jueves, 14 de enero de 2021

José Antonio Páez: el caudillo más carismático de la historia

 


Aunque mucho se ha escrito reconociendo la gran importancia histórica del Centauro de los Llanos, también apodado Catire, Taita, o Ciudadano Esclarecido, entre varios otros, hay algunos autores que tratan de opacar su prestigio tildándolo de traidor, obviando que existieron causas determinantes, las cuales condujeron al desencadenamiento de los hechos que desembocaron en La Cosiata.

Páez es el representante más fiel del caudillismo venezolano y uno de los hombres que preponderantemente ha marcado la historia, ya que con él nació Venezuela como país. Fue presidente tres veces entre los años 1830 y 1863 y manejó todos los hilos políticos de la República durante muchos años.

Su autobiografía y lo que cuentan sus biógrafos testifican que, a pesar de que se le pueden hacer muchas críticas, Páez es uno de los políticos más auténticos y carismáticos que ha tenido Venezuela.

Un llanero recio

José Antonio nació el 13 de junio de 1790 en una casa muy precaria ubicada a orillas del río Curpa en el estado Portuguesa. Fue hijo de una familia numerosa de origen canario y recibió una educación bastante elemental. Por esas cosas del destino, un buen día, cuando ya tenía 17 años, mató a un hombre en defensa propia y tuvo que huir de su casa, colocándose como peón en el Hato de La Calzada.

Allí se encontró con el zambo Manuelote, un capataz que acostumbraba a humillarlo y someterlo a duras pruebas, y supo lo que es pasar trabajo. Pero esta ruda experiencia fue fundamental para su futuro; se convirtió en el gran aprendizaje de su vida y lo llevó a ser, junto a Bolívar, el hombre de mayor trascendencia en la Guerra de Independencia.

De lo que cuenta en su autobiografía se desprende que Páez siempre fue respetuoso y humilde, al tiempo que muy alegre y bullanguero; en los ratos de ocio acostumbraba a tocar el cuatro, cantar y bailar, por lo que ganó gran popularidad entre los peones del hato donde servía,  así como de todos los aledaños.

En La Calzada se hizo un maestro domando potros salvajes, se convirtió en un gran jinete, y perdió el miedo a atravesar las corrientes peligrosas de los ríos llenos de caimanes y pirañas. De esta época proviene el apodo de Catire, ya que, aunque era de tez morena, su color de piel contrastaba con la del resto de los trabajadores.

Por su valentía y destreza llegó a ser capataz de otra de las haciendas del dueño de aquellas tierras y también Jefe de los Jinetes del Llano que se encargaban de proteger a los hatos de Barinas. Los años de 1809 a 1811 fueron de gran importancia para su vida ya que se casa con Dominga Ortiz, dama de familia adinerada, y adicionalmente es llamado a ocupar el cargo de soldado de caballería al servicio de la causa republicana.

Páez había desarrollado una impresionante fortaleza física que, aunada a sus dotes naturales de inteligencia y audacia, lo convertían en un llanero recio y temible.

Héroe de batallas

José Antonio Páez logra formar un gran ejército que lo admira y lo sigue fielmente, y se hace famoso por las muchas batallas ganadas. Como todo caudillo llanero es amable y cercano con su tropa, al tiempo que reconocido por su magnanimidad con los prisioneros de guerra, lo que hace que muchos de ellos se conviertan en partidarios.

Bolívar viaja hasta el hato Cañafístula a comienzos de 1818, se reúne con Páez para pedirle que lo acepte como jefe y, a partir de ese momento, el Centauro de los Llanos se torna en figura central del movimiento independentista. Sus hombres eran expertos en el manejo de la lanza y la pelea cuerpo a cuerpo, además de los mejores y más osados jinetes.

La participación de Páez y sus lanceros es decisoria el 24 de junio de 1821 en la Batalla de Carabobo, ya que toman la delantera sorprendiendo a los contrarios para, finalmente, cuando se les acaban las municiones a los enemigos, rematarlos con las armas blancas. Por su valentía sin par, Bolívar honra a Páez, reconociéndolo como el gran héroe de la contienda y nombrándolo General en Jefe de los ejércitos.

Pero hay otra hazaña del llanero más sorprendente aún con la toma del Castillo de Puerto Cabello, último reducto de los realistas. El 8 de noviembre de 1823 José Antonio y su ejército nadan durante la noche en las aguas llenas de lodo que rodean a la fortaleza y los toman por sorpresa, lo que produce la rendición definitiva de las tropas leales a la corona.

Durante todos estos años Páez aprovecha para comprar muchas haciendas, que eran expropiadas a los realistas, y se convierte en un gran terrateniente al igual que una gran mayoría de los patriotas. Este hecho sirvió de bandera para los liberales y la Revolución Federal encabezada por Ezequiel Zamora que, entre los años de 1859 y 1863, sublevaron a los campesinos en pro del reparto de tierras, aunque todo terminó siendo una farsa.

Cuentos de a caballo  

Existen muchas anécdotas sobre la vida del catire.

Cuentan que un día liberó, él solo con su caballo, a ciento quince patriotas prisioneros de los realistas: se presentó en la prisión agarrando por sorpresa a los carceleros y gritando “¡Adelante!”, como si un gran regimiento lo siguiera, hizo huir despavoridos a todos los guardias.

También dicen que acostumbraba a fingir voces diferentes, simulando estar acompañado de muchos hombres, y que amarraba cueros de vacas a las colas de varios caballos, para que creyeran que un grupo de jinetes lo acompañaba. Todas estas tretas lo salvaron más de una vez de ser atacado.

Una de sus más famosas historias es la que cuenta el mismo José Antonio en su autobiografía, de la época en que ya era presidente, la cual se refiere al encuentro con uno de los más temibles bandoleros realistas que, desde los Valles del Tuy donde tenía su refugio, azotaba a Caracas y sus alrededores.

Páez se dirige a la montaña donde Cisneros estaba atrincherado con sus hombres y manda a un emisario para anunciarse, a lo que el guerrillero responde que lo recibirá como se merece. Sube el Presidente y se encuentra a 200 hombres armados hasta los dientes con carabinas y machetes.

Cisneros increpa a Páez y le pregunta que cómo se atreve a llegar hasta allí, a lo que éste contesta que quiere pactar la paz, pero Cisneros en tono de burla le dice que ordene algunas maniobras a sus hombres para comprobar su habilidad. En un momento todos apuntan sus armas contra Páez que, al verse perdido, comienza a dirigir su propio fusilamiento.

Ante la valentía de José Antonio, Cisneros manda a parar a sus bandoleros y le dice al presidente que lo ha vencido y que le será fiel para toda la vida. Respecto a esta anécdota, los biógrafos cuentan que luego Páez cedió algunas tierras a Cisneros para que las cultivara, y terminó bautizándole un hijo, por lo que llegaron a ser compadres.

El poder

Habían pasado más de seis años desde que la Ley Fundamental de la República Colombia del 12 de diciembre de 1819 decretara la consolidación de una gran nación formada por los departamentos de Cundinamarca, Quito y Venezuela. Un año más tarde, en agosto de 1821, había sido sancionada la nueva Constitución donde se establecía que Bogotá era la capital. Como Vicepresidente, que para el caso era el mandaba porque Bolívar siempre estaba en campaña, fue escogido el neogranadino Francisco de Paula Santander.

Ya esto no gustó mucho en Venezuela, además de que el poder estaba totalmente centralizado y no se podía tomar ninguna decisión en los departamentos, sino esperar por las instrucciones para cualquier detalle, ya estuviera relacionado con la Ley o con asuntos económicos. Páez había sido nombrado Jefe Militar de nuestro departamento y existía también la figura de un Intendente, que fueron varios en un período relativamente corto.

 Por otra parte, según cuenta la historia, Francisco de Paula Santander no era muy pro venezolano que se diga y, a juzgar por acontecimientos que posteriormente sucedieron, tampoco quería al Libertador. Pero lo que desencadenó la tormenta, que se llamó La Cosiata por una obra de teatro que se exhibía en Valencia, fue que Páez actuó inconsultamente en cierta situación y, al ser llamado a Bogotá a declarar, a lo cual se negó, fue relevado de su cargo.

Ante esta circunstancia se reúne la Municipalidad de Valencia el día 30 de abril de 1826 y ratifica a Páez en sus funciones, lo que posteriormente es secundado por Caracas el 5 de mayo, proclamando al caudillo como Jefe Civil y Militar del Departamento de Venezuela. Esto hace que Bolívar venga al país en 1827 y ratifique a Páez, pasando por encima de las decisiones de Bogotá, donde por cierto las cosas tampoco estaban muy bien y se enfrentaban los partidarios del federalismo con los del centralismo.

Posteriormente, en el año 1829 un Congreso reunido en Caracas, específicamente en el convento de San Francisco, desconoce a Bolívar y nombra a Páez como presidente encargado. En 1830 una Asamblea Constituyente proclama la nueva Constitución de la República de Venezuela, y en 1831 Páez es elegido por el Congreso como Presidente Constitucional, cargo que ejercerá hasta 1835. 

Páez, en su autobiografía, refiere que la Gran Nación se había convertido en una especie de monstruo ingobernable, existiendo una gran incoherencia, muchas contradicciones y falta de claridad en las políticas. También dice que la separación era algo inevitable y que nunca fue procurada por él, sino que por circunstancias le tocó liderarla. Según concuerdan muchos historiadores, el proyecto de Colombia fue una idea grandiosa, más bien un sueño, muy difícil de concretar.   

Aspectos resaltantes de la Constitución de 1830, que fundó la Cuarta República, fueron:

  • En contraposición al gobierno centralista de la Constitución anterior, el nuevo régimen era central-federal, lo que permitía la toma de algunas decisiones políticas y económicas a las provincias.
  • Existían tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Los períodos presidenciales eran de cuatro años y no se permitía la reelección inmediata.
  • No se determinó ningún culto oficial, lo que molestó a la Iglesia Católica, y se abolieron las prerrogativas de las que gozaban el clero y los militares, llevándolos a la condición de ciudadanos comunes.
  • Para ser considerado ciudadano era necesario saber leer y escribir, además de tener propiedades o ser profesional, lo cual ya era parte de la Constitución de Cúcuta y se basaba en el Discurso de Angostura de Bolívar (15 de febrero de 1819).

Páez fue Presidente Constitucional en los períodos 1831-1835 y 1839-1843, y dictador entre los años de 1861 y 1863. Durante una larga etapa, desde su nombramiento como presidente por primera vez,  hasta 1847 en el que cometió la falla política más grave de su vida, tuvo un gran poder y ascendencia sobre los presidentes cuando él no estaba mandando. A partir de 1848  perdió el control del país, pero volvió en 1861 y gobernó por tres años. Desde La Cosiata hasta 1863,  su carrera como político prominente abarca un período de 37 años.

Los primeros gobiernos de Páez se caracterizaron por traer grandes avances sociales y económicos al país, lo cual está respaldado por estadísticas, y el mayor error que se le achaca es haberse rodeado de las élites y mandar con ellas, a consecuencia de que éstas supieron encantarlo, adulándolo y rindiéndole honores y pleitesía.

Vida Privada

En 1821 Páez se separa de su esposa Dominga Ortiz, aunque el matrimonio nunca pudo ser disuelto legalmente por no existir el divorcio, y se une a Bárbara Nieves, dama muy culta que lo inicia en la lectura de autores clásicos y le despierta el gusto por el teatro, la pintura y todas las artes, al tiempo que lo estimula para que aprenda idiomas. Barbarita será el gran amor en la vida del Centauro de los Llanos.

En Caracas fijan residencia en una casa hermosa, especie de palacio,  llamada La Viñeta. Estaba ubicada en la Esquina del Mamey donde hoy se encuentra el Grupo Escolar Francisco Pimentel, pero ya no es la misma estructura porque fue demolida. Aquí se organizaban grandes fiestas y veladas donde Barbarita y las hijas cantaban y bailaban, de modo que La Viñeta era el lugar donde se concentraba la alta sociedad de Caracas, a pesar de que secretamente criticaban al Presidente por sus maneras toscas y vivir con una amante.

Cuentan que La Viñeta tenía los jardines más espectaculares de Caracas y allí se podía admirar la más variada gama de flores: violetas, jazmines, novios, magnolias y rosas, entre otras, además de muchas matas de mango y diferentes especies de árboles exóticos. El jardinero, por cierto, había sido un guerrillero que estuvo a punto de matar a Páez, pero luego confesó que su pistola no tenía municiones y el Presidente lo adoptó.

Los biógrafos de José Antonio refieren que tuvo nueve hijos, aunque podrían ser más. Cuatro con Dominga: Manuel Antonio, María Antonia, María del Rosario y Hermenegildo. Cuatro con Barbarita: Úrsula, Juana, Sabas Antonio y Sofía. Y uno con una señora colombiana, al que no reconoció, que fue pintor y se llamó Ramón Ricaurte. De este último descendiente así como de su madre no se conoce mucho, e incluso pocos lo mencionan.

Hay documentos que atestiguan que Páez ingresó en la masonería a raíz de su contacto con los ingleses que participaron a favor de la Guerra de Independencia, y al parecer logró obtener un alto rango en la logia a la que pertenecía. Igualmente, hay cronistas que refieren su afición por las peleas de gallos y los toros coleados, lo que en algunas oportunidades le trajo censuras de la Ley por falta de permisos, a lo cual se sometió aún siendo el presidente.  

Según el Doctor Lisandro Alvarado, Páez era obsesivo a consecuencia de una enfermedad hereditaria. Este autor hace referencia a Arístides Rojas, quien conoció a la familia Páez muy de cerca porque estudió con sus hijos, y cuenta que de pequeño fue mordido por una serpiente venenosa, lo que agravó su tendencia hacia la neurosis.  

Una de sus principales manías era el pescado, no pudiendo ingerirlo ya que imaginaba que esta carne se convertiría en un ofidio una vez que llegara a su estómago. También sufría de ataques de epilepsia cuando algo perturbaba su sistema nervioso, por ejemplo al ver una culebra, lo cual hacía que se cayera del caballo.

El mismo Centauro ratifica su trastorno en sus memorias cuando narra que, en las contiendas, al sentir los primeros tiros de los adversarios, caía en una especie de trance y luego enloquecía, de manera que sus compañeros de armas tenían que agarrarlo para impedir que se lanzara impulsivamente contra el enemigo.

Un error imperdonable

En 1840 se funda el partido Liberal, siendo una de sus principales figuras el caraqueño Antonio Leocadio Guzmán, que es otro de los personajes típicos y más interesantes de nuestra historia. Antonio Leocadio fue hijo de un español realista y padre de Antonio Guzmán Blanco, quien más tarde marcará otros largos años en el devenir histórico de Venezuela. Desde su periódico El Venezolano, Antonio Leocadio se dedicó a desprestigiar a Páez y sus seguidores, ocasionándoles gran daño.

Para las elecciones de 1847 Páez apoya a José Tadeo Monagas, un caudillo de los llanos, en este caso de los llanos orientales, prócer destacado de la guerra de independencia y otro de los principales hombres de Bolívar. José Tadeo se había levantado en armas dos veces contra Páez en su primer gobierno y había sido amnistiado, por lo que no debería de haber sido el candidato.

Sin embargo, como cuenta José Antonio en sus memorias, quien para 1847 era Jefe de los Ejércitos, apoyarlo era una forma de comprometerlo con la República y así evitar que siguiera constituyendo un peligro. Por otra parte, los conservadores no tenían un candidato fuerte y dentro del panorama político José Tadeo era el que podía garantizar la estabilidad.

Pero sucede que, apenas José Tadeo toma el poder en 1848, se adhiere a los liberales convirtiéndose en líder de este partido,  y además cesa a Páez de sus funciones, por lo que éste último se subleva, siendo luego apresado y humillado públicamente por las calles de Valencia y de Caracas. Le colocan unos grillos y lo pasean en medio de los más terribles insultos orquestados por los seguidores de José Tadeo.

Posteriormente el insigne llanero es enviado al Castillo de San Antonio en Cumaná, donde se le encierra en una celda húmeda sin oxígeno. Narra en su autobiografía que la falta de aire lo obligaba a acostarse en el suelo para respirar por debajo de la puerta, que no podía recibir cartas de su familia, y que su único ejercicio consistía en bailar cuando uno de los guardias tocaba la guitarra.

Para esta fecha ya Barbarita había fallecido. Su esposa Dominga Ortiz intercede para que le cambien la cárcel por el exilio y el 23 de mayo de 1850 es sacado del castillo, el cual es rodeado por una multitud que esta vez lo ovaciona, y de una vez embarcado en un buque que lo espera en el puerto de Cumaná para ser enviado a Saint Thomas. Desde esta isla luego viaja a Nueva York para ser recibido con honores.

Mientras tanto los Monagas, entre José Tadeo y José Gregorio turnándose en el poder,  implantan una dinastía que durará hasta 1858:

·         José Tadeo Monagas: 1848-1851

·         José Gregorio Monagas: 1851-1855

·         José Tadeo Monagas: 1855-1858 (no terminó el mandato).

Del período de José Gregorio Monagas es el decreto que otorga la libertad a los esclavos el 24 de marzo de 1854.  Esto fue muy bien acogido por las familias adineradas y los latifundistas, porque tener esclavos ya no era negocio. Resultaba muy costoso mantenerlos en relación a lo que producían, siendo más conveniente liberarlos y luego contratarlos como peones, o bajo la figura de personal para el servicio doméstico.

En el año 1857, bajo la segunda presidencia de José Tadeo, se sanciona una nueva Constitución que alarga el período presidencial a seis años y permite la reelección inmediata, lo cual evidenció la intención de José Tadeo de permanecer en el poder junto a sus familiares.

Adicionalmente, José Tadeo había secuestrado al parlamento y lo utilizaba según sus propios intereses y, por otra parte, la deuda externa había subido desmesuradamente al tiempo que había manejos dolosos de los dineros de la Nación y grandes corruptelas que involucraban a gran parte de los ministros, así como a otros actores ubicados en cargos importantes.  

Esta situación produce una alianza entre conservadores y liberales para dar un golpe de Estado ante el excesivo personalismo y desastres del gobierno. Así, se alza de Julián Castro con la Revolución de Marzo, lo que obliga a José Tadeo a refugiarse en la delegación francesa en Caracas y renunciar, mientras que José Gregorio es apresado y enviado al Castillo de San Carlos en el estado Zulia, donde al poco tiempo muere de cáncer.

Tiempos difíciles

A partir de la caída de José Tadeo en 1858, vienen quince años que son los más complicados y turbulentos de la historia después de la Independencia. Dentro de ellos se ubica  la Guerra Federal o Guerra de los Cinco Años entre 1859 y 1863, que dejó al país en la más miserable de las ruinas. Hasta 1873, cuando Antonio Guzmán Blanco asume oficialmente su primera presidencia luego del triunfo de la Revolución de Abril en 1870, el país no volverá a tener algo de estabilidad, aunque no muy duradera.

Los líderes de la Guerra Federal fueron Ezequiel Zamora, Juan Crisóstomo Falcón, Antonio Leocadio Guzmán y Antonio Guzmán Blanco. El movimiento comienza el 20 de enero de 1859 en Coro, cuando toman por asalto el cuartel y roban todas las armas. Los campesinos se sublevan y se proclama a  Ezequiel Zamora como máximo líder y Jefe del Ejército Federal, formando un gobierno paralelo que pronto tuvo bajo su control a varias regiones del país.

Entre 1858 y 1870 se suceden nueve gobiernos, incluyendo provisorios, electos, dictadura de Páez y otros golpes de Estado. José Antonio vuelve a Venezuela en 1858, pero se va y viene otras dos veces por diferentes circunstancias. Finalmente en 1863 regresa a Nueva York de forma definitiva, después de que termina la Guerra Federal con el Tratado de Coche y Páez renuncia a su mandato como dictador.

Cuando José Tadeo Monagas es destituido en 1858 se nombra un gobierno provisional, posteriormente Julián Castro, que había sido el autor del derrocamiento, es proclamado presidente por una Asamblea Constituyente. La idea era que el nuevo gobierno se constituyera con un peso equilibrado entre conservadores y liberales, dado que ambos bandos habían formado la coalición para dar el golpe al último gobierno de los Monagas, pero no pasa así.

Sucede que Julián Castro comienza inclinándose demasiado por los conservadores y luego gira totalmente hacia los liberales, ante lo cual Páez, que había llegado en 1858 y era Ministro de Guerra y Marina, se regresa a Nueva York en 1859. Ese mismo año le dan un golpe de Estado a Julián Castro y asume temporalmente Pedro Gual, un hombre ya de edad, comprometido y leal a la Constitución y a las leyes de la República.

En 1858 se aprueba una Constitución que restituye el período de cuatro años y la no reelección inmediata. Esta carta magna tiene como avances importantes el prohibir la elección de parientes en cargos de gobierno, así como instaurar el voto directo para presidente, vicepresidente, diputados y gobernadores, lo que otorga poder a las provincias al decidir sobre sus mandatarios.  

En el año 1860 toca ir a elecciones y gana Manuel Felipe Tovar, fiel representante de los conservadores. Entonces Páez regresa ese mismo año y vuelve a ocupar su cargo de Ministro de Guerra y Marina. Pero este nuevo gobierno resulta muy débil, a pesar de todos los esfuerzos por recuperar al país no lo logra y la Guerra Federal sigue en su apogeo, por lo que todos los ministros lo abandonan, entre ellos Páez que se va de nuevo a Estados Unidos. 

Poco después, Manuel Felipe Tovar, cuando ve que las cosas se complican cada vez más, le solicita a José Antonio que regrese y lo nombra Jefe del Ejército. En  estos momentos predominaba la idea de que era necesario imponer un gobierno dictatorial, siendo Páez la persona idónea por su trayectoria y ascendencia sobre los militares.

Paz y retirada

Tovar renuncia en 1861 y otra vez toma el mando Pedro Gual de forma provisional. Finalmente Páez se decide y, a través de un coronel que le es fiel,  le da un golpe a Gual, para asumir el gobierno como Jefe Supremo Civil y Militar. A partir de esta fecha se dedica a procurar un pacto con Juan Crisóstomo Falcón, que había quedado como líder de la Guerra Federal luego de que Ezequiel Zamora muriera en 1860.

El 23 abril de 1863 Páez logra por fin un acuerdo con Falcón mediante el Tratado de Coche. Se convoca un Congreso con igual número de conservadores y federales y Páez renuncia, quedando como presidente provisional Juan Crisóstomo Falcón. Al año siguiente se promulga otra Constitución, de corte federal, con 20 estados autónomos, donde el país pasa a llamarse Estados Unidos de Venezuela y se mantienen los cuatro años de gobierno y la no reelección inmediata.

Posteriormente Falcón es electo presidente para el período 1865-1868, pero es derrocado un poco antes de concluir su período. Monagas regresa en 1868 con nuevos ímpetus y con su Revolución Azul acaba con el gobierno federal. Aunque esto no durará mucho, ya que en 1870 vuelve Antonio Guzmán Blanco con su Revolución de Abril, llamada así porque se concreta el  día 27 de ese mes, y tumba a José Tadeo para comenzar otro largo período de la historia.

José Antonio muere el 6 de mayo el 1873 en Nueva York a causa de una bronconeumonía posterior a una fuerte gripe. Luego de la firma del Tratado de Coche, Juan Crisóstomo Falcón le pide a Páez que se quede en Venezuela. Ante su negativa, le paga el pasaje de regreso prometiendo enviarle mensualmente el importe de su sueldo, pero esto duró poco tiempo por los avatares que sufrió la República.

Los que escribieron sobre esta época en la que murió Páez cuentan que era muy pobre. Remendaba su ropa y, si no hubiera sido por la caridad de algunos, su cuerpo habría ido a parar a una fosa común. En 1888, bajo la presidencia de Hermógenes López,  sus restos llegaron al país y se les rindieron todos los honores, llevándolos al Panteón Nacional.  

Este período de nuestra historia es especialmente ilustrativo para mostrar que, como alguien dijo, en Venezuela no hay cadáveres políticos hasta que no están bajo tierra,  lo cual luego siguieron demostrado los hechos.  Por otra parte, también es interesante observar cómo gobiernos del tipo de los Monagas cansaron con sus excesos hasta a sus propios partidarios y no pudieron ir más allá de una década. Claro está que también hay otros ejemplos, como es el caso de Juan Vicente Gómez, que fue dictador durante 27 años en el período 1908-1935, y su mandato se acabó porque murió a la edad de 78 años.

Referencias:

-Alvarado Lisandro (1895). Neurosis de hombres célebres de Venezuela. Prodavinci. Recuperado de  https://prodavinci.com/neurosis-de-hombres-celebres-de-venezuela/

-Arráiz Lucca, R. (2007). Venezuela: 1830 a nuestros días. Caracas: Editorial Alfa.

-Herrera Luque, F. (1991). Los Reyes de la Baraja. Caracas: Editorial Grijalbo Mondadori.

-Mendoza, A. (2014). José Antonio Páez y José Tadeo Monagas: relaciones de poder caudillista durante el período 1846-1849. Tesis para optar al grado de Doctor en Historia. Universidad Católica Andrés Bello. Caracas. 


36 años de dictadura

 


Entre los años 1899 y 1935 Venezuela padeció la dictadura más cruenta de su acontecer. Este período se sitúa dentro de uno más amplio, conocido como la Hegemonía Andina, que duró 46 años, comenzando con la llegada de las tropas de Cipriano Castro a Caracas, el 22 de octubre de 1899, y culminando con el golpe de Estado a Isaías Medina Angarita el 18 de octubre de 1945. Los horrores que sufrieron los que se opusieron a Castro y a Gómez no deberían de quedar en el olvido.

En general, los libros de historia, aunque resaltan lo terrible que fueron las dictaduras de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez, se remiten a los datos, acontecimientos  y fechas clave, sin entrar en mucho detalle porque los textos serían interminables. Al respecto, si se quiere profundizar en lo que pasó, nada mejor que recurrir al testimonio de alguien que vivió esta época en carne propia.

Lo que aquí se narra está basado principalmente en “Memorias de un venezolano en la decadencia” de José Rafael Pocaterra (1889-1955), aunque también se recurren a otras fuentes en cuanto a los antecedentes, cronología, así como algunas otras informaciones relevantes. Pocaterra, que aparte de ser escritor fue periodista contestatario y conspiró contra Gómez,  estuvo preso en el Castillo de Puerto Cabello, en el de San Carlos (Lago de Maracaibo), y finalmente en La Rotunda.

1.   Venezuela antes de Castro

Es importante hacer referencia a los gobiernos que precedieron la dictadura de Cipriano Castro (Capacho, 11 de octubre de 1859 - Puerto Rico, 5 de diciembre de 1924), puesto que su Revolución Liberal Restauradora estuvo relacionada con los presidentes del período histórico comprendido entre 1870 y 1899. En este lapso se sucedieron diez mandatos y  prácticamente en cada uno de ellos se produjo una reforma constitucional, para adecuar la carta magna a la conveniencia del gobierno de turno.  

Presidentes anteriores a Cipriano Castro a partir de 1870

  • 1870-1877 Antonio Guzmán Blanco
  • 1877-1878 Francisco Linares Alcántara
  • 1879-1884 Antonio Guzmán Blanco
  • 1884-1886 Joaquín Crespo
  • 1886-1888 Antonio Guzmán Blanco
  • 1887-1888 Hermógenes López (encargado en el tercer período de Guzmán Blanco)
  • 1888-1890 Juan Pablo Rojas Paúl
  • 1890-1892 Raimundo Andueza Palacios
  • 1892-1898 Joaquín Crespo
  • 1898-1899 Ignacio Andrade 

Estos 29 años están dominados por la figura de Antonio Guzmán Blanco (Caracas 1829 - París 1899), quien mandó durante 14 años de forma directa y en el resto de los períodos puso en la presidencia a sus candidatos: Francisco Linares Alcántara, Joaquín Crespo y Juan Rojas Paúl, de los cuales sólo Joaquín Crespo le fue fiel.

Juan Rojas Paúl se rebeló apenas tomó el poder  y, luego de terminar su mandato, se las ingenió para colocar a su hombre de confianza Raimundo Andueza Palacios, por lo que Joaquín Crespo se alza con la Revolución Legalista y asume una segunda presidencia. Este último,  una vez  concluido su período, aupó a Ignacio Andrade, que llegó a la presidencia mediante unas elecciones a todas luces fraudulentas.

El tema constitucional tuvo gran relevancia para los dos partidos que en esta etapa dominaron la escena política: Partido Liberal Amarillo (Antonio Guzmán Blanco y sus seguidores) y Partido Liberal Nacionalista. El asunto fundamental era la forma de gobierno, centralista o federalista, que se remontaba a la Constitución sancionada el 28 de marzo de 1864, así como la duración de los períodos presidenciales.

La carta magna de 1864 se aprobó después del triunfo de los federales, cuando Juan Crisóstomo Falcón, a través del pacto con Páez denominado Tratado de Coche, da por concluida la Guerra Federal y asume la presidencia provisional hasta que es ratificado.

El Ilustre Americano

En el momento que se implementa la Constitución de 1864 bajo la presidencia de Juan Crisóstomo Falcón, el país pasa a llamarse Estados Unidos de Venezuela. Se instaura el sistema federal y la República se divide en 20 estados con autonomía, además de un Distrito Federal. Por otra parte, el período presidencial era de cuatro años sin reelección inmediata.

Es importante resaltar que Antonio Guzmán Blanco participó en la Guerra Federal, y luego, como Vicepresidente, estuvo al mando de la República mientras que Juan Crisóstomo Falcón, quien era el Presidente, se dedicaba a apagar todos los fuegos que se prendieron una vez que los estados tuvieron independencia para manejar sus propios asuntos.

El gobierno de Juan Crisóstomo Falcón recibió un golpe de Estado en el año 1868 por parte de José Tadeo Monagas y su Revolución Azul, pero luego Guzmán Blanco toma el poder nuevamente en 1870 con la Revolución de Abril, aunque su mandato comienza oficialmente en 1873 cuando el Congreso lo nombra Presidente.

Esto sucede porque, a pesar de que Guzmán Blanco gobernaba de facto desde 1870, tuvo que dedicarse por unos años a combatir a los enemigos. Guzmán Blanco decía que Venezuela era como “un cuero seco” ya que se aplastaba por un lado y se levantaba por otro, en alusión a todos los alzamientos que enfrentó.

Por la Constitución de 1864 el período de Guzmán Blanco culminaba en 1877, lo cual representó siete años consecutivos de mandato que son conocidos como el Septenio, donde además se le otorgó el título de  “Ilustre Americano” y él se mandó a construir dos estatuas: una ecuestre ubicada en las inmediaciones de la antigua Universidad Central de Venezuela y otra en El Calvario.

Pero en 1874 se promulga una nueva Constitución que lleva el período presidencial a dos años, sin reelección inmediata, lo cual favorecía la posibilidad de que Guzmán Blanco, pusiera y quitara presidentes de forma rápida. Obviamente, el nuevo período presidencial entraría a regir una vez que Guzmán Blanco terminara su mandato, aunque hubo una excepción durante su siguiente gobierno denominado el Quinquenio (1879-1884).

En 1879, estando Guzmán Blanco en Francia, sucede otro alzamiento y el Ilustre Americano se viene para combatirlo; funge como presidente provisional y luego es nombrado Presidente Constitucional por el Congreso, lo que le facilitó cinco años más de gobierno. Posteriormente, cuando termina la primera presidencia de Joaquín Crespo sale electo nuevamente como primer mandatario para el periodo 1886-1888, pero deja encargado a Hermógenes López durante un año.

2. Los andinos al poder 

Cipriano Castro se encontraba exiliado en Cúcuta desde el año 1892, cuando Joaquín Crespo se impuso con su Revolución Legalista contra el gobierno de Raimundo Andueza Palacios. Castro era un político seguidor de este último y participó en la defensa de su gobierno. En Cúcuta se había casado con Zoila Rosa, conocida como “Doña Zoila” quien, a decir de varias víctimas torturadas por la dictadura de su marido, intercedió en distintas oportunidades y logró salvar algunas vidas.

Castro había arrastrado con él a su compadre Juan Vicente Gómez, al que había conocido en  1889 y luego se hicieron muy amigos. Gómez no era político y apenas sabía leer, escribir y sacar cuentas, pero con sus bienes, procedentes de su Hacienda La Mulera (donde nació), que había manejado de manera muy eficiente, además del producto que le proporcionaba el contrabando de ganado y café,  financiaba el movimiento político de Castro y con él pasó los siete años de exilio.

Cuando Ignacio Andrade llega a la presidencia, extrañamente con el 99% de los votos, y luego promulga la Constitución Federal de 1864, Cipriano Castro decide alzarse. De acuerdo a los historiadores, esto sucede porque en ese momento Castro ve una buena oportunidad para tomar el poder por las armas sin mucha resistencia, por el gran descontento imperante contra Ignacio Andrade.

Por otra parte, en los andinos existía un gran reconcomio contra los gobiernos que desde Caracas comandaban al país, ya que el Táchira era una de las zonas más ricas por su producción de café y estaba en el total abandono. Igual sucedía con el resto de los estados de Venezuela, ya que sus mandatarios eran seleccionados a dedo desde la capital y en la mayoría de los casos ni siquiera habían nacido en la región que gobernaban.

Castro entra triunfante en Caracas el 22 de octubre de 1899, seguido de su ejército de soldados andinos y otros que se le habían plegado por el camino. También llega con él un grupo de intelectuales procedentes del estado Carabobo, que fue conocido como el Círculo Valenciano y que supo cautivarlo; éstos se encargaron de mal poner a Gómez con su compadre, lo que le hizo sufrir humillaciones y ocasionó que el futuro dictador fuera acumulando mucha rabia.

No más arribar, luego de un desfile, Castro se lanza un discurso patriótico en el Salón Elíptico del Palacio Federal y posteriormente es aclamado por la sociedad capitalina. Para los soldados andinos, Caracas significó un shock por las diferencias culturales y espaciales con respecto a su región de origen; no cabían en ninguna parte y fueron alojados en museos y otros lugares improvisados, mientras que los caballos pastaban en la Plaza Bolívar, que llenó rápidamente de excrementos.

Por otra parte, los caraqueños se burlaban de la tropa andina; ésta reaccionaba de forma airada y al estar armada más de uno fue malogrado, aunque también unos cuantos andinos resultaron masacrados en algunos barrios. Comenzaba una época terrible que nadie se imaginaba ni podía predecir, no sólo por el choque cultural, sino por toda la crueldad que se impuso. A partir de esta fecha se inició un período de 36 años de dictadura, y 46 años de Hegemonía Andina que se distribuyeron de la siguiente forma:

  • 1899-1908 Cipriano Castro
  • 1908-1935 Juan Vicente Gómez
  • 1936-1941 Eleazar López Contreras
  • 1941-1945 Isaías Medina Angarita

3. El Restaurador  

Todas las descripciones acerca del triunfador de la Revolución Liberal Restauradora –quien fue llamado El Restaurador- coinciden en que era un hombre de significativa baja estura, lo que le hizo ganar el apodo de “enano”; acostumbraba a vestir con una levita gris y tenía una larga barba oscura terminada en punta. En cuanto a su personalidad, dicen que era inquieto, locuaz, nervioso, comunicativo y colérico. Las cualidades que mayormente lo distinguieron fueron las de ser un mujeriego enfermizo y un apasionado orador.

Deslumbrado con la vida citadina, pronto se dio a la bebida, a las comilonas y a las orgías, lo cual sucedía cotidianamente y le impedía dedicarse a sus obligaciones de Presidente, cosa que otros aprovechaban, especialmente el Círculo Valenciano. A menudo se daban grandes fiestas en la Casa Amarilla y en ellas Castro hacía gala de sus dotes para la danza, lo que le hizo merecedor de otro mote: “el bailarín desenfrenado”. Miraflores fue Palacio de Gobierno a partir del año 1900, cuando Cipriano Castro alquiló el lugar, luego de tirarse por un balcón de la Casa Amarilla durante el terremoto del 29/10/1900.

El Restaurador se hizo una hermosa quinta en una urbanización que, naciente para aquellos años, fue la primera con fines exclusivamente residenciales, donde se iban  a vivir las familias más prestigiosas. Villa Zoila fue la mansión construida por Castro en El Paraíso (zona que se llamó inicialmente “Ciudad Nueva”), al mismo tiempo que erigió el Cuartel La Planta para que vigilara su residencia y, colindando con Villa Zoila por la parte de atrás, estaba la casa de Juan Vicente Gómez. Igualmente, pronto se levantó el Puente Restaurador sobre el Guaire, que permitía llegar más rápido a la Casa Amarilla

Constituciones y gobierno

Durante los nueve años en los que mandó Cipriano Castro se promulgaron tres Constituciones: 1899, 1901 y 1904. La primera consistió en volver a la del año 1893, que contemplaba un período presidencial de cuatro años sin reelección inmediata y era de corte centralista. Paralelamente se convoca una Asamblea Nacional Constituyente para promulgar una nueva carta magna, que se sanciona el 29/3/1901, donde se lleva el período presidencial a seis años y queda electo Cipriano Castro para el lapso 1902-1908.

Posteriormente, el 27/4/1904, se promulga otra Constitución, que anula el período presidencial y, por nuevos escrutinios, se vuelve a elegir a Castro para el período 1905-1911. Sin embargo, Cipriano, luego de operarse de urgencia en Venezuela debido a una grave afección a los riñones, tiene que salir a finales de 1908 para Alemania a fin de tratarse con un renombrado especialista en ese país, y entonces Juan Vicente Gómez le da un golpe de Estado. El Restaurador no pudo regresar nunca más ya que murió en Puerto Rico en el año 1924.

Lo que mayormente se destaca de la presidencia de Castro es: la construcción de la Academia Militar, que fue inaugurada bajo el mandato de Gómez; el Teatro Nacional; y la promulgación de la Ley de Divorcio Civil que causó gran malestar en la Iglesia Católica. Por otra parte, sus mayores retos fueron: sofocar múltiples alzamientos, que enfrentó con éxito e hizo fortalecer a su gobierno; la gran epidemia de la Peste Bubónica; y el bloqueo de los puertos venezolanos en reclamo a la deuda contraída por el país en los gobiernos anteriores.

Las cárceles

Según testimonios, a pesar de que las prisiones bajo el régimen de Castro fueron muy duras, y una transgresión grave implicaba recibir cien palos a repique marcial de tambor y quedar hecho una piltrafa, lo que dependía también en gran medida de los encargados de los penales, nunca llegaron a ser como bajo el mandato de Gómez. José Rafael Pocaterra estuvo preso en el Castillo de Puerto Cabello y en el de San Carlos durante la dictadura de Castro y nunca fue engrillado como después en La Rotunda con Gómez, donde por cierto conoció a otro condenado que había estado en esta última cárcel con los dos regímenes y le corroboró que existieron notorias diferencias.

En los castillos, por ejemplo, se le permitió salir a tomar el sol y jugar ajedrez en la puerta de la bóveda donde estaba recluido y, aunque estaba prohibido tener cobija y podía ser requisada si la descubrían, al llegar alguien le entregó la que llevaba como parte del equipaje. También se le dejó tener libros y hasta le facilitaron un chinchorro. El mayor problema de estos lugares era la humedad y el golpeteo constante de las olas por estar las celdas debajo del nivel del mar, así como el olor a cloaca y a pescado podrido, además de infinidades de bichos peligrosos como las ratas y los ciempiés. Adicionalmente, el suelo era de arena y el agua se colaba por las grietas de los muros.

Sobre la estadía de Pocaterra en Puerto Cabello hay muchas interesantes anécdotas, dos de las cuales merecen ser citadas.  La primera es que pudo conocer la bóveda en que estuvo Francisco de Miranda en 1811 antes de ser enviado a La Carraca, donde por cierto fue atendido por el realista Don Antonio de Mata Guzmán y Palacio, padre de Antonio Leocadio Guzmán y abuelo de Antonio Guzmán Blanco. Don Antonio, aún siendo su enemigo político, se las arregló para que a Miranda nunca le faltara nada. Incluso le llevaba comida de su casa y le instaló una mesa para que pudiera escribir, facilitándole además los implementos.

La segunda es sobre un detenido que estaba en el Castillo y, debido a que no podía orinar, se moría del dolor; pero le negaron una sonda y la debida atención médica ya que Castro lo tenía prohibido. En una de sus peores noches se escuchaba a lo lejos una gran fiesta, con cohetes, música, y los típicos sonidos de brindis y risas. Era la boda de Román Delgado Chalbaud, que en esa época estaba en el gobierno y todo Puerto Cabello celebraba. Sucedió que, algunos años después, el reo se convirtió en el encargado de La Rotunda donde Román Delgado Chalbaud pasó 14 años de su vida. Este personaje se llamó Duarte Cacique y fue especialmente cruel con todos los presos de La Rotunda; terminó su vida muy mal y al respecto existe otra historia famosa.

4. El Benemérito

Para muchos, la personalidad que mostró Juan Vicente Gómez luego de dar el golpe de Estado el 19 de diciembre de 1908 fue una sorpresa; gente que le había sido muy cercana desde años atrás, comentó que realmente lo conocieron ese día. Muchos dicen que, tras su apariencia de hombre campesino bonachón, se escondía un verdadero monstruo que, como caimán en boca de caño, esperaba su momento. Siempre fue un gran calculador que medía con mucho cuidado tanto lo que hacía como lo que decía, y por tal razón siempre fue hombre de pocas palabras.

 Debido a su forma de ser, introvertida y ensimismada, nunca tuvo facilidad para la oratoria y los discursos; por el contrario, mostraba dificultades para la expresión y acostumbraba a usar muletillas a final de las frases, las cuales solían ser: “Sí señor” y “Cómo le parece”. Cuentan también que aunque rígido no era antipático y que a pesar de ser casi analfabeto tenía una inteligencia muy desarrollada para entender la psicología de quienes le rodeaban y manejarlos a su antojo. Por otra parte, las fuentes indican que Gómez, a diferencia de su compadre Castro, era muy trabajador y  comenzaba su jornada a las cuatro de la mañana para terminar tarde en la noche. Igualmente, aseguran que Juan Vicente creía en la brujería y en los maleficios.

Físicamente era alto y corpulento, barrigón, con el pelo aindiado y unos grandes bigotes. A partir de cierto momento comenzó a usar guantes, una vez que descubrió algunas manchas desagradables en sus manos. Su cara era la de un hombre desconfiado y lo más peculiar de su rostro eran sus ojos maliciosos que inspiraban temor, porque se adivinaba que algo no muy claro se ocultaba tras aquella mirada. Especialistas que han analizado su personalidad coinciden en que la misma se parece mucho a la de Stalin, la cual tenía una muy marcada tendencia hacia el sadismo, como en efecto lo confirman diversos  testimonios y documentos sobre el comportamiento y los procederes del dictador venezolano.  

Respecto a lo anteriormente afirmado, hay constancia de que El Benemérito torturó personalmente en diversas oportunidades. Especialmente, está respaldado lo referente al suceso del el 30 de junio de 1923, cuando su hermano Juancho fue asesinado en Miraflores y los sótanos del Palacio se llenaron de sospechosos. Durante los siguientes días Gómez practicó los más crueles castigos, pero no fue la primera vez. Por otra parte, hubo testigos de que Juan Vicente disfrutaba escuchando las historias de tortura y se burlaba de las reacciones fisiológicas de los presos políticos, cuando eran colgados por sus partes íntimas.

Gobierno

Juan Vicente Gómez, se apodera del poder el 19 de diciembre de 1908, poco tiempo después de la partida de su compadre para Alemania. Antes había entrado en conversaciones con los representantes de los Estados Unidos de Norteamérica, para pactar una defensa en caso de que Castro decidiera alguna invasión a Venezuela. El día del golpe visita los cuarteles para asegurarse la fidelidad de las tropas y luego cita a los ministros a la Casa Amarilla, donde algunos son enviados a la cárcel de ipso facto.

Posteriormente le levanta un expediente al Restaurador, acusándolo de querer matarlo, por un famoso cablegrama de Cipriano que decía: “la culebra se mata por la cabeza”, así como también por haber mandado a fusilar al general Paredes, que había sido detenido luego de un alzamiento. Al mismo tiempo, comienza una feroz persecución hacia los militares y otros funcionarios sospechosos de ser leales al compadre. Pero, por otra parte, libera a todos los presos políticos de Castro y, bajo el lema “Paz y Trabajo”, invita a regresar a los exiliados.

El gobierno de Gómez es recordado por los siguientes hechos:

  • Manejó al país como si fuera su hacienda personal y al presupuesto de la Nación como su caja chica.
  • Se hizo dueño de media Venezuela comprando muchas fincas a precio de gallina flaca, para lo cual también usaba la represión, ya que metía a sus dueños en la cárcel acusándolos de cualquier cosa y los hacía firmar los documentos de compra-venta para evitar castigos peores.  
  • Inauguró la Academia Militar y profesionalizó  a la Fuerzas Armadas, dándole uniformes elegantes, equipos modernos y carrera.
  • Colocó en los cargos más altos, tanto militares como civiles, a sus familiares directos: hijos, hermano, tío, primo y cuñado.
  • Pagó toda la deuda externa.Interconectó al país al inaugurar muchas carreteras: Caracas-Maracay; la Trasandina (Caracas-San Antonio del Táchira); Caracas-Soledad (hasta las orillas del Orinoco); Carretera Caracas-La Guaira; entre muchas otras. Dicen que, en gran parte, para comunicar  sus dispersas propiedades y revalorizarlas.
  • Desarrolló la red de ferrocarriles, el servicio postal y el telégrafo.
  • Subieron los precios del café en los mercados internacionales y empezó a ingresar mucho dinero al país.
  • A partir de 1926 llegó la bonanza petrolera; se comenzaron a otorgar concesiones y el gobierno se alió con la Shell para la explotación de los pozos.

Al ritmo del Charleston, de los desfiles y de las inauguraciones de edificios modernos, avenidas y puentes, para los ojos del mundo Venezuela avanzaba hacia la modernidad y poco o nada se sabía de lo que sucedía en las cárceles, hasta que destacados venezolanos lograron salir y denunciar las atrocidades del régimen.

Por otra parte, el país estaba sumido en la más absoluta pobreza; casi todos los ingresos se destinaban a obras, a sufragar los costos del pesado aparato del Estado y a mantener contentos a los generales y otros altos personeros, mientras que para educación, salud, y bienestar social en general, los presupuestos casi no existían.

El analfabetismo era alarmante, ya que menos del 10% de la población sabía leer, y las peores enfermedades pululaban por doquier. Para completar el cuadro, en el año 1918 se desató la Gripe Española, que afectó a una parte importante de la población, incluyendo a Alí Gómez, uno de los hijos de Juan Vicente, que murió a consecuencia de la pandemia.

Constituciones

Durante el largo mandato de El Benemérito se promulgaron siete Constituciones: 1909, 1914, 1921, 1925, 1928, 1929 y 1931, las cuales servían para adaptar las leyes a las circunstancias y a las necesidades de Gómez de acuerdo al momento. La primera de ellas (1909) fue una ratificación de la carta magna de 1864, con 20 estados y un Distrito Federal, así como cuatro años de gobierno sin reelección inmediata.

Mediante esta estrategia Juan Vicente trató de ganarse a los caudillos regionales, que pasaron a conformar el Consejo Federal de Gobierno (cada uno representaba a dos estados), pero no implicó otorgar autonomía ya que los representantes estatales eran elegidos por el Congreso.

Bajo la Constitución de 1909, Gómez, que era presidente provisional desde que dio el golpe, había sido designado como Jefe de los Ejércitos e igualmente elegido por el Congreso como Presidente Constitucional para el período 1910-1914, por cual en el año 1913 tocaba realizar nuevas elecciones. En esta oportunidad, la mejor solución que encontró El Benemérito fue inventarse una supuesta invasión de Castro y, mientras nombra al doctor José Gil Fortoul como presidente encargado, se declara en campaña militar y fija su cuartel en Maracay.

El ataque fantasma de Castro implicó suspender las garantías y por lo tanto las elecciones. Luego Gómez regresó victorioso y, bajo la nueva Constitución de 1914, que alargaba el período presidencial a siete años, resultó electo para el lapso 1915-1922, pero delegó este cargo en Victorino Márquez Bustillo, ya que a El Benemérito no le gustaba vivir en Caracas. Para los efectos, el Presidente era Márquez Bustillo, que se ocupaba de los asuntos de rutina, pero todas las decisiones, por insignificantes que fueran, emanaban de Maracay donde estaba el Jefe de los Ejércitos.

En 1921 se promulga una nueva reforma que une la figura de Jefe de los Ejércitos con la de Presidente y Gómez es elegido para el período 1922-1929.  En 1925 se elimina la prohibición de que el Presidente viva fuera de Caracas. En 1928 se decide que la sede del Poder Ejecutivo es el lugar donde esté el Presidente. En 1929 se vuelve a la figura de 1914 respecto al mandato simultáneo del Presidente y del Jefe de los Ejércitos, y entonces Gómez comparte el poder con Juan  Bautista Pérez.

Finalmente, en 1931 se vuelven a unir los cargos de Jefe de los Ejércitos y Presidente en uno solo. Por la Constitución de 1929, el período de Juan Vicente Gómez llegaba hasta el 16 de abril de 1936, pero muere el 17 de diciembre de 1935 a consecuencia de una enfermedad de la próstata que se había iniciado en el año 1921.

La Rotunda

Durante la dictadura de Gómez, las cárceles más concurridas por los presos seguían siendo los castillos de Puerto Cabello y San Carlos, así como La Rotunda. Sobre esta última existe el testimonio vívido de José Rafael Pocaterra, quien narra muchos episodios interesantes en sus “Memorias de un venezolano en la decadencia” y describe a varios personajes que conoció durante su estadía en ella durante tres años. De sus anécdotas, vale la pena resaltar lo concerniente a: Nereo, encargado de los presos; y a Duarte Cacique, aquel reo del Castillo de Puerto Cabello que llegó a ser jefe de La Rotunda.

Esta cárcel se ubicaba en los predios de un recinto militar, denominado Cuartel del Hoyo, que comenzaba en la esquina del mismo nombre. La Esquina del Hoyo se encuentra diagonal a la Plaza La Concordia, lugar éste donde estaba el presidio antes de ser demolido por el gobierno de Eleazar López Contreras. Según cuenta Pocaterra, La Rotunda era un edificio de paredes amarillas y se atravesaban varios pasillos y galerías para finalmente arribar a un hueco por el que había que saltar, para entonces toparse con una estructura semicircular de dos niveles, donde había 25 celdas arriba y 23 abajo.

Todos los presos tenían grillos y a veces éstos unían a dos por una pierna. A los del nivel superior, que eran los más nuevos, en la entrada de la celda se les colocaba una cortina blanca ajustada meticulosamente de manera que no entrara ni un rayo de sol y tenían prohibición de asomarse. En el nivel inferior se encontraban los detenidos de mayor antigüedad, que también tenían cortina blanca, pero podían salir eventualmente a una especie de patio central donde había una pileta.

La tela que tapaba las entradas de las cuevas, que eran las celdas, tenían doble función; envueltos en ellas sacaban a los muchos presos que morían por las torturas o las palizas, por la falta de alimento, por las enfermedades, o debido a los envenenamientos que era una forma rutinaria de acabar con ellos. Cuando fallecían, llegaba una ambulancia del Hospital Vargas y se llevaba a los cadáveres en una camilla; luego sus cuerpos eran entregados embojotados a los familiares, con la prohibición de verlos, y se les decía que habían muerto en el hospital.

En la época que llegó Pocaterra a La Rotunda el encargado de los presos era un célebre personaje, quien provenía de la cárcel común por estar acusado de dar muerte a su concubina, pero le habían dado el trabajo de atender a los políticos; una de sus muchas funciones consistía en colocar el ácido arsénico en las comidas. Este sujeto peculiar se llamaba Nereo Pacheco y especialmente se distinguía por ser una de esas personas que disfrutan haciendo su trabajo.

Se levantaba a las cuatro de la mañana y se tomaba la molestia de ir despertando a cada uno de los presos a su cargo, cayéndole a golpes al muro de cada celda, hasta que el susodicho contestaba. Vigilaba celosamente que los detenidos no se comunicaran entre sí, y también solía aplicar castigos de su propia cosecha, como no sacar la lata de los excrementos por varios días o negar el agua de beber; y cuando alguno moría, se ponía a tocar música llanera con su arpa.

Pero sucedió que una mujer de la familia de uno de los presos políticos, llamado Rafael Ricardo Revenga, se casó con alguien cercano a Gómez y por este vínculo salió de La Rotunda. Un buen día Nereo fue enviado al Castillo de Puerto Cabello, donde estuvo por varios años, y por cierto no fue tratado muy bien.

En cuanto a Duarte Cacique, ex reo de Puerto Cabello y luego jefe de La Rotunda, Pocaterra narra que, una vez, uno de los sacerdotes detenidos por haber protestado en sus sermones, fue castigado con una de las variantes favoritas: llenar el calabozo de agua para que murieran de frío, ya que a nadie se le permitía ni siquiera tener una cobija. El Padre Mendoza le rogó a Duarte algo con que abrigarse, a lo que éste contestó que se encomendara a Dios. Semanas después Duarte Cacique tiritaba por una enfermedad extraña que había contraído y murió rogando que le llevaran al cura para que lo perdonara. 

Disidencia

A pesar de que el régimen de Gómez fue extremadamente cruel con los disidentes, muchos venezolanos arriesgaron su seguridad y su vida y se le opusieron. Durante esta larga dictadura se sucedieron más de 22 conatos de golpe. Especialmente a partir del año 1913 se dieron aproximadamente 14 movimientos de importancia, varios de ellos cruciales.

Sin embargo, todos fueron controlados ya que, aparte del numeroso ejército prusiano con que contaba el gobierno, en cualquier sitio de la ciudad existían ojos y oídos de los espías remunerados, quienes podían ser: el vecino, el compañero de trabajo o la universidad, el que atendía el bar o el abasto, el chófer o pasajero del tranvía, el que estaba parado en la esquina, o el que se sentaba en la plaza.

De todos estos sucesos que atentaron contra la estabilidad de la dictadura, los de mayor resonancia histórica son: las protestas estudiantiles de los carnavales de 1928, a la que se unieron oficiales del ejército, así como muchos civiles; y la invasión de Román Delgado Chalbaud en el año 1929.

En el año 1928, con motivo de la Semana del Estudiante, los universitarios iniciaron una protesta pacífica que consistió en dar discursos en lugares emblemáticos de la ciudad tales como la Plaza de La Pastora, el Panteón Nacional, y el Teatro Municipal donde fue coronada la Reina del Carnaval. Estos actos fueron organizados por Raúl Leoni, que para ese momento era Presidente de la Federación de Estudiantes de Venezuela (FEV) y dieron lugar a que sus participantes fueran después históricamente conocidos como la Generación del 28.

Lo importante, y que puso en riesgo al gobierno, fue que los estudiantes fueron apoyados por oficiales jóvenes (entre los que estaba el hijo de Eleazar López Contreras) así como por el pueblo en general. Por tal motivo, muchos fueron apresados y enviados a las cárceles, otros se entregaron en solidaridad con sus compañeros, y un tercer grupo logró escapar, en primera instancia hacia Curazao, y luego hacia otros destinos. En este último lote estaban Rómulo Betancourt, Raúl Leoni y Miguel Otero Silva, quienes en el exterior fueron factor clave para organizarse y seguir denunciando la situación de Venezuela.

Famosa es la invasión a Cumaná por parte del general Román Delgado Chalbaud y sus hombres reclutados en París, donde también venían Pocaterra y su hijo Carlos Delgado Chalbaud que para aquel entonces contaba con 20 años, la cual aconteció antes de amanecer el 11 de agosto de 1929. Habían partido a bordo del Falke el 17 de julio y esperaban a otro contingente en la isla de La Blanquilla, pero muy pocos llegaron; esto hizo detener al barco por tres días esperándolos, lo que también alertó a las fuerzas de Gómez. Adicionalmente, al desembarcar en Cumaná, el plan era que los que venían en el Falke atacaran por el frente y otro grupo hiciera fuego desde la parte de atrás, pero esto tampoco sucedió.  

Román Delgado Chalbaud, quien había estado esperando el gran momento de derrocar al régimen opresor luego de permanecer 14 años en La Rotunda, y que financió la expedición con su propio dinero, falleció de dos disparos el 11 de agosto de 1929 en Cumaná. En cuanto al resto de los combatientes, muchos también murieron, otros fueron apresados, y algunos pudieron regresar heridos al barco que levó anclas a las 8:30 de la mañana de ese día.

Su hijo, Carlos Delgado Chalbaud, también tuvo un final trágico ya que, luego de dar el golpe de Estado a Rómulo Gallegos el 24/11/1948 y pasar a ser Presidente de la Junta Patriótica Militar, el 13/11/1950 fue secuestrado por el grupo de Rafael Simón Urbina y asesinado en unas muy extrañas circunstancias, por causas que nunca quedaron del todo claras.

Fin de la dictadura de Gómez

Los últimos años de El Benemérito no fueron diferentes en cuanto a la persecución y represión de los opositores. Gómez pasó sus  días finales en Maracay, falleciendo a los 78 años en su cama, rodeado por sus familiares y sin haber sufrido ningún castigo por todos los daños ocasionados.

Apenas muere Juan Vicente Gómez, Eleazar López Contreras es elegido para terminar el período presidencial y luego es ratificado por el Congreso para el mandato 1936-1943. Aunque hizo una reforma de la Constitución acortando el período a cinco años, por lo cual mandó hasta 1941 y luego asumió Isaías Medina Angarita.

López Contreras llegó con el lema de “Paz y Cordura”, abrió las cárceles, regresaron los exiliados, La Rotunda fue demolida y los grillos se arrojaron al mar. Pero antes, muchas casas de gomecistas importantes fueron saqueadas y se encontraron documentos que ayudaron a construir la historia de esta horrorosa época.

Con los gobiernos de López Contreras y Medina Angarita comenzaba una transición hacia la democracia, que no prosperó por mucho tiempo ya que, el 24 de noviembre de 1948, apenas 13 años después de fallecido Gómez, se produce el golpe de Estado de Marcos Pérez Jiménez al Presidente Rómulo Gallegos, electo democráticamente, y comienza una nueva dictadura que se prolonga hasta el 23 de enero de 1958. 

 

Fuentes:

-Arráiz Lucca, R. (2007). Venezuela: 1830 a nuestros días. Caracas: Editorial Alfa.

-Chataing, D. (2017). Historia de las ideas en Venezuela. Caracas: Universidad Metropolitana.

-Herrera Luque, F. (1992). En la casa del pez que escupe el agua. Caracas: Editorial Pomaire.

-García Moya, I. (2011). La Caracas que conocí. Caracas: Fundación Editorial el perro y la rana.

-Ortega, D. (1997). Historia de Venezuela. Caracas: Santillana.

-Pocaterra, J.R. (1979). Memorias de un venezolano en la decadencia (Tomos I y II). Caracas: Monte Ávila Editores

-Salcedo-Bastardo, J. L. (1993). Historia Fundamental de Venezuela. Caracas: Universidad Central de Venezuela. Ediciones de la Biblioteca.


Lo conocido y lo secreto de Marcos Pérez Jiménez

Marcos Pérez Jiménez en 1952   Marcos Pérez Jiménez no escribió ninguna autobiografía, pero fueron muchas las entrevistas que concedió cuand...