de residencia a los gobernadores y además como lugar de reclusión para los que cometían delitos.


Estos presidios eran especialmente rudos, sobre todo si el penado no era de raza blanca. Señalan los cronistas que en los calabozos siempre solía haber un potro de castigo, grillos y un cepo, y la penalización, aparte de la ejecución, podía consistir en 500 latigazos o incluso la mutilación. Igualmente, narran que en el Terremoto de San Bernabé, ocurrido el 11 de junio de 1641, la casa del Cabildo se vino abajo y los que transitaban por la calle pudieron observar los cadáveres atados con cadenas sujetas de las paredes.

Pero los peores tiempos de esta prisión, según cuenta la historia, fue entre los años de 1606 y 1611, cuando el vasco Sancho de Alquiza, apodado Sanchórquiz, fue la autoridad máxima de la Villa de Caracas y habitaba la Casa de los Gobernadores. De él se dice que convirtió a Caracas en una cárcel, y que en poco tiempo solamente quedó la tercera parte de los pobladores de la ciudad ya que la mayoría se marchó.

Sanchórquiz perseguía a muerte a los que debían impuestos o comerciaban con piratas, razón esta última por la que ahorcó a un hombre apenas asumió su mandato. Además, si alguna persona no le caía bien, ejercía todo su poder contra ella. Simón Bolívar “el viejo”, vasco también y quien trajo el apellido a Venezuela, fue destituido de su cargo de Contador General de la Real Hacienda, le fueron confiscados todos sus bienes y estuvo preso en la famosa cárcel del cabildo. Luego llegó otro gobernador que intentó revertir todas las medidas contra el acusado, pero este último murió al poco tiempo.

En el Camino de los Españoles, el cual se construyó siguiendo un sendero para cruzar el Ávila que era llamado “la culebrilla” por los indios, existe un caserío con el nombre de Sanchórquiz que recuerda a este gobernador, ya que durante su gestión este camino fue empedrado en su mayor parte. Y por cierto hay una historia  que atribuye a Sancho de Alquiza la invención de la hallaca.

Cuentan que los indios obligados a construir el Camino de los Españoles fallecían por el esfuerzo y el hambre, por lo que el gobernador ordenó recoger las sobras de todas las mesas del Valle de Caracas y se comenzó a elaborar un mezclote con maíz envuelto en hojas de plátano para alimentarlos. 

Una Navidad los indígenas murieron en masa víctimas de la disentería, porque los vecinos enviaron comida podrida, por lo que el obispo castigó a los mantuanos a que comieran lo mismo aquel diciembre. Pero éstos prepararon su platillo navideño con los mejores ingredientes y de forma más delicada, lo cual se convirtió en una tradición.

La Cárcel Real de Caracas

Alrededor del año 1680 ya la población había crecido significativamente y, por otra parte, la cárcel existente estaba muy deteriorada, sobre todo debido al terremoto de 1641. Por tal motivo, previa autorización del Rey, se adquiere un solar donde está la actual Casa Amarilla, también sobre la Esquina Principal. Posteriormente, en 1704, se compra la casa contigua hacia el sur con el objeto de instalar en ella el Ayuntamiento, que fue inaugurado en 1750.

La vivienda donde se levantó la cárcel era propiedad de los herederos de Antonio Tovar, cuyo apellido es muy famoso en Caracas por pertenecer a un linaje que ostentó el título de Conde, el cual le fue concedido por la Corona de España. Incluso, la Colonia Tovar toma su nombre por esta familia, ya que en los años de 1840 donará los terrenos para que los alemanes se establezcan.

La nueva prisión se estrena en 1696, el día de Santiago Apóstol y cumpliéndose 120 años de la fundación de Caracas. Hay diversas opiniones respecto al funcionamiento de esta cárcel, ya que algunos dicen que era sólo para blancos y que ocasionalmente hubo pardos pero sólo mientras que esperaban a ser juzgados.


Casa de los Gobernadores al frente y cárcel a mano izquierda

Ciertos autores opinan que, para cualquier estamento social, siempre fue un lugar de paso, es decir, no para pagar condena sino para aguardar el juicio correspondiente, y que luego, si no eran ejecutados, pasaban a las casas de corrección. Por su parte, Hernando Villamizar, en un excelente trabajo de investigación realizado para fines de su tesis de grado, indica que hasta 1787 éste fue el único recinto penitenciario de Caracas.

También hablan de que los presos podían pedir limosna a través de las ventanas, lo que refleja cierto beneficio, mientras que Carmen Clemente menciona que un día de 1927 hubo un hundimiento en los corredores de la cancillería, y todos los presentes pudieron observar esqueletos colgando de la pared y del techo con cadenas, en una especie de subsuelo que quedó al descubierto. Es posible que las condiciones hayan ido cambiando según las épocas y también que existiera una clasificación de los reos.

En cuanto al diseño y distribución del espacio, según los estudios disponibles respecto el recinto carcelario, tenía dos pisos alrededor de un gran patio, en los que había pasillos con calabozos que albergaban a más de diez reos cada uno, de los cuales una celda se destinaba a las mujeres. Todos las calabozos tenían un torno o una ventanilla por donde se les pasaba el agua y la comida a los presos.

Además estaban las habitaciones del alcalde de prisión y de los carceleros, y en la parte de abajo el penal había una capilla con altar de madera, una cocina, una bodega, y una enfermería construida en el año 1797. Justamente este mismo año se  hizo una refacción de la cárcel y se le anexó otra casa hacia el oeste, es decir hacia la Esquina del Conde.

El número de reos que acogió este recinto carcelario tuvo variaciones a través del tiempo, pero se estima que en total había entre 85 y 120 durante el lapso 1791-1805, exceptuando ciertos momentos, como en los días que fue descubierta la conspiración de Gual y España en julio de 1797. Cuando esto sucedió, los prisioneros no cabían en la cárcel y se tuvo que enviar a una gran cantidad de ellos a los calabozos del Batallón Veterano del Cuartel San Carlos, además de habilitar celdas provisionales en el Ayuntamiento y en la casa del gobernador.  

Sin duda, el preso más famoso de la Cárcel Real es José María España, aunque estuvo aquí por poco tiempo, ya que fue capturado en abril de 1799 y ejecutado el 8 de mayo del mismo año. Había huido en 1797 a Las Antillas, pero regresó en enero de 1799 disfrazado de marino y permaneció varios meses escondido. 

Su esposa, Josefa Joaquina Sánchez, que seguía viviendo en La Guaira, quedó embarazada y se levantaron sospechas, siendo posteriormente delatado. José María España fue ahorcado y descuartizado en la Esquina Principal, luego de ser arrastrado por un caballo a lo largo y ancho de la Plaza Mayor.

A raíz del terremoto de 1812 la cárcel quedó destruida. Según el criminólogo Elio Gómez Grillo siguió en uso la casa de atrás, y de acuerdo a Hernando Villamizar fue trasladada al Cuartel San Carlos. El inmueble permaneció en ruinas hasta que fue recuperado en 1830 durante el gobierno de José Antonio Páez, pero en esa fecha la totalidad de las edificaciones fueron destinadas a Cuartel de Milicias.

La Casa Amarilla

Actualmente en la Casa Amarilla, cuyo nombre completo desde el año 2008 es Casa Amarilla Antonio José de Sucre, está la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores, ocupando todo el espacio donde estuvo la Cárcel Real y el Ayuntamiento. El edificio refleja un estilo neoclásico francés que proviene de la modificación que le hizo Antonio Guzmán Blanco en 1874, al igual que el color amarillo de la fachada por representar al Partido Liberal, tolda política a la que pertenecía y que gobernaba para la época luego del triunfo de la Revolución de Abril.


Casa Amarilla

Internamente también sigue el mismo estilo neoclásico y se observan majestuosos arcos soportados por columnas jónicas. La distribución del espacio es muy semejante a lo que era la prisión, con dos pisos alrededor de un patio central, y pasillos en cada uno de ellos donde se ubican los salones protocolares.  Por el gran valor patrimonial que tiene esta construcción, fue declarada Monumento Histórico Nacional en el año 1979.


Interior de la Casa Amarilla

Una reforma interna importante de la Casa Amarilla fue necesaria hace relativamente poco tiempo, luego de que un fuerte incendio ocurrido el 21 de abril de 1989, que se originó en el segundo piso, arrasó con algunos salones. Este evento dejó un saldo de 181 piezas perdidas, entre obras de arte  y mobiliario patrimonial. Por suerte fue salvada la mayor parte de los retratos, pinturas, esculturas, mapas antiguos y otras joyas que allí se guardan.

Esta edificación, por muchísimas razones, representa parte importante de la Historia de Venezuela, especialmente lo sucedido el Jueves Santo de 1810. Desde uno de los balcones ubicados en la parte sur de la edificación, que corresponde a lo que era el Ayuntamiento, Emparan le preguntó al pueblo congregado en la Plaza Mayor si estaba de acuerdo con su gobierno, a lo que la gente respondió negativamente siguiendo una seña del Padre José Cortés de Madariaga que estaba ubicado atrás del gobernador. Era 19 de abril y esta fecha se celebra como el día de la Declaración de la Independencia.

Luego del terremoto del 26 de marzo de 1812, en el que la Cárcel Real y el Ayuntamiento se convirtieron en ruinas, el sitio fue reconstruido en el año 1830 por el entonces Presidente José Antonio Páez. A partir de esta fecha ha tenido diferentes fines: Cuartel de Milicias (1830), Palacio de Gobierno (1842), Residencia Presidencial (1877), Alta Corte de Casación y sede de la Gobernación de Caracas (1904) y Ministerio de Relaciones Exteriores (desde 1912).

La Casa Amarilla es especialmente recordada por la época en que los andinos tomaron el poder el 22 de octubre del año 1899, una vez que triunfa la Revolución Liberal Restauradora al mando de Cipriano Castro, conocido también como “el cabito”. Lo que era una bella y cuidada edificación que había servido de Palacio de Gobierno y Residencia Presidencial, se transforma en un campamento militar sucio, con todos los pasillos llenos de catres y soldados deambulando por doquier. Aunque esto dura poco tiempo, ya que al tomar el Cabito posesión del lugar el lujo comienza a manifestarse de una forma nunca antes vista.

Dicen que esta mansión se convirtió en un palacio encantado, con miles de lámparas fastuosas, flores y fuentes por todas partes. Además se daban grandes fiestas, donde a diario se derrochaba el champagne y Cipriano bailaba desenfrenadamente con su levita gris y un gorrito, lo que le valió el mote de  “bailarín eléctrico”. Dentro de estos guateques además se incluían derrapes del maníaco sexual Cipriano Castro, e incluso violaciones a púberes. También dicen que se abrió una puerta secreta en la Casa Amarilla, por donde entraban las jóvenes cuidadosamente seleccionadas para complacer al Cabito. 

Una anécdota muy famosa que pasó a la historia fue lo sucedido el 29 de octubre de 1900, cuando a las 4:42 de la mañana la tierra tembló fuertemente en Caracas en el evento que se conoce como Terremoto de San Narciso, y Cipriano Castro se lanzó desde un balcón de la Casa Amarilla en pijama y con un paraguas abierto a modo de paracaídas. El accidente no pasó de fuertes magulladuras, así como la fractura de un pie, y por supuesto la burla de la gente. Pero a raíz de este suceso se decidió mudar la residencia presidencial para Miraflores, ya que había sido construida sobre bases antisísmicas.

Existen muchas otras historias acerca de la Casa Amarilla, algunas de ellas con evidencias, como los huesos, cadenas, grillos e instrumentos de tortura que se encontraron en las excavaciones, y otras que no se sabe si son ciertas, como el rumor de que Juancho Gómez se robó un cuadro valiosísimo, o sobre el fantasma que allí habita.


Teatro Principal

En el ángulo noroeste de la esquina se encuentra el Teatro Principal, justamente en el lugar donde estuvo el fortín que le da su nombre. Este teatro, de acuerdo a lo registrado por diferentes  fuentes, fue diseñado por el arquitecto Gustavo Wallis e inaugurado el 18 de abril de 1931. Sin embargo, el cronista Francisco Moya asegura que fue construido por una familia de apellido Arismendi a principios de siglo.

Es probable entonces que en 1931 se hayan reformado las instalaciones antiguas, implementando las nuevas características que se describen como: tres niveles, estilo neoclásico con art déco, balcón delantero, capacidad para 760 personas y paredes acústicas. Por otra parte, según dicen, ésta fue la primera construcción con estructura metálica del país. El Principal fue un teatro de primera categoría, en el cual se presentó Gardel cuando estuvo en Venezuela en mayo de 1935, un mes antes de morir en el accidente aéreo de Medellín.


Teatro Principal 

El Teatro Principal llevaba 21 años abandonado cuando fue refaccionado por la Alcaldía y reinaugurado en el año 2011. Había sido renovado en el año 1953, perdiendo parte de su estilo arte déco inicial, y a partir de 1990 se había convertido en una sala de cine mexicano. En el proceso de refacción se hicieron excavaciones y se encontraron evidencias de que el fortín estuvo en ese lugar, según la datación del acueducto, las cerámicas y los enseres de cocina encontrados. Adicionalmente, se descubrieron unas escaleras que conducían a un sótano tapiado.

Durante el tiempo que estuvo sin funcionar, el teatro fue invadido y sufrió un fuerte incendio que terminó de destruir lo que quedaba adentro, aunque su fachada afortunadamente se salvó y fue recuperada, quedando tal cual era la original de 1931. En la actualidad cuenta con tres niveles, igual que antes, y 710 butacas distribuidas entre patio, primer balcón y segundo balcón, además de un amplio vestíbulo y un ascensor, siendo una de las obras arquitectónicas más llamativas de los contornos de la Plaza Bolívar.

Palacio de Gobierno del Distrito Capital

En cuanto al Palacio de Gobierno del Distrito Capital, que es otra de las construcciones más hermosas de los alrededores, a través de la narración de Moya descubrimos que el edificio, aunque estuvo terminado en 1935, no fue inaugurado ese año. Igualmente, en la obra del mencionado autor se reseña lo que había en la cuadra de La Torre a Principal antes de que se levantara el Palacio de Gobierno.

Existió un fabuloso hotel de tres niveles frente a la Plaza Bolívar, con un hermoso patio central y llamativas escaleras. Primero se llamó Gran Hotel Venezuela y cerró en 1906, para luego tomar el nombre de Hotel Klindt hasta 1920, y finalmente, hasta poco antes de ser demolido en 1927, fue conocido como Hotel Washington. Este último tenía habitaciones únicamente en el tercer nivel y el resto de las instalaciones estaba ocupado por oficinas y negocios, entre los que se encontraban elegantes y concurridas cafeterías y cervecerías.

La fachada del mencionado hotel llegaba hasta un poco antes de finalizar la manzana, y a continuación estaba la oficina de correos que había fundado Cipriano Castro, frente al Teatro Principal y Diagonal a la Casa Amarilla, que viene siendo el sitio donde existió el primer cabildo y la primera cárcel, y donde vivió el famoso gobernador Sancho de Alquiza. En este lugar es donde ahora se encuentra el Palacio de Gobierno del Distrito Capital, que tiene tres niveles y es del mismo estilo que el Teatro Principal -una mezcla de neoclásico con art déco- y también fue diseñado por Gustavo Wallis. 

Eustoquio Gómez, primo de Juan Vicente, fue asesinado en el edificio de la Gobernación del entonces Distrito Federal, justamente a finales de 1935, al poco tiempo de fallecer el Benemérito. Aspiraba a sucederlo como dictador, lo cual habría sido nefasto. Lo cierto es que las Fuerzas Armadas y el Congreso se apuraron para nombrar a Eleazar López Contreras, quien toma los hilos del poder rápidamente poniendo en cargos clave a gente de su confianza, entre quienes se encontraba el nuevo Gobernador del Distrito Federal llamado Félix Galavís.

El día 21 de diciembre de 1935, cuatro días después de haber muerto Juan Vicente Gómez, se presenta Eustoquio, con actitud violenta, en la Gobernación de Caracas. Va acompañado de su hermano y de su yerno, e irrumpe en la oficina del nuevo gobernador quien le pide que abandone el lugar, ante lo cual el primo del difunto se enfurece más. Por este motivo, hay un forcejeo entre ambos y Eustoquio recibe un tiro fulminante. Previamente, López Contreras, que ya estaba al tanto de la desagradable visita, había llamado por teléfono desde Miraflores dando órdenes de detener a Eustoquio.

El primo de Juan Vicente Gómez era un tipo realmente peligroso y tenía en su haber varios crímenes, incluyendo el del gobernador Mata Illas. De acuerdo a informaciones posteriores según testigos presenciales, se supo que Eustoquio había sacado su revólver, por lo que Galavís se abalanzó sobre él para quitárselo y el arma se disparó. Pasado algún tiempo, el hijo del difunto declaró que su padre simplemente había pasado por la Gobernación con la intención de saludar.


Palacio de la Gobernación de Caracas

Luego de investigar sobre una de las esquinas más históricas de Caracas, resulta provocativo sentarse en un banco de la Plaza Bolívar y retroceder en el tiempo, mientras se van mirando detenidamente cada uno de los monumentos y sus detalles, y se recorren las pisadas de todos los que frecuentaron estos lugares.

 

Referencias:

 

Durand, G., & González, A. (2002). Caracas en 25 escenas. Caracas, Venezuela: Editorial Fundarte, Alcaldía de Caracas.

 

El Troudi, H. (2021, 19 julio). Historias y Anécdotas de la Casa Amarilla. https://haimaneltroudi.com/historias-y-anecdotas-de-la-casa-amarilla/

 

Gómez Grillo, E. (s. f.). Penas, penales y penitencias. https://bibliofep.fundacionempresaspolar.org/media/1280140/vsxx_l3_7_convivencia_y_controversias_6_t.pdf

 

Ministerio del Poder Popular para Relaciones Exteriores. (2016, 7 septiembre). Casa Amarilla Antonio José de Sucre, puerta de Venezuela a los países del mundo. http://www.mppre.gob.ve/2016/09/07/casa-amarilla-antonio-jose-de-sucre-puerta-de-venezuela-a-los-paises-del-mundo/

 

Moya, F. (2011). La Caracas que conocí. Caracas, Venezuela: Fundación Editorial El perro y la rana.

 

Rivero Oramas, R. (1967). Historia de Caracas. Caracas, Venezuela: Editorial K-Listo.

 

Travieso, C. (2001). Las esquinas de Caracas. Caracas, Venezuela: Los libros de El Nacional.

 

Villamizar, H. (2008, junio). Discursos y prácticas del encierro punitivo en la ciudad de Caracas a finales de la época colonial (1780–1810). http://saber.ucv.ve/bitstream/123456789/2430/1/Tesis%20Hernando%20Villamizar.pdf



 





jueves, 12 de agosto de 2021

Catedral de Caracas, Museo Sacro y algunas historias


 

Frente a la Plaza Bolívar mirando hacia el este, entre las esquinas de La Torre y Gradillas, se encuentran la Catedral de Caracas y el Museo Sacro. La parroquia Catedral, fundada en 1636, toma este nombre cuando la iglesia erigida al patrono Santiago Apóstol en los inicios de la ciudad pasa a llamarse Catedral Metropolitana de Santa Ana.

Tanto siendo templo del Apóstol Santiago, como ya Catedral, esta iglesia, y también lo que hoy es el Museo Sacro, han sido parte inseparable de la historia de Caracas y son miles los cuentos que se pueden narrar.

De todos ellos, hay dos muy buenos que están íntimamente relacionados con estos lugares. El primero se refiere al asalto del pirata Preston y el segundo a un famoso obispo que cambió todas las costumbres de los caraqueños y hasta le levantó un expediente al padre de Simón Bolívar.

La Catedral 

El nombre oficial de La Catedral de Caracas es Iglesia Catedral Metropolitana de Santa Ana, ya que en 1637 recibió la denominación de Catedral a raíz de que la sede episcopal, que estaba en Santa Ana de Coro, se muda para Caracas. Esta iglesia ha sufrido varias modificaciones a lo largo de su historia, especialmente debido a los terribles movimientos telúricos de los años 1641, 1766 y 1812. Así como también en tiempos anteriores, por la incursión del pirata Amyas Preston que en 1595 prendió en llamas al primer templo construido en el sitio de la Catedral.




Al fundarse la ciudad de Santiago de León de Caracas en 1567 se erigió también la iglesia, dedicada al Apóstol Santiago, que era de bahareque y tenía el techo de paja. Posteriormente, en 1578, se termina un nuevo templo fabricado a base de piedra, ladrillos y tejas, pero el mismo es quemado por Preston en 1595. Luego resulta casi destruido por el sismo del 11 de junio de 1641, conocido como Terremoto de San Bernabé, lo cual supuso una importante obra de recuperación que se aprovechó para ampliar la iglesia y cambiar la fachada.

El 21 de octubre de 1766 ocurre otro fuerte sismo que fue llamado Terremoto de Santa Úrsula. Dicen que éste ha sido el mayor terremoto de la historia en Venezuela, pero su epicentro fue en el oriente del país y, según los registros, en Caracas éste no fue tan grave en cuanto al número de fallecidos y casas derrumbadas como el anterior y el siguiente. Sin embargo, la Catedral fue afectada y se hizo necesaria otra reconstrucción de la iglesia que había estado anteriormente terminada en 1674. La descripción de la torre para esta época habla de que la misma tenía “50 pies de altura (15 metros) y 10 campanas muy sonoras”.

Y nuevamente, el movimiento telúrico del 26 de marzo de 1812 –Jueves Santo-, con un saldo de destrucción y muerte impresionante, y una fuerte réplica el 4 de abril, destruye gran parte de la Catedral. En esta ocasión la iglesia se vuelve a reconstruir tal cual estaba antes del temblor y se consagra en 1867. Desde entonces, sólo se le han dado algunos pequeños toques en los años 1933 y 1967.

Como dato curioso, el terremoto del 26 de marzo hizo que la torre de la iglesia se inclinara, pero cuentan que con la réplica volvió a su lugar. En esta oportunidad se decide reducir la altura de la torre, eliminando una tercera parte de su dimensión, para evitar mayores riesgos a futuro.

Actualmente el templo presenta la misma estructura interna que tenía en el siglo XVIII. Su planta es basilical, con cinco naves: una central y dos menores a cada uno de los costados, que se separan mediante columnas y arcos estilo mudéjar. También cuenta con 10 hermosos y coloridos vitrales que le proporcionan una iluminación muy especial al recinto. 

Existen ocho capillas laterales, de las cuales la más conocida es la dedicada a la Santísima Trinidad, donde está el panteón de la familia Bolívar. Aquí se encuentran los restos de los padres, las hermanas y la esposa de Simón Bolívar, y también permanecieron los del Libertador, desde que llegaron de Santa Marta en 1842 hasta que fueron llevados al Panteón en 1876.

La Catedral por fuera es de estilo neoclásico. Su torre cuadrada, ubicada en el extremo noreste, en su parte más alta exhibe una escultura de bronce que representa la fe y se instaló cuando la torre fue reducida de tamaño. También tiene un reloj que data de 1888, el cual fue encargado a Londres y pesa 7.816 kilos. Este reloj, además de dar a hora, puede activar 11 finísimas campanas para tocar diferentes melodías, incluyendo el Ave María y el Himno Nacional, pero lamentablemente su mecanismo está dañado.

 Cuando los piratas asaltaron Caracas

Este acontecimiento, según la crónica de Enrique Bernardo Núñez, tuvo lugar entre los días 29 de mayo y 3 de junio de 1595. Lo más interesante de esta crónica es que el mencionado autor toma como parte de sus datos a lo posteriormente escrito por Robert Davie, que fue uno de los piratas que participó en la incursión. También existen otras fuentes que reflejan algunas discrepancias en cuanto a los detalles, aunque no difieren en lo fundamental.

Los españoles de Caracas ya estaban avisados de que naves piratas estaban en La Guaira, por lo que se aprestaron a ubicarse en las salidas de los caminos por donde se suponía que podían entrar. Por tal razón, la ciudad quedó con muy pocos hombres para su defensa; entre éstos estuvo el famoso Andrea Ledesma, que fue asesinado por los invasores al enfrentárseles. Por otra parte, la mayoría de los vecinos había huido hacia las afueras con sus joyas y sus esclavos.

Los corsarios utilizaron una vía que casi nadie conocía y que además era prácticamente impenetrable. Dice la historia que los piratas tuvieron que cortar troncos y atravesar una ruta llena de fieras y bichos venosos de una inmensa y sobrecogedora selva, y que estuvieron a punto de devolverse desfallecientes. Los corsarios entraron siguiendo el curso de la quebrada Anauco, la cual nace cerca del punto llamado Boca del Tigre y baja hasta Cotiza, en los alrededores de la actual avenida Baralt.

Amyas Preston, quien dirigía la expedición, nació en Inglaterra, no se sabe en qué año, aunque sí se conoce que murió en 1609. Junto a Francis Drake y Walter Raleigh, era uno de los piratas más famosos del Caribe y comandaba a cerca de 500 hombres. Entre sus lugares favoritos, Margarita, Coche y Cubagua eran de su predilección debido a las perlas. Nunca había tenido el atrevimiento de llegar hasta Caracas porque la montaña era un defensa importante, pero pensó que iba a encontrar muchas riquezas y se las ingenió para hacerlo.





Según cuenta Davie, en Cumaná habían tomado como cautivo a un hombre que conocía el camino escondido y les reveló el secreto a cambio de obtener su libertad. Bernardo Núñez corrobora este hecho y le pone el nombre de Villalpando al rehén. Otras referencias indican que el  tal Villalpando era un vecino de Caraballeda, por lo cual es factible que estuviera muy al tanto en cuanto a las vías ocultas de la montaña.

Una discrepancia entre Davie y Bernardo Núñez es que el primero dice que liberaron a Villalpando al llegar a Caracas, mientras que el segundo afirma que era un hombre muy viejo y no hubiera podido hacer la escabrosa expedición. Por otra parte, algunas fuentes indican que Villalpando fue ahorcado por traidor luego de que los piratas se fueron, mientras que otras reportan que el hombre permaneció al servicio de Preston.

Lo cierto es que los piratas se tomaron la Casa de Los Gobernadores (en la esquina Principal donde hoy está el Palacio de Gobierno del Distrito Capital) y la iglesia (actualmente Catedral) como campamento. Al no encontrar nada demasiado interesante, pidieron que les pagaran 30 mil ducados para abandonar la ciudad, pero los españoles les ofrecieron 4 mil.

Pasaban los días y no llegaban a un acuerdo, cuando un indio les dijo a los corsarios que los españoles estaban demorando las negociaciones porque esperaban refuerzos militares. Ante esta información, Preston decide incendiar la ciudad y destruir la iglesia el día 3 de junio, para luego marcharse por Catia, a través del viejo sendero que conducía al puerto, llevándose lo poco que había encontrado.

El Museo Sacro

El Museo Sacro de Caracas se encuentra al lado de la Catedral. Es una construcción colonial de dos pisos con la fachada color melón enmarcada de blanco, que data de 1888 y fue erigida para servir de sede al Colegio Episcopal y al Seminario Menor de Caracas. Inicialmente, parte de este espacio era la Cárcel Episcopal, que estaba adosada a la Catedral hacia el sur.




El Colegio Episcopal funcionó hasta 1924, luego estuvieron en este lugar los talleres del Diario La Religión hasta la década de 1970 y posteriormente el edificio fue abandonado hasta 1981, fecha en que es declarado monumento nacional y restaurado, para abrir al público en 1993 como Museo Sacro.

Tanto el antiguo Colegio Episcopal y Seminario, como el actual Museo Sacro, se sitúan sobre lo que era el Cementerio de La Catedral, el primer cementerio de Caracas, que fue construido en el año 1673 y ocupaba gran parte de la cuadra comprendida entre las esquinas de La Torre, Gradillas, Madrices y San Jacinto.

Dado que Caracas se funda en el año 1567 y era costumbre enterrar a los difuntos en los terrenos adyacentes a los templos, con seguridad estos predios sirvieron como sitio para enterramientos mucho antes de inaugurarse formalmente el camposanto, el cual dejó de funcionar en el año 1876 cuando Guzmán Blanco clausura los cementerios de las iglesias y se inaugura el Cementerio General del Sur.     

La estructura del Museo Sacro corresponde a la típica construcción colonial, con un patio rectangular céntrico alrededor del cual se disponen los pasillos y las habitaciones con las exposiciones de imágenes religiosas, pinturas, joyas, orfebrería, mobiliario perteneciente al clero y vestuarios religiosos, todos provenientes de iglesias y conventos que ya no existen, así como de colecciones familiares que fueron donadas.

Pero lo más impactante del museo está en la zona colindante con la Catedral, donde se observa un pasadizo comunicante que atraviesa una gruesa pared de piedra.  En las salas 5 y 6 se aprecia la entrada al pequeño calabozo donde los sacerdotes pagaban su condena (cuyas paredes fueron rayadas por los curas expresando sus protestas), así como el vestigio de un tragaluz que era la única entrada de claridad. Igualmente, se puede ver un foso lleno de huesos que al parecer provienen del cementerio, y doce criptas no identificadas que se cree pertenecen a obispos.

El patio central del Museo Sacro fue objeto de excavaciones arqueológicas en el período 1988- 1989 y se encontraron 25 osamentas humanas enterradas en una fosa común. Los huesos estaban en muy mal estado de conservación producto de la humedad del sitio, pero por su datación estimada, se asume que pueden haber sido personas ajusticiadas por Boves en 1813 o víctimas del terremoto del año 1812. Además, se descubrió una acequia, y una vieja calzada que probablemente atravesaba todo el cementerio.

Actualmente el Museo Sacro está siendo refaccionado, ya que se encontraba muy deteriorado producto de las filtraciones. En sus buenos tiempos tuvo un café, una sala para eventos y una tienda de artesanías, y también fue sede del Grupo Lírico Cantamérica y del Coro y Orquesta Litúrgica de la Catedral, por lo cual había un piano, que por cierto muchas veces tocaba por su propia cuenta. Y es que este lugar siempre ha estado lleno de una energía extraña, la cual se siente apenas se traspasa su puerta.

Se acabó el desorden

En tiempos coloniales, muchos obispos pasaron por la Arquidiócesis de Caracas desde el año 1636 en que fue mudada desde Coro. Uno de los más famosos es Diego Antonio Díez Madroñero quien, a decir de Arístides Rojas, convirtió a Caracas en un convento. Adicionalmente, este obispo es recordado por haber abierto un expediente contra Don Juan Vicente Bolívar –padre del Libertador-, cuando éste era soltero y vivía en San Mateo ocupando altos cargos militares que le conferían mucho poder.

Al llegar Díez Madroñero en 1756 procedente de Madrid, observa con mucha preocupación algunos hábitos de los caraqueños que atentaban contra la moral y propiciaban situaciones pecaminosas, como por ejemplo ciertos bailes llamados la zapa, el sambito, la murranga o el dengue, los cuales se generalizaban bajo la denominación de “fandangos”.

Por otra parte, desde tiempos antiguos las leyes daban a la Iglesia la potestad de juzgar delitos como: concubinato, amancebamiento, adulterio, violaciones, sodomía, incesto, prostitución, lenocinio, o alcahuetería, aunque lo más importante era evitarlos, y el obispo se tomó muy en serio su trabajo.

Entonces prohibió todo tipo de danzas, juegos y venta de guarapo, así como obras de teatro, y eliminó el carnaval sustituyéndolo por procesiones que debían ser a la luz del día y con los hombres separados de las mujeres. Igualmente, levantó un minucioso censo de la población para determinar quiénes vivían en cada casa y bajo qué condiciones, lo que también sirvió para controlar que todos confesaran y comulgaran.

Adicionalmente, les puso nombres religiosos a todas las calles, instituyó el rezo obligatorio del rosario antes de dormir, y también que cada vivienda tuviera un patrono o patrona, cuya imagen debía estar en el zaguán iluminándola en las noches con un velón o un farol, lo cual fue muy positivo porque en gran parte acabó con la gran oscuridad nocturna de Caracas. 

En la época de Díez Madroñero aparece la veneración a Nuestra Señora Mariana de Caracas, ya que el obispo consideró que debía existir una Virgen criolla, y un cuadro con su imagen fue colocado en una esquina de la Catedral. En estos años también comenzaron a repicar las campanas de todas las iglesias tres veces al día invitando a rezar el Ángelus, y muchos sitios benéficos y conventos se llenaron de “mujeres pecadoras”.




En cuanto a Don Juan Vicente Bolívar, Teniente de Justicia Mayor de San Mateo y quien hacía honor a su nombre de Don Juan, al obispo comenzaron a llegarle muchos rumores acerca de su reprochable conducta: intento de violación a jovencitas, dádivas a mujeres a cambio de sexo, y relaciones con esclavas y mujeres casadas.

Por tal motivo, se traslada una comisión hasta San Mateo y se abren audiencias, en las que el pueblo declara y corrobora las irregularidades. Hasta el cura de la iglesia había sido amenazado para que no suspendiera los “fandangos” que tanto le gustaban a este Bolívar.

El cuestionado también acude a declarar. Reconoce algunos de los muchos casos en los que estaba involucrado y pide perdón por ellos, pero alega que la mayoría era habladurías de la gente. No se sabe a ciencia cierta cuál fue el resultado de este juicio, pero los entendidos afirman que le correspondía ser excomulgado y pagar una alta suma de dinero.

Respecto a perder el derecho a la comunión, o no sucedió o luego fue perdonado, ya que Don Juan Vicente Bolívar contrajo matrimonio a finales de 1773 con María de la Concepción Palacios y Blanco, quien contaba con 15 años de edad, mientras que él tenía 47. Para esta época ya Díez Madroñero no era obispo, ya que falleció en el año 1769.

Seguramente el susodicho siguió con su mala conducta incluso después del matrimonio, ya que estudios psicológicos del personaje indican que era maníaco sexual. Por otra parte, una publicación de la Revista de la Sociedad Venezolana de la Historia de la Medicina, señala que hay serios indicios de que Don Juan Vicente Bolívar padeció de sífilis, e incluso se sospecha que pudo haber contagiado a su esposa.




Y éstas son algunas de las muchas anécdotas relacionadas con la Catedral de Caracas y el Museo Sacro, las cuales quizás mucha gente desconoce. Descubrirlas incita a visitar estos sitios y seguir investigando sobre una historia que algunos, especialmente los jóvenes, pueden encontrar aburrida por la forma como se la han contado.

 

 Referencias:

Arenas, M. (2020, 13 marzo). Un Museo Sacro y los ancestrales secretos bajo la catedral de Caracas. https://es.aleteia.org/2020/03/13/un-museo-sacro-y-los-ancestrales-secretos-bajo-la-catedral-de-caracas/

 

Bernardo Núñez, E. (2004). La ciudad de los techos rojos. Caracas, Venezuela: Monte Ávila Editores.

 

IAM Venezuela. (s. f.). Catedral de Caracas, emblema de la capital de Venezuela. https://iamvenezuela.com/2018/07/catedral-de-caracas-emblema-de-la-capital-de-venezuela/

 

Moreno, A. (2011, julio). Poder espiritual y sociedad colonial: el obispo Diego Antonio Díez Madroñero y su tiempo (1757–1769). http://saber.ucv.ve/bitstream/123456789/2468/1/T026800003681-0-4MorenoAgustin-000.pdf

 

Museo Sacro de Caracas. (2011, 22 febrero). Bienvenidos al Museo Sacro de la Arquidiócesis de Caracas. http://museosacrodecaracas.blogspot.com/2011/02/su-edificacion.html

 

Revista de la Sociedad Venezolana de la Historia de la Medicina. (Febrero, 1945). Sobre la herencia del muy ilustre señor Coronel Don Juan Vicente Bolívar y Ponce. https://revista.svhm.org.ve/ediciones/1945/1/art-4/

 

Rojas, A. (1999). Crónicas de Caracas. Caracas, Venezuela: Los Libros de El Nacional.


 

sábado, 7 de agosto de 2021

Plaza Bolívar de Caracas en tres tiempos

 



La Plaza Bolívar es el espacio geográfico más antiguo de Caracas. Está ubicada entre las esquinas: La Torre (noreste), Principal (noroeste), Las Gradillas (sureste) y Las Monjas (suroeste). Adicionalmente, está rodeada por edificaciones de gran valor histórico como son: la Catedral de Caracas,  el Museo Sacro, el Palacio Arzobispal, el Palacio Municipal, la Casa Amarilla, el Teatro Principal, el Palacio de Gobierno del Distrito Capital, y Palacio Federal Legislativo.

Tuvo el nombre de Plaza Mayor hasta 1823, año en que el último oficial español abandona Venezuela y se consolida la independencia. Posteriormente pasa a llamarse Plaza de Armas, hasta 1842 cuando llegan los restos del Libertador procedente de Santa Marta (Colombia) y se la designa oficialmente como Plaza Bolívar. 

El nacimiento de la ciudad

En julio de 1567 se funda Caracas. A pesar de que no existe nada que lo compruebe, se asume que fue el día 25 por ser el santoral del Apóstol Santiago. El espacio escogido fue el delimitado por las quebradas de Caroata y Los Padrones al oeste, y la quebrada de Catuche al este. Aunque algunas investigaciones arqueológicas sugieren que el sitio inicial del establecimiento fue en los alrededores de lo que hoy es Santa Capilla, históricamente se considera que la fundación de la ciudad ocurrió en la actual Plaza Bolívar.

Apenas se define el enclave de la explanada central, se coloca una cruz en el sitio donde más tarde se levantará la iglesia y se reparten solares adjudicando los del contorno de la plaza a los conquistadores más destacados. Seguidamente se comienza a organizar lo concerniente a la distribución de autoridad  y se empiezan a construir las primeras casas y la ermita.

Según está escrito en los anales de historia, las viviendas de esta época tenían las paredes de bahareque y los techos de paja, pero ya seguían la estructura de las típicas casas coloniales: patios internos para lograr iluminación y ventilación, amplios corredores donde se ubicaban las habitaciones, el zaguán que era el lugar donde se dejaba los caballos, y amplios ventanales que comunicaban con el exterior.

Fue a partir de 1576, cuando llega el gobernado Juan de Pimentel, que se iniciaba la construcción y remodelación  de las casas con cal, arena, piedra, ladrillos, madera y tejas. Para esta época ya Caracas tenía 25 manzanas contando con la del centro que era la Plaza Mayor. En el informe que Pimentel envía a España junto al plano que levantó, comunica que cada una de las cuadras había sido concebida para su distribución en cuatro casas, y que 65 viviendas estaban habitadas.

La Plaza Mayor

La Plaza Mayor siempre tuvo múltiples usos. Era lugar de reunión y celebración de los acontecimientos importantes y festejos tradicionales o religiosos, espacio para las corridas de toros, mercado ciertos días de la semana, sitio de entrenamiento militar, y también donde se aplicaban castigos ejemplificantes o se practicaban ejecuciones.

Famoso es el caso de José María España en 1799, cuando fue arrastrado por caballos y posteriormente ahorcado y descuartizado, todo a la vista de los que concurrían a este tipo de espectáculos macabros. Igualmente, aquí fueron ejecutados varios realistas cuando Simón Bolívar emite su Decreto de Guerra a Muerte en 1813.

La primera modificación importante de la actual Plaza Bolívar sucede en el año 1753, cuando el gobernador Felipe Ricardos decide cercar el recinto con gruesos muros en forma de arco para aislarla de los edificios circundantes. Especialmente por motivos del mercado, donde se vendían vegetales y productos cárnicos, incluyendo animales vivos, así como frutas, dulces, flores, pájaros, mondongo preparado, chicharrón, fritangas, bebidas típicas y baratijas de todo tipo.

Adicionalmente, allí se instalaban los zapateros, los escribanos, y los barberos que además hacían cirugías y sacaban muelas. Estas murallas estuvieron rodeando la plaza hasta 1865, cuando Guzmán Blanco, como Presidente encargado, las manda a demoler y elimina el mercado pasándolo a la Plaza de San Jacinto.

En esta Caracas oscura, sólo alumbrada por uno que otro farol de aceite, aparecían muchos fantasmas. Uno de los más famosos salía después de la medianoche, justamente en la esquina de La Torre. Era “el enano de la Catedral”, un alma en pena que en vida fue perseguido y se había refugiado en la iglesia sin salir nunca más de ella. Tenía por costumbre pedir fuego para prender su cigarro y luego se transformaba en una criatura espantosa con colmillos muy grandes.

La Plaza Bolívar en la época de Antonio Guzmán Blanco

Posteriormente, ya como Presidente Constitucional, el “ilustre americano” refacciona totalmente la plaza bajo el concepto neobarroco francés que tanto le gustaba. Entonces se colocan fuentes en las esquinas, se plantan muchos árboles, el entorno se llena de jardineras floridas, y se instalan montones de faroles que para la época funcionaban con lámparas de querosén ya que el alumbrado eléctrico llega a finales del siglo XIX.  

Adicionalmente, se construyen las escalerillas del extremo sureste que le dieron el nombre a la esquina Las Gradillas y una tribuna destinada a las retretas que se llevarían a cabo los días jueves y domingos. Simultáneamente, se encarga a Alemania la estatua ecuestre de Bolívar que actualmente está ubicada en el centro de la plaza y tiene 4 metros de altura.

Esta escultura del Libertador tiene una curiosa historia ya que el vapor, llamado Thora, que la traía, naufragó cerca de Los Roques el 10 de octubre de 1874 y las quince cajas que contenían las piezas se dieron por perdidas. Aunque por suerte fueron rescatadas, el acto de inauguración, que estaba previsto para el 28 de octubre por ser el día de San Simón, tuvo que ser retrasado. Dicen que el barco terminó de hundirse y se encuentra sumergido bajo las aguas que rodean a Los Roques.

Finalmente, el evento oficial se llevó a cabo el 7 de noviembre, con cañonazos, campanadas, banda marcial, retreta, ofrendas florales y fuegos artificiales. Una particularidad de esta estatua es que bajo su pedestal existe una cápsula del tiempo, ya que Guzmán Blanco mandó a depositar allí libros icónicos de Historia y Geografía, medallas, monedas antiguas y valiosos documentos históricos resguardados en cajas de metal.

Los alrededores de la Plaza Bolívar eran lugares muy concurridos, especialmente la Esquina Las Gradillas, donde estaban los terminales del tranvía. Desde 1882 aquí se tomaban los tranvías que se dirigían, uno hacia la estación del ferrocarril ubicada en Palo Grande (actual San Martín) y otro hacia la estación del tren Caracas-La Guaira en Caño Amarillo.

Hasta el año 1900 estos tranvías fueron tirados por caballos, cuyos cascabeles anunciaban su llegada. Ya a partir de 1907 había 30 tranvías eléctricos que cubrían toda la ciudad y estuvieron vigentes hasta 1947. En ellos también se podía ir a Petare (pasando por Sabana Grande, Chacao, los Dos Caminos y Los Chorros) o hasta El Valle.    

La Plaza Bolívar en el siglo XX

Narra el historiador Mario Briceño Iragorry que la Plaza Bolívar a comienzos del siglo pasado era el corazón de la ciudad y lugar de encuentro de políticos, escritores, poetas y artistas. Tanto las damas como los caballeros iban a lucir sus mejores galas los domingos. Las mujeres llevaban vestidos elegantes, llamativas joyas y sombreros de pamela, mientras que los hombres iban de levita y sombreros de pajilla. Luego de la misa, la plaza era el lugar obligado para las amenas tertulias y para escuchar la retreta dominical.

Todos los alrededores de la plaza se llenaron de lujosas cafeterías, confiterías y cervecerías, que eran muy frecuentadas por la alta sociedad de aquel entonces, siendo especialmente conocida la confitería y bar Iberia, que se ubicaba diagonal a la esquina de La Torre, donde los Cañoneros de Caracas tocaban valses y pasodobles. Igualmente estaba el salón La India localizado entre las esquinas Las Gradillas y Sociedad, el salón La Francia, y varios otros muy concurridos.

Durante las décadas de 1920 y 1930 hizo vida en la Plaza Bolívar un memorable personaje llamado Vito Modesto Franklin, mejor conocido como Duque de Rocanegras, que era un guaireño de origen muy humilde. Había trabajado como caletero en el puerto, pero se vino a Caracas y, misteriosamente, en la posada El Gato, ubicada en Gato Negro (Catia), logró hacer mucho dinero valiéndose de la ruleta y las prostitutas. De él también se comentaba que fue amante de Juancho Gómez y que por tal razón disfrutaba de una posición económica privilegiada.

El caso es que Vito se vestía de acuerdo a la mejor etiqueta de la época, a la que incorporó varios elementos excéntricos. Usaba levita, corbata de colores, guantes blancos, calzones cortos y zapatillas de raso con hebilla de plata. Además, llevaba montículos y bastón, y siempre lucía un clavel en el ojal. Este extraño individuo, que incluía muchas palabras en inglés, francés e italiano dentro de su vocabulario habitual para hacerse el refinado, era muy amigo de los más destacados intelectuales y junto con ellos se reunía en los mejores sitios, en los cuales consumía sin ningún tipo de restricción. Incluso, en 1924 se compró el Teatro Olimpia de Caracas. 

Otro cuento famoso de aquellos tiempos es el de Cenizo: un perro blanco con una mancha negra que se instaló en el año 1918 al lado de la estatua de Bolívar y no dejaba que ningún otro can se le acercara. Cenizo era muy querido por todos los que frecuentaban la Plaza Bolívar y hasta le regalaron una cadena de oro que luego le fue robada. Cuando murió el 29 de agosto de 1927 salió en todos los periódicos, le dedicaron poemas y fue enterrado solemnemente en los jardines del Club Paraíso (actual Hogar Canario Venezolano) que se estaba terminando de construir.

La Plaza Bolívar también fue sitio de discursos y reuniones políticas a lo largo de todo el siglo XX. Comenzó a perder relevancia social cuando se empiezan a inaugurar los más prestigiosos clubes de Caracas y no recibió mayores modificaciones desde los tiempos de Guzmán Blanco, hasta 1967 cuando se instaló el piso de mármol gris que tiene actualmente.  Posteriormente, en el año 2003 tuvo una refacción total en cuanto a jardines, fuentes y alumbrado, y más recientemente, en 2020, se colocaron arcos florales en todas las entradas de la plaza.

Indudablemente la Plaza Bolívar es el centro histórico de Caracas por excelencia. Está rodeada de interesantes museos y sitios importantes para visitar, además de ser un lugar encantador. Por otra parte, en sus contornos existen muchas opciones para tomar un rico café o un delicioso chocolate en un ambiente muy agradable. Entre éstos, no se puede dejar de mencionar a Artesano, que se encuentra muy cerca de la plaza subiendo por la esquina de La Torre.

Referencias:

Ciudad Caracas. (2020, 7 febrero). http://ciudadccs.info/2020/02/07/los-tranvias-de-caracas/. http://ciudadccs.info/2020/02/07/los-tranvias-de-caracas/

 

Figuera, L. (2009, junio). El establecimiento del alumbrado eléctrico en Caracas a finales del siglo XIX. http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1315-94962009000100007

 

Fundamar Miranda. (s. f.). La estatua del Libertador Simón Bolívar sumergida en las aguas de Los Roques, pequeña historia del Thora. https://fundamarmiranda.wordpress.com/historica/

 

Morales, L. (s. f.). Vito Modesto Franklin, visto por doña Catalina Aranguren Bravo y demás familiares. https://www.monografias.com/trabajos103/vito-modesto-franklin-visto-dona-catalina-aranguren-bravo-y-demas-familiares/vito-modesto-franklin-visto-dona-catalina-aranguren-bravo-y-demas-familiares.shtml

 

Moya, F. (2011). La Caracas que conocí. Caracas, Venezuela: Fundación Editorial el perro y la rana.

 

Rojas, A. (1999). Crónica de Caracas. Caracas, Venezuela: Ediciones de El Nacional.


domingo, 1 de agosto de 2021

La cuadra de San Jacinto

 

La cuadra de San Jacinto, llamada así en honor al patrono de los frailes Dominicos que construyeron aquí su iglesia y establecieron su convento, está rodeada por cuatro esquinas que, como todas las de Caracas, tienen su curiosa historia: San Jacinto, Dr. Paúl, Traposos y El Chorro.

El norte de la manzana es ocupado en su totalidad por la Plaza El Venezolano, una de las plazas más típicas de Caracas, bautizada con este nombre en honor al ilustre preso que fue condenado a muerte en la cárcel municipal, la cual fue creada en los predios del convento.

Esta cuadra, que ha sido sometida a una exhaustiva excavación arqueológica, guarda una parte muy importante de la historia más antigua de Caracas, así como muchas anécdotas.

Las cuatro esquinas y sus alrededores



La esquina San Jacinto está en el extremo noroeste y le da el nombre a toda la cuadra, en la que se encontraba tanto la iglesia como el convento del mismo nombre. Esta esquina fue muy famosa en el siglo XVIII, además, por estar aquí  la Audiencia de Caracas, la cual tenía una campana en su puerta: si alguien era perseguido y lograba tocarla, quedaba a salvo y nadie podía detenerlo. 

En el extremo noreste se localiza la esquina dedicada al Dr. Felipe Fermín Paúl que vivió en este lugar. El Dr. Paúl fue un reconocido defensor de la República, que se destacó como líder de la Sociedad Patriótica en los eventos previos al 19 de abril de 1810 y luego fue rector de la Universidad Central de Venezuela en el período 1823-1825.  

Por el sur, sobre la Avenida Universidad, del lado oeste se encuentra la esquina de Traposos, que en tiempos más antiguos se llamó esquina de Arrechedera por una familia ilustre de la Colonia que aquí vivió. El origen de su denominación actual tiene dos versiones: por una parte dicen que se debe a que los habitantes de una casa remataban ropa vieja, y por el otro afirman que ese era su apellido.

Y finalmente, en el punto sureste se localiza la esquina El Chorro, cuyo nombre comentan que obedece a un ingenioso caballero canario llamado Agustín Pérez. Su apodo era “Agustinillo” y vendía el mejor guarapo de piña y papelón de la ciudad, para lo cual activaba un mecanismo de manera que la sabrosa bebida saliera por un chorrito que permitía el llenado desde afuera de la casa. Aunque también dicen que la esquina toma el nombre por una toma de agua que había en el lugar. 

Todo el frente norte de la manzana, es decir el que mira hacia la plaza, ha sido recientemente restaurado. En la zona que queda a mano derecha mirándola de frente, pintada de color ladrillo oscuro, se ha instalado una gran cafetería-heladería. Y todavía en esta fachada se puede observar la vieja torreja del templo.

Hasta hace poco tiempo al lado de la torre estuvo el famoso sitio La Atarraya, que primero fue una pulpería, luego funcionó como restaurante por más de 60 años, y fue expropiado en el año 2018. De acuerdo a los estudios arqueológicos, el espacio que ocupaba La Atarraya fue parte de la iglesia San Jacinto. 


La calle empedrada que bordea la cuadra de San Jacinto por el lado oeste es el Pasaje Linares, inaugurado en 1891 durante la presidencia de Andueza Palacios y que llegó a ser un importantísimo bulevar comercial, al tiempo que se construyeron en esta calle las primeras edificaciones de tres plantas (estilo colonial para respetar la línea arquitectónica de la zona). Junto con La Atarraya, todos los comercios fueron desalojados por la Alcaldía para recuperar el casco histórico, salvándose únicamente Páramo Café en la esquina de Traposos.



Cruzando el Pasaje Linares, justo frente a la plaza, está la Casa Natal del Libertador y a su lado el Museo Bolivariano. Según cuenta la historia, esta construcción ya existía en 1651 y era propiedad de un catalán. Pasa a pertenecer a la familia Bolívar a partir del año 1711 y en 1783 nace Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios.

La casa se comienza a abandonar cuando muere en 1792 María de la Concepción Palacios y Blanco (madre del Libertador). Posteriormente, en 1806 el inmueble es vendido a don Juan de la Madriz, quien lo ocupa hasta el 1812 ya que resultó seriamente dañado por el terremoto. En 1817 es reconstruido y luego lo compra Antonio Guzmán Blanco en 1876, pasando en 1912 a ser propiedad de la Nación, cuando es nuevamente recuperado y convertido en Casa Memorial a partir de 1921.

Visitar este lugar es una verdadera delicia, no sólo por su valor histórico sino porque se puede apreciar cómo eran aquellas casas antiguas llenas de corredores y patios internos adornados con flores a los que daban las habitaciones. También se observa el área de la cocina con sus enseres típicos, la zona de las caballerizas y el mobiliario de la época. Y por cierto, existe la leyenda de que en esta casa aparece una niña vestida a la usanza colonial que deambula por los pasillos.


En cuanto al Museo Bolivariano, la sede actual fue inaugurada en el año 1960 y en él se exhiben documentos históricos, pinturas, armas, una interesante exposición sobre las vestimentas coloniales de acuerdo a cada clase social y objetos personales de la familia Bolívar. 

Plaza El Venezolano

Ésta es una de las plazas más emblemática de Caracas. Su nombre original fue Plaza San Jacinto, ya que era parte de los solares concedidos a los frailes Dominicos para que construyeran la iglesia y el convento. El cambio de nombre ocurre en el año 1882, cuando Antonio Guzmán Blanco, como Presidente de la República, la reinaugura colocando una estatua de su padre en el centro. Esta escultura, según narran los cronistas de la ciudad,  ocupó el lugar de honor de la plaza hasta entrado el siglo XX. Posteriormente, el 17 de octubre del año 1977, la plaza El Venezolano fue declarada monumento histórico nacional.

El caso de Antonio Leocadio Guzmán  

El padre de Antonio Guzmán Blanco estuvo preso durante ocho meses en la cárcel que el ayuntamiento de Caracas hizo en 1828 en San Jacinto (tomando parte de los terrenos del convento de los Dominicos) y fue condenado a muerte en mayo de 1847. Sus antecedentes eran la fundación del Partido Liberal, y del periódico El Venezolano (su órgano difusor), en 1840.

Para  1847 estaban previstas las elecciones presidenciales y Antonio Leocadio era uno de los candidatos. Logró importantes movimientos de masas, especialmente de campesinos que pretendían la distribución equitativa de las tierras. En septiembre de 1846, una de sus movilizaciones hasta La Victoria se salió de control y fue acusado de intentar dar un golpe al entonces presidente Carlos Soublette.

Entonces las autoridades emitieron una orden de captura y se le encontró escondido en una casa ubicada a una cuadra de la esquina de Traposos, siendo acusado de conspirador, lo que era causal para una sentencia a la pena máxima. En aquellos tiempos se aplicaba con frecuencia la pena de muerte, que fue abolida en 1863 por Juan Crisóstomo Falcón, siendo Venezuela el primer país del mundo en tomar esta iniciativa.

Antonio Leocadio fue condenado a muerte en mayo de 1847, pero, afortunadamente para él, ya el mandatario era José Tadeo Monagas, quien había tomado posesión de su cargo en marzo para el período presidencial 1847-1851. José Tadeo quiso ganarse a los adeptos al liberalismo, por lo cual Antonio Leocadio recibió la gracia de que le conmutaran la sentencia por el destierro perpetuo, aunque volvió al país en 1849, nada más y nada menos que para ocupar el cargo de Vicepresidente de la República.

Historia de la plaza

Cuentan las crónicas que, desde 1610, se habían cedido a los Dominicos unos solares para que hicieran la iglesia, el convento y una plaza, pero todavía en 1656 el espacio destinado a esta última estaba tapiado y era usado para otros fines, por lo que son obligados a derribar los muros y hacer la plazuela con la que se habían comprometido. Desde aquel entonces, la plaza contó con una fuente donde los habitantes de los contornos que no tenían acceso al agua iban a llenar sus cántaros.

El reloj de sol que se encuentra actualmente en el centro de la plaza fue una idea de Alexander von Humboldt cuando visito Caracas en el año 1800. Dicho reloj fue construido en mármol y estuvo instalado en el mismo sitio donde hoy se encuentra para 1802, aunque luego fue movido para un costado donde estuvo por un buen tiempo, hasta que regresó a su lugar de origen.     

En el año 1809 la plaza se convirtió en un gran mercado a cielo abierto por disposición del entonces gobernador Vicente Emparan. La razón de esta medida fue la necesidad de aliviar la Plaza Mayor que, entre otros usos, también se había destinado a mercado en ciertos días de semana desde tiempos antiguos. En esa época la plaza estaba rodeada de arcos que la separaban de la catedral por el este y de la cárcel principal (hoy Casa Amarilla y sede del Ministerio de Relaciones Exteriores) por el oeste.

Pero llegó el momento que la cantidad de vendedores de carne salada, pescado, animales vivos, frutas y hortalizas, y mercancía de todo tipo, desbordó el sitio. Por tal motivo se decidió separar por rubros los víveres y usar también las plazas San Pablo, Altagracia y San Jacinto.

En San Jacinto se destinó la parte oriental de la plaza y se le asignó el pan, las frutas y los dulces, aunque pronto también se llenó de todo tipo de mercaderías para la venta, así como de barberos cirujanos que instalaron montones de casetas en el lugar. Este hecho molestó muchísimo a los frailes Dominicos, que se quejaron por el uso de sus espacios, así como por el relajo del mercado y el ruido que interfería en las ceremonias religiosas. 

Posteriormente, cuando el convento de los Dominicos es mandado a demoler, se planifica la construcción de un gran mercado cerrado, el cual se inaugura en 1897. La idea era levantar una suntuosa estructura arquitectónica al estilo de las capitales europeas y se traen los mejores insumos desde Bélgica. El mercado luego fue demolido en el año 1953 para recuperar los espacios de la plaza, y las vigas y fachada pasaron a la obra del Mercado de Catia.

Desde principios del siglo XX la Plaza El Venezolano se convirtió en un espacio del pueblo, ya que se dictaminó que para visitar la Plaza Bolívar había que vestirse de etiqueta. Las mujeres con sus mejores galas y los hombres con frac o levita, y posteriormente con paltó y corbata. La medida era estricta y de fiel cumplimiento, so pena de ir a la cárcel si se irrespetaba.

El convento y la iglesia de los Dominicos

La información relativa al convento y a la iglesia de los Dominicos más reciente está basada en el estudio arqueológico realizado en la cuadra de San Jacinto, donde se intervinieron 1.852 metros cuadrados. También existen investigaciones acerca de documentos de los Dominicos que se han publicado, y hay actas del Ministerio de Fomento donde se pueden obtener datos  relativos a ciertas disposiciones tomadas sobre el convento.

La orden de los frailes Dominicos fue fundada por Santo Domingo de Guzmán y es una de las primeras en llegar a América. Por esta congregación, a la que perteneció el famoso Fray Bartolomé de las Casas, es que recibe su nombre la República Dominicana. Los Dominicos llegan a Caracas en 1595 y adquieren por su cuenta un solar ubicado en la cuadra de San Jacinto, para así fundar el convento. Para esa época ya existía el convento de San Francisco que, según cuenta la historia, fue el primero de la ciudad.  

Para 1597 ya estaba lista la iglesia dominica, que era un bohío de paja con un altar muy bien adornado, la cual se ubicaba en el cuadrante este de la actual plaza, o sea, hacia la esquina Dr. Paúl. Posteriormente, en 1610 el cabildo les entrega otros dos solares a los frailes, y hay constancia de que en 1615 ya estaba la iglesia bien construida, puesto que está registrado el entierro de la señora Leonor Muñoz de Rojas en la misma.

Por algunas cartas enviadas por el prior del convento, se sabe que el sismo del año 1641, llamado Terremoto de San Bernabé, afectó seriamente todas las estructuras, siendo recuperadas en gran parte para 1661, aunque se quejaban de que no habían podido hacer la enfermería y acerca de que las lecciones debían ser dictadas en las celdas de los frailes por falta de un lugar apropiado.  

Es en 1670 cuando el convento comienza a tomar forma con 33 religiosos que vivían en él,  convirtiéndose en casa de noviciado, además de universidad menor al impartirse las cátedras de Artes, Teología Escolástica, Teología Moral y Sagrada Escritura (lo cual indica que esta fue la primera universidad de Caracas). Pero, posteriormente, el terremoto de 1812 también fue nefasto y tuvieron que reconstruir todo de nuevo.

Tanto por los movimientos sísmicos, como por ampliaciones, existieron cinco iglesias diferentes desde la primera, en el bohío de paja, hasta la que fue entregada cuando clausuraron el convento en 1873. Se tiene mayor información acerca de la que describió el obispo Mariano Martí cuando vino a Caracas en 1772. Este fue el tercer templo y tenía suelo de mármol, tres naves y 17 altares. Su puerta daba “hacia el norte y sobre la calle de oriente” y “el exterior del templo estaba caracterizado por paredes de mampostería con techos mudéjares cubiertos de tejas”.

Esta iglesia fue famosa por su nazareno (llamado de San Jacinto) que se sacaba en procesión acompañado de la Virgen del Rosario, la cual era una de las imágenes más veneradas y se encuentra actualmente en el Museo Sacro. La procesión salía los viernes de concilio con una banda que tocaba música, y todo el mundo llevaba velones encendidos, lo cual era un gran espectáculo en la Caracas de aquellos tiempos.

Por otra parte, se sabe que el convento estaba ubicado en la esquina de Traposos. En el proceso de las excavaciones arqueológicas se descubrieron los suelos originales, así como numerosas piezas de cerámica y utensilios. De acuerdo a esta investigación, la estructura constaba de dos pisos, con dos patios centrales que se comunicaban, alrededor de los cuales había celdas para los frailes tanto arriba como abajo.

El resto de las parcelas, es decir la parte no ocupada por la iglesia o el convento, eran utilizadas para una fábrica de tejas y también curtían el cuero de las vacas, aparte de contar con áreas de sembradío y un cementerio. De hecho, a lo largo de toda la historia, existieron muchas quejas porque tenían esclavos y, según decía la gente, acogían a los que se escapaban de las casas.

En 1874, cuando los frailes son expulsados de su convento, y antes de que éste fuera totalmente demolido alrededor de 1886, Antonio Guzmán Blanco decide destinarlo a una Casa de Beneficencia, donde se recluirían tanto a mujeres como a hombres indigentes o enfermos, separados en dos recintos, y adicionalmente contaría con un espacio para los locos. Por otra parte también siguió funcionando la cárcel, que estaba situada hacia los lados de la plaza.

Un poco después, sobre las ruinas del convento se construyó un hotel llamado León de Oro, que para finales del siglo XIX y principios del XX era muy moderno y requerido por los visitantes que llegaban a la ciudad, pero en el transcurso de los años posteriores fue dejado al abandono. En la parte de abajo de lo que fue el hotel, y sobre el antiguo convento de los Dominicos, se ubica en la actualidad el negocio Páramo Café.


Y este es el recuento de una  parte de la historia que quedó sepultada en el tiempo y bajo los escombros, pero que conociéndola se puede revivir al visitar la Plaza San Jacinto y sus alrededores, donde seguramente queda alguno que otro fantasma de la época rondando.  


Referencias: 


Altez, R. (2007). Biografía de Antonio Leocadio Guzmán, libro completo. https://www.academia.edu/15350774/_2007_Biograf%C3%ADa_de_Antonio_Leocadio_Guzm%C3%A1n_libro_completo.

 

Álvarez, C. (2020, 7 noviembre). San Jacinto, un mercado con historia. http://laguiadecaracas.net/41334/san-jacinto-mercado-con-historia/

 

Arqueología Paleontología Venezuela. (2011, 1 marzo). Piezas históricas del antiguo hotel León de Oro serán exhibidas a caraqueños. http://arqueologiavenezuela.blogspot.com/2011/03/piezas-historicas-del-antiguo-hotel.html

 

Caracas cuéntame Caracas. (s. f.). Caracas, la movida gastronómica, cuando comíamos como en París. https://caracascuentame.wordpress.com/2020/05/21/caracas-la-movida-gastronomica-cuando-comiamos-como-en-paris/

 

Historia Dominicos (Antonio). (2009, 2 junio). Convento de San Jacinto de Caracas.. http://historiadominicos.blogspot.com/2009/06/convento-de-san-jacinto-de-caracas.html

 

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Lo conocido y lo secreto de Marcos Pérez Jiménez

Marcos Pérez Jiménez en 1952   Marcos Pérez Jiménez no escribió ninguna autobiografía, pero fueron muchas las entrevistas que concedió cuand...