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martes, 31 de octubre de 2023

Curiosidades y misterios de Caracas

 

En Caracas han sucedido hechos insólitos y existen misterios de los que poco se sabe, o se han quedado en el olvido. Los personajes extraños y los pasadizos secretos son parte de la cultura popular. Por otra parte, hay fantasmas que  merodean los lugares que menos imaginamos.  
Contenido 
-El cráneo de Bolívar
-El presidente al que le robaron las camisas
-Un médico misterioso
-El palacio embrujado
-Un castillo con pasadizos secretos 

El cráneo de Bolívar

Los restos de Simón Bolívar han dado mucho de qué hablar, especialmente desde el año 1947, cuando el doctor y profesor de Anatomía de la Universidad Central de Venezuela José Izquierdo (1887-1975), se dirige al entonces presidente de la Asamblea Nacional, Andrés Eloy Blanco (1896-1955), para informarle de un sorprendente hallazgo.

El ilustre médico había sido convocado a la cripta de los Bolívar en la Catedral de Caracas con la finalidad de organizar los huesos de las personas allí enterradas, ya que ante la profanación de algunos nichos se habían mezclado los restos. Para ese entonces el Libertador ya estaba en el Panteón Nacional, porque había sido trasladado el 28 de octubre de 1876.


Capilla de la Santísima Trinidad. Catedral de Caracas. Mausoleo de la Familia Bolívar

Izquierdo había encontrado en un rincón la base de un cráneo con señales de haber sido autopsiado y aseguraba que el Libertador era el único miembro de la familia que había pasado por este proceso. Proponía entonces exhumar nuevamente los restos de Simón Bolívar, pero el presidente Rómulo Betancourt (1908-1981) no quiso proceder.

A pesar de que el Dr. Izquierdo, brillante catedrático, era un profesional muy respetado, sus recomendaciones no fueron tomadas en cuenta. En consecuencia hizo una denuncia, que se publicó en todos los diarios, y posteriormente escribió un libro titulado “El cráneo del Libertador Simón Bolívar” (1947).

El cráneo que Izquierdo había observado con evidencias de ser autopsiado cuadraba, según su apreciación, con las características de Bolívar. Suponía que el nicho podría haber sido violentado entre los años de 1843 y 1876, antes de que los restos fueran llevados al Panteón Nacional.  

Los restos del Libertador llegaron a Venezuela procedentes de Santa Marta el 13 de diciembre de 1842. Después de lavados, reconstruidos algunos huesos con cera y barnizado el esqueleto, fueron depositados en la Capilla de la Santísima Trinidad de la Catedral de Caracas el 23 de diciembre del mismo año.

Algo que poca gente conoce es que el corazón de Bolívar nunca vino a Venezuela. Cuando murió en Colombia se le practicó una autopsia y embalsamaron su cuerpo, pero el corazón fue colocado en otra urna que enterraron en la Catedral de Santa Marta, la cual se perdió. Al repatriar los restos no pudieron traer el corazón. 

En Venezuela, todo el proceso de exhumación estuvo cuidadosamente supervisado por el ilustrísimo Dr. José María Vargas (1786-1854), quien también era especialista en Anatomía. Para esa época estaban en la cripta de los Bolívar sus padres, su hermana María Antonia que acababa de morir en octubre, y su esposa María Teresa del Toro.

Además descansaban allí los restos de las esclavas Hipólita (su nodriza) y Matea (su aya), así como los de su edecán Diego Ibarra. Su otra hermana, Juana Nepomucena, aún no había fallecido y asistió a la ceremonia. Nunca estuvo su único hermano varón, Juan Vicente, quien pereció en un naufragio en el año 1811.

Posteriormente, los restos de Simón Bolívar fueron exhumados durante los gobiernos de Isaías Medina Angarita (1897-1953) y de Rafael Caldera (1916-2009), en los años de 1942 y 1972 respectivamente, encontrándose que todo estaba en orden y que el esqueleto estaba completo.

En julio de 2010, sorpresivamente, se anunció que se haría otra exhumación del cadáver de Simón Bolívar, la cual estuvo a cargo de un equipo de 50 especialistas, liderados por un experto en genética español. Se pretendía confirmar que los restos pertenecían al Libertador, así como la causa real de su muerte. 

Se sospechaba que podría haber sido envenado con arsénico, debido a ciertos datos que aparecían en el informe de su médico de cabecera en Colombia. En el reporte oficial de la exhumación del año 2010 se anunció que, efectivamente, había rastros de arsénico en los huesos. Adicionalmente, se comprobó la filiación genética con su hermana María Antonia.

Curiosamente, no se encontró coincidencia del ADN materno con su otra hermana, Juana Nepomucena, quien murió en 1847. Existe entonces una alta probabilidad de que ella no fuera hija de la madre del Libertador. Pero, lo más sorprendente, fue el resultado de la tomografía del cráneo de Simón Bolívar con un software especial, para determinar cómo era su rostro.

En la nueva imagen del Bolívar que se presentó, éste muestra las características de un hombre mestizo, que no tendría nada de particular porque así somos mayoritariamente los venezolanos. Pero muchos pintores retrataron al Libertador a lo largo de su vida y en ninguno de los cuadros aparece con estas facciones. 

 

Rostros de Simón Bolívar

El pintor que Bolívar consideraba como el que había hecho su mejor reproducción era el peruano José Gil de Castro, que lo retrata con los típicos rasgos de los peninsulares o blancos criollos. Por otra parte, el padre de Simón descendía de vascos y la madre de castellanos. Y, por otra parte, nunca se ha justificado de dónde podría provenir la mezcla racial.

Asumiendo que no haya existido manipulación de la tomografía, ni de la reconstrucción del rostro del Libertador, y considerando que la computadora haya funcionado bien, cabe preguntarse si realmente el cráneo que está en la urna es el de Simón Bolívar, ya que hay poco parecido entre la nueva imagen y la de todos sus retratistas.   

El presidente al que le robaron las camisas   

Diógenes Escalante (1879-1964) no llegó a ser presidente, pero iba a serlo debido a que había consenso de todos los partidos para las elecciones de 1946. Era seguro que el Congreso lo elegiría como mandatario. En esa época, siendo presidente Isaías Medina Angarita (1897-1953), las elecciones directas todavía no existían. 


Diógenes Escalante 1944

Escalante, al igual que su familia, era gomecista. Su tío, Calixto Escalante, fue gobernador del Distrito Federal en los años 1902-1903 y Diógenes fundó y dirigió el periódico El Nuevo Diario, vocero del régimen de Juan Vicente Gómez (1857-1935). Posteriormente se fue a París, donde estudió Ciencias Políticas.

Luego ocupó importantes cargos diplomáticos durante la dictadura de Gómez, así como en las presidencias de López Contreras (1883-1973) y Medina Angarita. En el gobierno de López Contreras fue Ministro de Relaciones Interiores y Secretario personal de éste, ya que se conocían desde la niñez puesto que ambos nacieron en Queniquea (Táchira).

En el año 1945, cuando fue convocado para que se presentara como candidato a la presidencia de los Estados Unidos de Venezuela, Escalante tenía nueve años viviendo en los Estados Unidos de América y era embajador. Llegó el 17 de agosto y subió desde Maiquetía acompañado por más de tres mil autos de personas que lo aclamaban.

A continuación se aloja en la suite presidencial del Hotel Ávila de San Bernardino, que para aquel entonces era muy lujoso y moderno ya que había sido inaugurado en 1942. A raíz de una entrevista que le hiciera Ramón J. Velásquez (1916-2014), quien en ese entonces era periodista de Últimas Noticias, lo contrata como asesor.

Cuenta Velásquez que cuando llegaba al hotel en las mañanas ya Diógenes estaba de punta en blanco. Escalante era un individuo sumamente organizado y muy preocupado acerca de su apariencia personal. Luego, durante todo el día era permanentemente asediado por políticos y periodistas, lo cual le causaba  bastante angustia.

El 2 de septiembre se produce el primer episodio de desvarío, cuando Escalante acompaña a un visitante muy conocido hasta la puerta. Luego, el futuro presidente le pregunta a Velásquez que quién era el que se había ido. Al día siguiente llama el edecán del Presidente de la República, ya que estaban esperando a Diógenes para un desayuno y no había llegado.

Velásquez se lo comunica a Escalante y éste asevera que no puede asistir porque le habían robado todas las camisas. Cuando el periodista le dice que allí estaban sus camisas afirma que esas no eran y que se las habían cambiado. Velásquez transmite el mensaje a Miraflores y luego llama muy preocupado Isaías Medina Angarita.

Medina Angarita pregunta que quiénes estaban en la suite. Cuando Velásquez le informa que únicamente Diógenes y él, pide que no deje entrar a más nadie. Al poco rato llega la Casa Militar y traslada a Velásquez a Miraflores. Lo atiende el propio Presidente, le solicita que no comente nada y le dice que enviará a un doctor.

También hay otro capítulo narrado por Arturo Uslar Pietri, secretario personal de Medina Angarita. Diógenes Escalante lo llama y le ruega que vaya urgentemente al hotel porque le han robado tres mil pañuelos que tenía en un cajón. Pronto el tema sobre los extraños comportamientos de Diógenes trasciende y se decide hacerle un chequeo médico.

Es llevado a la casa de la familia de su esposa, los Álamo Ibarra, en Campo Alegre. Allí una junta de doctores lo evalúa y llegan a la conclusión de que Diógenes sufre de esquizofrenia, lo cual seguramente era una condición preexistente pero se desencadena a raíz del excesivo estrés. Algunos allegados sospechaban que hubiera sido envenenado.

A los pocos días el presidente de los Estados Unidos de América, Harry Truman (1884-1953), quien era amigo personal de Escalante, envía un avión para llevarlo a Washington y hacer un diagnóstico de la situación. Dicen que Diógenes nunca se recuperó y estuvo internado en un hospital psiquiátrico de EE.UU. hasta su muerte.

Mucho se ha escrito sobre este sonado caso. El periodista Óscar Yanes (1927-2013) hizo una interesante reseña. En 2008 Francisco Suniaga (1954) publicó su famosa novela titulada “El pasajero de Truman” y en 2011 el dramaturgo Javier Vidal (1953) estrenó una obra de teatro llamada “Diógenes y las camisas voladoras”.

El político Gumersindo Rodríguez (1933-2015) dijo estas recordadas palabras: “En Venezuela los que nacen para presidente se vuelven locos y los locos llegan a ser presidentes”. La “locura” de Escalante cambió la historia, ya que el 18 de octubre de 1945 se produce el golpe de Estado a Isaías Medina Angarita.

Un médico misterioso

Muchas leyendas se han tejido alrededor del médico alemán Gottfried August Knoche (1813-1901), popularmente conocido como Dr. Knoche y también por el apodo de “Vampiro de Galipán”. Los vecinos de la montaña sentían mucho temor de acercarse a sus predios, los cuales estaban custodiados por la momia de un soldado.


Dr. Knoche

Para muchos, el Dr. Knoche era una especie de Frankenstein. Y ciertamente fue un personaje misterioso, con una afición un poco rara. Quienes visitaron su laboratorio cuando él vivía quedaron aterrados. La Sra. Gross, esposa de un representante de la Casa Blohm, escribió que adornaban la sala momias casi vivientes de todas las edades.

Se dice que el Dr. Knoche llegó al país en mayo o junio de 1845[1]. Estaba recién graduado y aparentemente decidió emigrar a Venezuela atraído por las descripciones del geógrafo y naturalista Alexander von Humboldt (1769-1859) o quizás por la demanda de médicos que hablarán el idioma por parte de la colonia alemana.

En La Guaira, donde Knoche fija su residencia, vivía un grupo importante de alemanes relacionados con la Casa Blohm. La Colonia Tovar se había fundado en 1843 y, en el mismo año que llegó el médico, el presidente Carlos Soublette había inaugurado la primera Carretera Caracas-La Guaira en el mes de enero.

A esta vía se accedía por Maiquetía y la entrada a Caracas se hacía por el Camino de Catia, que luego se convirtió en la Avenida Sucre. Sólo era transitada por carruajes tirados por cinco caballos. Partían del Barrio Muchinga en Maiquetía y llegaban a la Esquina de la Bolsa, cerca de la Plaza Bolívar, después de doce horas de viaje.

Posteriormente Knoch trae a su esposa. Según algunas fuentes viene acompañada de las jóvenes Josephine y Amalie, que luego se convirtieron en las enfermeras y asistentes del médico. Pero, según otras, ellas habían llegado con su padre, Damian Weimann, en 1843. Luego el progenitor se fue del país y las habría dejado al cuidado de la familia Knoche.

El Dr. Knoche sólo tuvo dos hijos: Anna, que según su lápida nació en 1840, de donde se deduce que llegó con la madre siendo muy pequeña, y un hijo llamado Oswaldo, también médico, que se fue a vivir a Puerto Cabello. Éste no se encuentra en el panteón familiar y se desconoce la fecha de su nacimiento.

Knoche comienza a ejercer como médico privado, así como también trabajaba en el Hospital San Juan de Dios, que aparentemente era el único que existía para entonces. El nosocomio había quedado en un estado lamentable a consecuencia del terremoto de 1812 y según dicen fue refundado entre los años 1854 y 1856.

Actualmente, sobre parte del terreno que ocupaba el hospital se encuentra la Unidad Educativa La Guaira, en pleno casco central entre las esquinas de San Juan de Dios y Punto Fijo, al lado de la Catedral San Pedro Apóstol. La escuela fue inaugurada en 1955 y ex alumnos comentan que había un salón embrujado.

El Dr. Knoche fue un médico destacado. Especialmente tuvo un excelente desempeño en la lucha contra la epidemia del cólera. Era muy apreciado por las personas de bajos recursos, ya que en su consulta privada nunca les cobraba. También se sabe que, de noche, sacaba los cadáveres no reclamados de la morgue del hospital y a lomo de mula se los llevaba para su laboratorio de Galipán.

Había comprado la Hacienda Buena Vista, también conocida como Bella Vista o Caricari, la cual queda en el Cerro el Palmar, justo debajo de El Picacho. Se hizo una hermosa casa estilo Selva Negra, como las que se pueden ver en la Colonia Tovar, y aparte construyó un laboratorio y un mausoleo.

Luego de morir la enfermera Amalie en 1926, el lugar fue saqueado y se perdieron los cuerpos momificados de la familia. Aunque el sitio no está demasiado conservado y las momias son de mentira, vale la pena ver cómo era el panteón familiar. Éste tiene seis tumbas y su escalera lateral conduce a una terraza desde donde se aprecia una vista espectacular. 

Antes de fallecer, Knoche preparó la dosis para él mismo así como para Amalie. Nunca reveló el secreto, por lo que se desconoce la fórmula, aunque se sabe que la base era cloruro de aluminio, que el Doctor inyectaba en la arteria carótida. Este método evitaba la tradicional extracción de vísceras y el efecto resultaba en una calidad impresionante.

Se comenta que en Caracas fue famosa la momificación del periodista Tomás Lander (1787-1845) quien fuera fundador del periódico El Venezolano junto con Antonio Leocadio Guzmán (1801-1884), padre de Antonio Guzmán Blanco (1829-1899). Lander fue momificado por el Dr. Knoche y luego pasó 38 años cuidando la puerta de su casa.

Cuando muere Tomás Lander y es sometido al tratamiento del Dr. Knoche, lo sientan en un escritorio cerca del portal de su residencia, con anteojos, vestido elegantemente de negro y pluma en mano. Vivían en la Esquina de la Pedrera, hoy Avenida Baralt. Los vecinos evitaban pasar por allí, aunque algunos curiosos no resistían la tentación de asomarse.

Sucedió que un día llegó una visita que no sabía del caso y salió muy molesta porque aquel señor maleducado no le había devuelto el saludo. Lander murió a finales de 1845 y estuvo en la sala de su vivienda hasta abril de 1884, cuando es trasladado al Panteón Nacional. 

El palacio embrujado

El Palacio de Miraflores, construido entre los años 1884-1897 según el diseño del arquitecto Giuseppe Orsi de Mombello, es una verdadera joya. Tiene estilo neoclásico y cuenta con espectaculares salones, fuentes y jardines. Pero no se puede visitar ni tomar fotografías ya que es zona militar.


Palacio de Miraflores

Frente al Palacio de Miraflores, por la Avenida Urdaneta, hay otro edificio histórico. Es el Palacio Blanco, donde se ubican las oficinas militares. Éste fue diseñado por el arquitecto Luis Malaussena (1900-1962) e inaugurado el 2 de diciembre de 1956 por Marcos Pérez Jiménez (1914-2001).

Dicen que Miraflores es uno de los sitios más misteriosos de Caracas, no sólo por los secretos que encierra, sino por todos los episodios que allí han transcurrido y lo que se oye, comenzando por los pasos de Misia Jacinta, la esposa de Joaquín Crespo, el presidente que hizo esta casona para destinarla a su vivienda familiar.  

Miraflores tiene varios pasadizos ocultos. Se conoce que Crespo hizo uno hasta Caño Amarillo, donde estaba su otra residencia, y cuando el golpe de Estado a Carlos Andrés Pérez, el 4 de febrero de 1992, se sabe que éste escapó por un túnel que da hacia la parte de atrás y así pudo llegar a Venevisión.

Por otro lado, un militar retirado de la Guardia Nacional Bolivariana relevó no hace tanto que existen tres túneles que comunican a Miraflores con el Palacio Blanco, los cuales al mismo tiempo se interconectan entre sí. Seguramente existen otros cuantos más, sobre los que no se tiene información.

Uno de los casos más macabros de la historia de Miraflores es el asesinato de Juancho Gómez, hermano del dictador Juan Vicente, la noche del 30 de junio de 1923, así como las terribles torturas que después se llevaron a cabo en los sótanos. Dicen que hasta los años de 1950 existieron cadenas e instrumentos de suplicio en estos subterráneos.

Cuentan que por las noches se escuchan lamentos que provienen de los bajos del Palacio y risas por los pasillos. Igualmente, algunos afirman haber visto fantasmas rondando por los jardines. Quizás por esta razón muchos mandatarios no fueron partidarios de dormir en Miraflores.

Juan Vicente Gómez, cuando estaba en Caracas, generalmente pernoctaba en la casa de su hermana que estaba cerca. A Pérez Jiménez no le agradaba Miraflores, le hizo muchos cambios y hasta estuvo a punto de derrumbar la edificación. Igualmente, hay muchos otros presidentes que siempre evitaron quedarse de noche en este lugar marcado por la tragedia.  

El primer mandatario que habitó y despachó desde el Palacio de Miraflores fue Cipriano Castro (1858-1924), luego de que en el terremoto de 1900 se tirara desde un balcón de la Casa Amarilla, con un paraguas a modo de paracaídas, fracturándose un pie. Existe la creencia de que los presidentes que han vivido en Miraflores no han terminado bien. 

Un castillo con pasadizos secretos

Pocos conocen sobre de esta construcción misteriosa, ubicada en la Parroquia de San José de Caracas. Se localiza en la parte de atrás de la Escuela de Medicina José María Vargas, entre las esquinas Ánima Sola y León, cerca del Barrio Cotiza. La edificación fue erigida en 1930 por Jesús Güédexz del Castillo.


Castillo de San José

El señor Güédexz, un sociólogo venezolano que estudió en Alemania, en el año 1947 funda en Venezuela la logia conocida como Asociación Nacional Kristios Orcónicos Atlantes (AKOA), que todavía tiene por sede el castillo, siendo el guía espiritual actual Igtagmalk Güédexz del Castillo, uno de sus hijos.

Esta logia masónica cree que los atlantes llegaron a la Tierra hace miles de años, procedentes de Las Pléyades de Orión, para iniciar una civilización que luego sucumbió al ser castigada por los dioses debido a la soberbia. Ellos habitaban la Atlántida, el continente desaparecido.

Cuentan que el viejo Güédexz era un personaje místico, con una larga barba blanca en sus últimos años de vida. Tuvo dieciséis hijos de cinco esposas y los bautizó con nombres de dioses atlantes. Escribió numerosos manuscritos, los cuales se encuentran resguardados en cofres ubicados en los sótanos de la edificación.

Luego de fallecer el Sr. Jesús Güédexz, el castillo fue dividido en apartamentos, que habitan algunos de sus herederos, y la parte de abajo fue alquilada a una herrería. La planta alta se destinó a un consultorio popular regido por la Dra. Elba de Güédexz, esposa del Sr. Jesús, donde desde que ella murió funciona un grupo de rescate.

Lo misterioso del lugar es que tiene una gran cantidad de pisos subterráneos y, de acuerdo al testimonio de un visitante, al final se llega a un sótano con una reja que impide el paso hacia un recinto. Es la entrada a un túnel que según dice alguien que vive allí conduce hasta muy lejos, desconociéndose hasta dónde y la finalidad de esta vía de escape.

Un reportaje de la revista Exceso de agosto de 1990 denominó al castillo “Zigurat de San José” por su arquitectura y la cantidad de niveles con que cuenta. Esta casona, que tiene un pozo manantial en su planta baja, siempre ha sido un enigma para los vecinos del lugar y se le atribuye la presencia de brujos y fantasmas.

Referencias:

-Bruni Celli, B. (2011). La verdad sobre el cráneo del Libertador. Disponible en https://venelib-antao.blogspot.com/2011/01/la-verdad-sobre-el-craneo-del.html

-Criminalística (2011). Resultado de la exhumación de Simón Bolívar:”Son los restos del Libertador”. Disponible en https://www.criminalistica.net/forense/index.php?option=com_content&view=article&id=1408:resultados-de-la-exhumacion-de-simon-bolivar-qson-los-restos-del-libertadorq&catid=37&Itemid=129

-Jiménez, R (S/F). El drama de Diógenes Escalante. Disponible en https://revista.eneltapete.com/eneltapete/notas/3582/el-drama-de-diogenes-escalante

-Lapanterarosa (2017). Dr. Knoche. Leyenda venezolana. Disponible en https://steemit.com/spanish/@lapanterarosa/dr-knoche-leyenda-venezolana

-Las maravillas de San José y sus alrededores (2007). El Castillo de San José. Disponible en https://sanjose7wonders.blogspot.com/2007/10/el-castillo-de-san-jos.html

-Revista de la Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina (2016). La figura de Gottfried Knoche (1813-1901) en su verdadera dimensión histórica. Disponible en https://revista.svhm.org.ve/ediciones/2016/2/art-13/

-Urbipedia (S/F). Palacio de Miraflores. Disponible en https://www.urbipedia.org/hoja/Palacio_de_Miraflores



[1] Algunas fuentes dicen que llegó en 1840.

domingo, 29 de agosto de 2021

El “Tigre de Santa Inés” y Misia Jacinta. De Caño Amarillo a Miraflores


Joaquín Sinforiano de Jesús Crespo Torres, conocido como “El Tigre de Santa Inés” o “El Taita”, fue uno de los caudillos más representativos del país. Por dos veces ostentó el cargo de Presidente de la República en el siglo XIX, pero su figura tiende a pasar por debajo de la mesa ante personalidades tan avasallantes como las de José Antonio Páez o Antonio Guzmán Blanco.

Su trayectoria merece ser comentada, por lo interesante y trascendente. Especialmente porque dejó como legado dos construcciones monumentales y poseedoras de gran atractivo arquitectónico, siendo una de ellas la sede del Gobierno Nacional desde principios del siglo pasado.

Guerra Federal y Revolución de Abril

Joaquín Crespo nació el 22 de agosto de 1841 en el caserío Miraflores de Guacharacas, ubicado en un pequeño pueblo del estado Aragua conocido como San Francisco de Cara, el cual hoy se encuentra sepultado por las aguas de la represa de Camatagua. Fueron sus padres la señora Aquilina Torres y el señor Leandro Crespo, mejor conocido como Ño Leandro, muy famoso por sus “limpiezas” y por ser un prestigioso curandero.



Ño Leandro utilizaba principalmente una resina conocida como Tacamajaca, acerca de la cual se han descubierto recientemente increíbles cualidades curativas por sus propiedades analgésicas y desinflamatorias, así como para combatir la Fiebre Amarilla y la  Disentería.  De su padre heredó Joaquín algunos secretos, que aplicó a lo largo de su vida.

Siendo Joaquín muy pequeño, la familia se traslada al estado Guárico y éste adquiere una educación muy básica en la población de Paraparara, que dicen apenas llegaba a saber leer y escribir. Un buen día, cuando apenas tenía 17 años, pasa por su casa un teniente revolucionario y entonces el joven se enrola en el ejército, al servicio de la Guerra Federal (1858-1863), cuyos principales líderes eran Ezequiel Zamora y Juan Crisóstomo Falcón.

En principio Joaquín se pone al servicio de comandantes de menor rango, pero años más tarde su sobresaliente desempeño lo llevó al cargo de lugarteniente de Guzmán Blanco, de quien se convirtió en mano derecha y hombre del más alto nivel de confianza.

Uno de los primeros jefes de Crespo fue José De Jesús González, apodado “El Agachado” por su fama de agazaparse entre la maleza, e incluso a veces confundirse entre las piaras de cerdos. Y este “Agachado” tenía amores con una muchacha llamada Jacinta, de la que Joaquín estaba enamorado desde hacía algún tiempo.

Muchas peleas ganaron los Federales, entre las que destaca la Batalla de Santa Inés, librada el 10 de diciembre de 1859 en la población de este nombre del estado Barinas. Finalmente triunfa la Revolución en 1863 con el Tratado de Coche. Su líder máximo, Juan Crisóstomo Falcón asume las riendas de la República como Presidente encargado hasta 1865 y posteriormente como Presidente Constitucional para el período 1865-1868. Pero es derrocado por Monagas y su Revolución Azul poco antes de concluir el mandato.

Posteriormente, en el año 1870, se sucede otro movimiento insurreccional, esta vez comandado por Antonio Guzmán Blanco y en el que Joaquín Crespo tuvo una participación decisiva. Es especialmente famosa la Batalla de San Fernando de Apure, donde se aplicó la táctica de penetrar a través de un caño, llamado Caño Amarillo, sorprendiendo de esta manera al enemigo. Posteriormente, Crespo es ascendido a General en Jefe de los Ejércitos de Venezuela.

La rebelión de Guzmán Blanco se conoce como Revolución de Abril. Mediante la misma tumba a los Monagas, para tomar el poder con el cargo de Presidente provisional hasta 1873 y luego como Presidente Constitucional hasta 1877. En esta etapa se modifica la Carta Magna y los períodos de gobierno pasan a ser de dos años, una vez que finalizara el mandato de Antonio Guzmán Blanco. 

Jacinta y Joaquín

Jacinta Parejo nació en Parapara el 16 de agosto de 1845. Fueron sus padres Juan Parejo y María Josefa Parejo, integrantes de la misma familia de campesinos humildes del estado Guárico que descendía de españoles. Jacinta fue novia del “Agachado”, quien muere acribillado en una batalla en el año 1859, y posteriormente se casa con el general Saturnino Silva en 1861. Pero queda viuda en 1863 ya que su esposo también fallece en la guerra.




Para 1864, un año después de concluida la Guerra Federal, ya Joaquín Crespo era General de Brigada de los Ejércitos de la República y comenzaba a ostentar altos cargos de gobierno en el estado Guárico. Entonces se decide a pretender en serio a Jacinta Parejo y se casan el 18 de septiembre en la iglesia Santa Catalina de Siena de Parapara. Dicen que Jacinta fue el único gran amor en la vida de Joaquín y que nunca conoció carnalmente a otra mujer que no fuera ella.

Jacinta Parejo, mejor conocida como “Misia Jacinta”, se convirtió en la compañera inseparable de Joaquín y fue la primera mujer en la historia de los presidentes que tomó parte activa en la política, participando en reuniones. Sus consejos tenían gran peso a la hora de que Crespo tomaba decisiones importantes y las malas lenguas comentaban que tenía dotes de hechicera y por eso dominaba a su marido.

A Jacinta la describen como una atractiva morena de grandes ojos oscuros y abundante cabello liso y negro. Poseedora de una fuerte personalidad, matrona chapada a la antigua, muy hogareña, y fiel seguidora y defensora de los ideales de su esposo. Aunque la mayoría de las fuentes hablan de que tuvo diez hijos con Joaquín, al parecer fueron doce: Inés María, Joaquín Segundo, Tito, Pedro Domingo, Ana Jacinta, Carlos Clemente, Estatio, Gonzalo Antonio, Santo Domingo, Josefina, Columba y Aminta.

Otra de las características resaltantes de Misia Jacinta era su forma de vestir informal y despreocupadamente, aún en las etapas en que Crespo tuvo los más importantes cargos políticos. Cuentan que usaba vestidos de zaraza y que así iba al mercado con una cayena en la oreja. Era muy criticado por las altas damas de la sociedad el hecho de que llevara alpargatas con medias. Este estilo, considerado campuruso y no adecuado a su rango social, incluso provocó que Ana Teresa Ibarra, la esposa de Antonio Guzmán Blanco, se le acercara para darle algunos consejos no exentos de reproche. 

Por su parte, Joaquín Crespo era de figura atlética, con una estura de aproximadamente 1,78 metros, piel blanca pero tostada por el sol, contextura robusta y abundante cabellera. Cojeaba de una pierna debido un disparo que recibió durante la guerra en 1860. En su rostro destacaban primordialmente los pómulos pronunciados y la nariz grande, así como unos bigotes poblados que se unían a una barba larga y puntiaguda. Pero lo más llamativo de su cara eran sus labios gruesos, con el de abajo más prominente, lo que le valió el mote de “El Bemba”.

En cuanto a su personalidad, se dice que era austero y reservado, afectuoso, caballeroso, muy fiel con sus amigos y condescendientes con sus enemigos. Por otra parte, no bebía ni fumaba, comenzaba a trabajar a las 6 de la mañana y se iba a la cama temprano. Igualmente, otras de sus características es que fue masón en Grado 33 y Gran Maestro de Oriente.

Historia de la vida política de Joaquín Crespo

Luego de que Antonio Guzmán Blanco, conocido como “El Ilustre Americano”, concluyera su período de gobierno comprendido entre los años 1870 y 1877 -llamado el Septenio-, fue presidente Francisco Linares Alcántara (1877-1878).  Posteriormente regresa Guzmán Blanco con el Quinquenio (1879-1884).

A pesar de que la Constitución establecía que el lapso del mandato presidencial era de dos años, a Guzmán Blanco le toca aplacar un alzamiento por parte de los partidarios de Francisco Linares Alcántara, quienes protestaban por el control que El Ilustre Americano pretendía seguir ejerciendo desde Francia, y hasta derribaron varias estatuas alusivas al guzmancismo. Linares Alcántara muere el 30 de noviembre de 1878 -algunos dicen que envenenado-, lo cual agita aún más a las masas.

Guzmán Blanco combate y logra aplacar este movimiento, conocido como Revolución Reivindicadora, por lo que posteriormente es nombrado Presidente Provisional, para luego ser ratificado como Presidente Constitucional hasta 1884. A continuación es elegido Joaquín Crespo para el lapso 1884-1886, y después “El Ilustre Americano” asume su tercer y último período de gobierno (1886-1888) pero sólo ejerce el poder por un año y encarga a Hermógenes López (1887-1888) de la presidencia. 

A continuación son presidentes Juan Pablo Rojas Paúl (1888-1890) y Raimundo Andueza Palacios (1890-1892). Este último hace que Joaquín Crespo vuelva a la palestra militar y política, esta vez sin el apoyo de Guzmán Blanco, para encabezar su propio movimiento llamado “Revolución Legalista”. El levantamiento de Crespo obedece a que Andueza Palacios había promulgado una Constitución que llevaba el período presidencial a cuatro años, sin que la misma hubiera pasado por la aprobación del Congreso.

Pero cuando Crespo toma el poder convoca a una Constituyente que elabora una nueva Carta Magna, la cual es promulgada el 16 de junio de 1893 y contempla un mandato presidencial de cuatros años, así como la votación directa y secreta. Por tal razón, el “Tigre de Santa Inés” va a gobernar hasta el año 1898, cuando impone a su candidato Ignacio Andrade, lo cual le causa la muerte y además desemboca en la Revolución Restauradora de Cipriano Castro y con ella el comienzo de 36 años de dictadura.

Aconteció que en las elecciones del 1 de septiembre de 1897 se presentaron cinco candidatos, siendo los principales el oficialista Ignacio Andrade, representando al Partido Liberal Amarillo, y José Manuel Hernández, por el Partido Liberal Nacionalista. Este último era más conocido por el apodo de “Mocho Hernández”, ya que le faltaban dos dedos de su mano derecha. A decir de algunos esto se debía a sus combates contra las fuerzas de Guzmán Blanco y según otros a un accidente ejerciendo su profesión de carpintero.

El resultado de los comicios dio como ganador -con el 99,2% de los votos - a Ignacio Andrade, por lo que se cantó fraude y el Mocho Hernández se levantó en armas con la conocida Revolución de Queipa. Ignacio Andrade tomo posesión de su cargo en febrero de 1898, pero los bandos del Mocho y de Crespo se enfrentaron, perdiendo la vida por un disparo en el corazón el propio Joaquín Crespo, en una emboscada ocurrida en el sitio de la Mata Carmelera (estado Cojedes) el 16 de abril del mismo año.

Los dos períodos presidenciales de Joaquín Crespo (1884-1886 y 1892-1898) estuvieron signados por una gran crisis mundial, que afectaron los precios del café y su producción. Adicionalmente, finalizando el año de 1884 sobrevino una gran plaga de langosta que arrasó gran parte de los cultivos, lo que ocasionó una importante subida en los precios de los alimentos y hambre en la población, con importantes consecuencias durante varios años.

Como elementos positivos, a Crespo se le reconoce la organización de las Fuerzas Armadas y una sustancial recuperación de las carreteras y los puentes, al igual que mejoras importantes en el ferrocarril, el telégrafo y el teléfono. Sin embargo, existió un marcado déficit fiscal y se le acusa de no ser muy escrupuloso en el manejo de los fondos públicos en su beneficio personal, quedando a la vista la cantidad de terrenos que adquirió.

El “Rasputín” de la familia Crespo

Uno de los capítulos más famosos durante la primera presidencia de Joaquín Crespo es lo relativo al yerbatero y curandero Telmo Romero, que se convirtió en médico de cabecera de la familia presidencial y desde 1884 ocupó los cargos de director del Lazareto de Caracas (cuidado de los leprosos) y del Asilo de Enajenados de Los Teques, donde aplicó tratamientos impresionantemente macabros.

Adicionalmente, se le concedió una patente exclusiva para la elaboración de sus originales fórmulas, para lo cual Telmo adquirió la botica La Indiana en la Esquina de Madrices, que era muy frecuentada por los todos los políticos del Partido Liberal. Este negocio fue apedreado por los estudiantes en una manifestación, luego de quemar los libros del yerbatero, ante la inminente amenaza de que Crespo nombrara a Telmo Romero como Rector de la Universidad Central de Venezuela.

Narra el historiador Elías Pino Iturrieta, miembro de número de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela, que Telmo Romero tenía la teoría de que el país marchaba tan mal porque sus pobladores tenían la costumbre de masturbarse en exceso, ante lo cual el Presidente ordenó publicar estas reflexiones en la prensa. Igualmente, el curandero pensaba que la locura provenía del recalentamiento de la cabeza, y por tal motivo abría un hueco en el cráneo a los considerados dementes y les introducía agua fría con una manguera.

Dice Pino Iturrieta que Telmo Romero se hizo imprescindible para Crespo a instancias de Misia Jacinta, que creía fielmente en los remedios de Telmo. Debido al gran poder que ella ejercía en su marido, el yerbatero llegó a tener cargos muy importantes. Por otra parte, como es sabido, Joaquín era hijo de otro curandero, lo cual le inclinaba a confiar ciegamente en el loco Romero.  

Otra fuente comenta que Telmo Romero apareció un buen día buscando la ayuda del Presidente en un asunto relacionado con el ganado, y de paso curó a una de las hijas que estaba muy grave. Le recetó sancocho de zamuro, manteca de raya y aguardiente de palo santo, lo cual hizo que la niña se recuperara milagrosamente, por lo que se convirtió en una persona imprescindible para los Crespo, e incluso fue condecorado con grandes honores en el año 1885.

Caño Amarillo

Aunque existen otras versiones acerca de este nombre, todo parece respaldar la teoría de que la zona fue bautizada como Caño Amarillo por el general Joaquín Crespo para conmemorar la Batalla de San Fernando de Apure, en la que sorprendieron al enemigo entrando por un caño así llamado. Fue Crespo quien compró todos los terrenos de la zona conocida como Caño Amarillo en Caracas. Los adquirió en el año 1884 y comenzó a edificar en ellos.

Estudios cartográficos del sitio, realizados por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela, testifican que en este lugar no existía ninguna construcción hasta el año de 1883, cuando se inauguró la Estación del Ferrocarril Caracas-La Guaira que fue la entrada principal a Caracas hasta que dejó de funcionar en 1951.  

A una cuadra de la actual estación del metro Caño Amarillo, existe todavía un bar muy viejo llamado La Estación. Anteriormente tuvo por nombre El Gardeliano, ya que en la plaza que está al frente cantó Carlos Gardel cuando llegó en tren procedente de La Guaira el 25 de abril de 1935. Este pequeño bar, donde acostumbran a reunirse músicos y artistas, tiene murales del famoso Gardel en sus paredes y mesas de madera que crean un ambiente bohemio y acogedor.



En Caño Amarillo se desborda el arte urbano, las fachadas de la casas son muy pintorescas, y existen tres construcciones consideradas como reliquias históricas, de las cuales sólo una se conserva en buen estado. Ellas son: Clínica de los Baños Hidroterápicos, Almacenadora Santa Inés-Aserradero El Túnel y Villa Santa Inés.

Clínica de los Baños Hidroterápicos

Al igual que el ferrocarril, en el año 1883 se inaugura un sitio de baños hidroterápicos en los alrededores de la estación. En 1902 el lugar es comprado por el Dr. Rafael Soucy, quien se asocia con su cuñado, el célebre cirujano Dr. Pablo Acosta Ortiz, y entre ambos amplían y convierten al local en una clínica donde se realizaban operaciones, además de fungir como casa de reposo manteniendo el atractivo de los baños medicinales.

Según documentos de la época, esta estructura llagó a tener tres niveles y contaba con 14 habitaciones, así como consultorios y áreas quirúrgicas. Cuando muere el Dr. Pablo Acosta Ortiz en el año 1914, la clínica se destina a centro asistencial de carácter público y toma su nombre, permaneciendo en servicio hasta el año 1939.

Posteriormente, al fallecer el Dr. Soucy, sus herederos venden la propiedad. Entonces ésta pasa a ser utilizada por una depositaria judicial, con apartamentos alquilados en el tercer nivel, hasta el año 1989 que durante el Caracazo la empresa es saqueada y luego incendiado el edificio, quedando el mismo totalmente en ruinas. El sitio donde estaban los baños hidroterápicos se convirtió en un autolavado.

Almacenadora Santa Inés y Aserradero El Túnel

Según consta en la documentación que detalla los bienes de Crespo al morir, la edificación donde estaban estas dos empresas le pertenecía. Pero posteriormente aparece vendida, quizás porque Misia Jacinta necesitaba dinero para enfrentar las deudas que heredó de su esposo. A partir de la fecha de su compra por parte de un señor llamado Jerónimo Martínez, la estructura adquiere un piso adicional y cambia su apariencia, para convertirse en un bonito hotel.

Este edificio estaba muy cerca de la clínica y la gente lo recuerda con el nombre de Hotel Los Baños, ya que comenzó a servir como alojamiento para las personas que venían a atenderse médicamente o a recibir terapias, así como para sus familiares. Es de suponer que también era buen negocio desde el punto de vista turístico, por las personas que iban o venían de La Guaira y querían pasar una noche en Caño Amarillo, quizás para visitar el bar El Gardeliano que era muy famoso.

Pero pasado el tiempo, en la medida que la casa de reposo se convirtió en un lugar de asistencia pública y los baños hidroterápicos comienzan a decaer, el hotel se transformó en una pensión o casa de vecindad, y dicen que además en prostíbulo. Por su cercanía con el edificio de la clínica, esta estructura también ardió en 1989 y posteriormente sus ruinas se volvieron guarida de indigentes. 



 
Villa Santa Inés

Esta fue la vivienda de Joaquín Crespo desde 1885 hasta que murió, y luego de su familia hasta 1907. Al parecer fue construida con la intención de que sirviera como casa de campo, porque simultáneamente, con la compra de estos terrenos en 1884, Joaquín también adquiere los de la hacienda donde se erigirá Miraflores. El nombre de la villa, así como el de la almacenadora, obviamente recuerda la memorable Batalla de Santa Inés.

Villa Santa Inés fue construida en dos etapas, lo que produce una mezcla ecléctica en muchos aspectos. La primera fase, que estuvo terminada en 1885, era de corte neoclásico. Posteriormente Crespo conoce a un arquitecto catalán cuando viaja a España en 1888 y le solicita que venga al país para terminar la edificación. Entonces ésta adquiere un notorio toque neobarroco, al estilo de las más lujosas villas europeas.



Esta casa es realmente suntuosa, tanto por su diseño y fachada como por su decoración interna, ya que pintados en sus paredes se pueden apreciar cuadros de los mejores artistas venezolanos tales como Martín Tovar y Tovar, Arturo Michelena y Antonio Herrera Toro, entre otros. En 1970 fue declarada Monumento Histórico Nacional y desde 1985 pasó a ser sede del Centro Nacional de Conservación y Patrimonio, que a partir de 1993 se llama Instituto del Patrimonio Nacional (IPN).

La villa tuvo que ser cuidadosamente restaurada, tanto por dentro como por fuera, ya que la estructura pasó por diferentes manos desde que Misia Jacinta la vendió a la Compañía del Gran Ferrocarril de Venezuela, lo cual la había deteriorado notoriamente. La edificación está rodeada por una extensa zona de jardines. Es de planta rectangular, tiene dos niveles más un sótano, y uno de sus principales atractivos es el patio interno con techo de forma elíptica, al que se llega luego de atravesar un porche circular.

Durante la segunda etapa de construcción también se comenzó a erigir un arco que conmemora la Independencia, al estilo del Arco de la Exposición Universal de Barcelona, pero únicamente se concluyeron los dos pilares y sus relieves en piedra simulando figuras y elementos vegetales. Igualmente, en esta fase también se agregaron elementos decorativos de gran vistosidad a la fachada de la casa, tales como materos, capiteles y llamativos mascarones.



Palacio de Miraflores

Hay diferentes opiniones respecto al nombre del Palacio de Gobierno. De todas ellas, la que parecería tener mayor sentido es la que alude al caserío Miraflores de Guacharacas donde nació Joaquín Crespo. Sin embargo, en un principio este sitio fue llamado Residencia La Trilla, por el nombre de la hacienda que fue comprada en 1884, la cual había pertenecido en tiempos de la Colonia al Conde de San Javier.

La construcción del palacio que “El Tigre de Santa Inés” pensaba iba a ser su vivienda familiar se demora bastante. Por una parte, debido al terreno irregular que hacía necesario un movimiento de tierra importante y, por la otra, porque Crespo estaba sumamente ocupado en todos los avatares de la política y sus revoluciones. Es a partir del año 1890 que se puede dedicar con más atención a su proyecto y en 1897 aparece por primera vez la Esquina de Miraflores en el mapa de la ciudad.

Crespo tenía enormes expectativas acerca de la construcción de esta residencia, que según su proyecto debía superar ampliamente el esplendor de Villa Santa Inés y servir para el embellecimiento de la ciudad. Miraflores se concibió con un estilo de palacio neobarroco francés, lo cual se transmite principalmente con su monumentalidad así como por la forma de sus ventanas y los detalles externos.



"El Tigre de Santa Inés" no escatimó recursos y contrató a los mejores pintores de la época, como Arturo Michelena y Martín Tovar y Tovar, para que decoraran las paredes del nuevo Palacio. Tampoco reparó en ningún gasto por suntuoso que fuera, y mandó a traer espejos franceses, mármoles italianos y rosetones españoles, lo cual implicó una gran cantidad de dinero ante lo cual tuvo que responder luego Misia Jacinta.

La alta deuda contraída obligó a la viuda a vender algunas propiedades y hasta alquilar el Palacio de Miraflores a Cipriano Castro, que por suerte estaba muy interesado luego del terremoto del año 1900. Posteriormente, en 1911, Misia Jacinta le vende Miraflores al gobierno, durante el mandato de JuanVicente Gómez, quien lo convierte en Residencia Presidencial oficial. Sin embargo, dicen que al “Benemérito” no le agradaba dormir en el Palacio. 

El Palacio de Miraflores posee planta cuadrada y muchos jardines al estilo italiano y francés. Los salones se ubican alrededor de un gran patio central con arcos soportados por columnas de reminiscencia entre neoclásico y mudéjar. Tiene dos niveles además de un sótano, y cuentan que hay muchísimos pasadizos secretos. Muchos de ellos mandados a construir por Misia Jacinta para resguardar a su esposo ante posibles ataques.

En la actualidad existen siete salones dedicados a personalidades o hechos históricos, además de la capilla y el Despacho Presidencial. Ellos son: Salón Néstor Kirchner, Salón de Los Embajadores, Salón Boyacá, Salón Pantano de Vargas, Salón Sol de Perú, Salón Ayacucho y Salón Simón Bolívar. Respecto al último, anteriormente se llamó Salón de los Espejos y luego, a instancias del presidente Hugo Chávez, le fue cambiado el nombre a Salón Joaquín Crespo para recordar al primer dueño de Miraflores. Sin embargo, Nicolás Maduro eliminó este honor y le puso Salón Simón Bolívar.



Nunca el “Tigre de Santa Inés” podría haber imaginado aquel comienzo del año 1898, cuando visitó Miraflores antes de irse a combatir en Cojedes, que iba a ser la última vez que sus ojos vieran su Palacio. Joaquín Crespo fue enterrado el 24 de abril de 1898 en su mausoleo familiar del Cementerio General del Sur, pero en el año 2013 sus huesos fueron robados por presuntos practicantes de la magia negra.

Cuentan en el llano que, cuando todo está en calma, suele aparecer un hermoso caballo blanco, con un jinete muy parecido a Crespo pero sin rostro, que se pierde galopando en la inmensidad de la sabana.

Referencias:

Arráiz Lucca, R. (2007). Venezuela: 1830 a nuestros días. Caracas, Venezuela: Editorial Alfa.

 

IAM Venezuela. (s. f.). Villa Santa Inés. https://iamvenezuela.com/2016/07/villa-santa-ines/

 

Landaeta Rosales, M. (1893). Biografía del Benemérito General Joaquín Crespo. Caracas, Venezuela: Imprenta Bolívar.

 

Troconis De Veracoechea, E. (1996). Indias, esclavas, mantuanas y primeras damas. Caracas, Venezuela: Alfadil /Trópicos.

 

Venezuela en Retrospectiva. (2018, 13 mayo). Jacinta Parejo de Crespo. https://venezuelaenretrospectiva.wordpress.com/2018/05/13/jacinta-parejo-de-crespo/

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