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domingo, 29 de agosto de 2021

El “Tigre de Santa Inés” y Misia Jacinta. De Caño Amarillo a Miraflores


Joaquín Sinforiano de Jesús Crespo Torres, conocido como “El Tigre de Santa Inés” o “El Taita”, fue uno de los caudillos más representativos del país. Por dos veces ostentó el cargo de Presidente de la República en el siglo XIX, pero su figura tiende a pasar por debajo de la mesa ante personalidades tan avasallantes como las de José Antonio Páez o Antonio Guzmán Blanco.

Su trayectoria merece ser comentada, por lo interesante y trascendente. Especialmente porque dejó como legado dos construcciones monumentales y poseedoras de gran atractivo arquitectónico, siendo una de ellas la sede del Gobierno Nacional desde principios del siglo pasado.

Guerra Federal y Revolución de Abril

Joaquín Crespo nació el 22 de agosto de 1841 en el caserío Miraflores de Guacharacas, ubicado en un pequeño pueblo del estado Aragua conocido como San Francisco de Cara, el cual hoy se encuentra sepultado por las aguas de la represa de Camatagua. Fueron sus padres la señora Aquilina Torres y el señor Leandro Crespo, mejor conocido como Ño Leandro, muy famoso por sus “limpiezas” y por ser un prestigioso curandero.



Ño Leandro utilizaba principalmente una resina conocida como Tacamajaca, acerca de la cual se han descubierto recientemente increíbles cualidades curativas por sus propiedades analgésicas y desinflamatorias, así como para combatir la Fiebre Amarilla y la  Disentería.  De su padre heredó Joaquín algunos secretos, que aplicó a lo largo de su vida.

Siendo Joaquín muy pequeño, la familia se traslada al estado Guárico y éste adquiere una educación muy básica en la población de Paraparara, que dicen apenas llegaba a saber leer y escribir. Un buen día, cuando apenas tenía 17 años, pasa por su casa un teniente revolucionario y entonces el joven se enrola en el ejército, al servicio de la Guerra Federal (1858-1863), cuyos principales líderes eran Ezequiel Zamora y Juan Crisóstomo Falcón.

En principio Joaquín se pone al servicio de comandantes de menor rango, pero años más tarde su sobresaliente desempeño lo llevó al cargo de lugarteniente de Guzmán Blanco, de quien se convirtió en mano derecha y hombre del más alto nivel de confianza.

Uno de los primeros jefes de Crespo fue José De Jesús González, apodado “El Agachado” por su fama de agazaparse entre la maleza, e incluso a veces confundirse entre las piaras de cerdos. Y este “Agachado” tenía amores con una muchacha llamada Jacinta, de la que Joaquín estaba enamorado desde hacía algún tiempo.

Muchas peleas ganaron los Federales, entre las que destaca la Batalla de Santa Inés, librada el 10 de diciembre de 1859 en la población de este nombre del estado Barinas. Finalmente triunfa la Revolución en 1863 con el Tratado de Coche. Su líder máximo, Juan Crisóstomo Falcón asume las riendas de la República como Presidente encargado hasta 1865 y posteriormente como Presidente Constitucional para el período 1865-1868. Pero es derrocado por Monagas y su Revolución Azul poco antes de concluir el mandato.

Posteriormente, en el año 1870, se sucede otro movimiento insurreccional, esta vez comandado por Antonio Guzmán Blanco y en el que Joaquín Crespo tuvo una participación decisiva. Es especialmente famosa la Batalla de San Fernando de Apure, donde se aplicó la táctica de penetrar a través de un caño, llamado Caño Amarillo, sorprendiendo de esta manera al enemigo. Posteriormente, Crespo es ascendido a General en Jefe de los Ejércitos de Venezuela.

La rebelión de Guzmán Blanco se conoce como Revolución de Abril. Mediante la misma tumba a los Monagas, para tomar el poder con el cargo de Presidente provisional hasta 1873 y luego como Presidente Constitucional hasta 1877. En esta etapa se modifica la Carta Magna y los períodos de gobierno pasan a ser de dos años, una vez que finalizara el mandato de Antonio Guzmán Blanco. 

Jacinta y Joaquín

Jacinta Parejo nació en Parapara el 16 de agosto de 1845. Fueron sus padres Juan Parejo y María Josefa Parejo, integrantes de la misma familia de campesinos humildes del estado Guárico que descendía de españoles. Jacinta fue novia del “Agachado”, quien muere acribillado en una batalla en el año 1859, y posteriormente se casa con el general Saturnino Silva en 1861. Pero queda viuda en 1863 ya que su esposo también fallece en la guerra.




Para 1864, un año después de concluida la Guerra Federal, ya Joaquín Crespo era General de Brigada de los Ejércitos de la República y comenzaba a ostentar altos cargos de gobierno en el estado Guárico. Entonces se decide a pretender en serio a Jacinta Parejo y se casan el 18 de septiembre en la iglesia Santa Catalina de Siena de Parapara. Dicen que Jacinta fue el único gran amor en la vida de Joaquín y que nunca conoció carnalmente a otra mujer que no fuera ella.

Jacinta Parejo, mejor conocida como “Misia Jacinta”, se convirtió en la compañera inseparable de Joaquín y fue la primera mujer en la historia de los presidentes que tomó parte activa en la política, participando en reuniones. Sus consejos tenían gran peso a la hora de que Crespo tomaba decisiones importantes y las malas lenguas comentaban que tenía dotes de hechicera y por eso dominaba a su marido.

A Jacinta la describen como una atractiva morena de grandes ojos oscuros y abundante cabello liso y negro. Poseedora de una fuerte personalidad, matrona chapada a la antigua, muy hogareña, y fiel seguidora y defensora de los ideales de su esposo. Aunque la mayoría de las fuentes hablan de que tuvo diez hijos con Joaquín, al parecer fueron doce: Inés María, Joaquín Segundo, Tito, Pedro Domingo, Ana Jacinta, Carlos Clemente, Estatio, Gonzalo Antonio, Santo Domingo, Josefina, Columba y Aminta.

Otra de las características resaltantes de Misia Jacinta era su forma de vestir informal y despreocupadamente, aún en las etapas en que Crespo tuvo los más importantes cargos políticos. Cuentan que usaba vestidos de zaraza y que así iba al mercado con una cayena en la oreja. Era muy criticado por las altas damas de la sociedad el hecho de que llevara alpargatas con medias. Este estilo, considerado campuruso y no adecuado a su rango social, incluso provocó que Ana Teresa Ibarra, la esposa de Antonio Guzmán Blanco, se le acercara para darle algunos consejos no exentos de reproche. 

Por su parte, Joaquín Crespo era de figura atlética, con una estura de aproximadamente 1,78 metros, piel blanca pero tostada por el sol, contextura robusta y abundante cabellera. Cojeaba de una pierna debido un disparo que recibió durante la guerra en 1860. En su rostro destacaban primordialmente los pómulos pronunciados y la nariz grande, así como unos bigotes poblados que se unían a una barba larga y puntiaguda. Pero lo más llamativo de su cara eran sus labios gruesos, con el de abajo más prominente, lo que le valió el mote de “El Bemba”.

En cuanto a su personalidad, se dice que era austero y reservado, afectuoso, caballeroso, muy fiel con sus amigos y condescendientes con sus enemigos. Por otra parte, no bebía ni fumaba, comenzaba a trabajar a las 6 de la mañana y se iba a la cama temprano. Igualmente, otras de sus características es que fue masón en Grado 33 y Gran Maestro de Oriente.

Historia de la vida política de Joaquín Crespo

Luego de que Antonio Guzmán Blanco, conocido como “El Ilustre Americano”, concluyera su período de gobierno comprendido entre los años 1870 y 1877 -llamado el Septenio-, fue presidente Francisco Linares Alcántara (1877-1878).  Posteriormente regresa Guzmán Blanco con el Quinquenio (1879-1884).

A pesar de que la Constitución establecía que el lapso del mandato presidencial era de dos años, a Guzmán Blanco le toca aplacar un alzamiento por parte de los partidarios de Francisco Linares Alcántara, quienes protestaban por el control que El Ilustre Americano pretendía seguir ejerciendo desde Francia, y hasta derribaron varias estatuas alusivas al guzmancismo. Linares Alcántara muere el 30 de noviembre de 1878 -algunos dicen que envenenado-, lo cual agita aún más a las masas.

Guzmán Blanco combate y logra aplacar este movimiento, conocido como Revolución Reivindicadora, por lo que posteriormente es nombrado Presidente Provisional, para luego ser ratificado como Presidente Constitucional hasta 1884. A continuación es elegido Joaquín Crespo para el lapso 1884-1886, y después “El Ilustre Americano” asume su tercer y último período de gobierno (1886-1888) pero sólo ejerce el poder por un año y encarga a Hermógenes López (1887-1888) de la presidencia. 

A continuación son presidentes Juan Pablo Rojas Paúl (1888-1890) y Raimundo Andueza Palacios (1890-1892). Este último hace que Joaquín Crespo vuelva a la palestra militar y política, esta vez sin el apoyo de Guzmán Blanco, para encabezar su propio movimiento llamado “Revolución Legalista”. El levantamiento de Crespo obedece a que Andueza Palacios había promulgado una Constitución que llevaba el período presidencial a cuatro años, sin que la misma hubiera pasado por la aprobación del Congreso.

Pero cuando Crespo toma el poder convoca a una Constituyente que elabora una nueva Carta Magna, la cual es promulgada el 16 de junio de 1893 y contempla un mandato presidencial de cuatros años, así como la votación directa y secreta. Por tal razón, el “Tigre de Santa Inés” va a gobernar hasta el año 1898, cuando impone a su candidato Ignacio Andrade, lo cual le causa la muerte y además desemboca en la Revolución Restauradora de Cipriano Castro y con ella el comienzo de 36 años de dictadura.

Aconteció que en las elecciones del 1 de septiembre de 1897 se presentaron cinco candidatos, siendo los principales el oficialista Ignacio Andrade, representando al Partido Liberal Amarillo, y José Manuel Hernández, por el Partido Liberal Nacionalista. Este último era más conocido por el apodo de “Mocho Hernández”, ya que le faltaban dos dedos de su mano derecha. A decir de algunos esto se debía a sus combates contra las fuerzas de Guzmán Blanco y según otros a un accidente ejerciendo su profesión de carpintero.

El resultado de los comicios dio como ganador -con el 99,2% de los votos - a Ignacio Andrade, por lo que se cantó fraude y el Mocho Hernández se levantó en armas con la conocida Revolución de Queipa. Ignacio Andrade tomo posesión de su cargo en febrero de 1898, pero los bandos del Mocho y de Crespo se enfrentaron, perdiendo la vida por un disparo en el corazón el propio Joaquín Crespo, en una emboscada ocurrida en el sitio de la Mata Carmelera (estado Cojedes) el 16 de abril del mismo año.

Los dos períodos presidenciales de Joaquín Crespo (1884-1886 y 1892-1898) estuvieron signados por una gran crisis mundial, que afectaron los precios del café y su producción. Adicionalmente, finalizando el año de 1884 sobrevino una gran plaga de langosta que arrasó gran parte de los cultivos, lo que ocasionó una importante subida en los precios de los alimentos y hambre en la población, con importantes consecuencias durante varios años.

Como elementos positivos, a Crespo se le reconoce la organización de las Fuerzas Armadas y una sustancial recuperación de las carreteras y los puentes, al igual que mejoras importantes en el ferrocarril, el telégrafo y el teléfono. Sin embargo, existió un marcado déficit fiscal y se le acusa de no ser muy escrupuloso en el manejo de los fondos públicos en su beneficio personal, quedando a la vista la cantidad de terrenos que adquirió.

El “Rasputín” de la familia Crespo

Uno de los capítulos más famosos durante la primera presidencia de Joaquín Crespo es lo relativo al yerbatero y curandero Telmo Romero, que se convirtió en médico de cabecera de la familia presidencial y desde 1884 ocupó los cargos de director del Lazareto de Caracas (cuidado de los leprosos) y del Asilo de Enajenados de Los Teques, donde aplicó tratamientos impresionantemente macabros.

Adicionalmente, se le concedió una patente exclusiva para la elaboración de sus originales fórmulas, para lo cual Telmo adquirió la botica La Indiana en la Esquina de Madrices, que era muy frecuentada por los todos los políticos del Partido Liberal. Este negocio fue apedreado por los estudiantes en una manifestación, luego de quemar los libros del yerbatero, ante la inminente amenaza de que Crespo nombrara a Telmo Romero como Rector de la Universidad Central de Venezuela.

Narra el historiador Elías Pino Iturrieta, miembro de número de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela, que Telmo Romero tenía la teoría de que el país marchaba tan mal porque sus pobladores tenían la costumbre de masturbarse en exceso, ante lo cual el Presidente ordenó publicar estas reflexiones en la prensa. Igualmente, el curandero pensaba que la locura provenía del recalentamiento de la cabeza, y por tal motivo abría un hueco en el cráneo a los considerados dementes y les introducía agua fría con una manguera.

Dice Pino Iturrieta que Telmo Romero se hizo imprescindible para Crespo a instancias de Misia Jacinta, que creía fielmente en los remedios de Telmo. Debido al gran poder que ella ejercía en su marido, el yerbatero llegó a tener cargos muy importantes. Por otra parte, como es sabido, Joaquín era hijo de otro curandero, lo cual le inclinaba a confiar ciegamente en el loco Romero.  

Otra fuente comenta que Telmo Romero apareció un buen día buscando la ayuda del Presidente en un asunto relacionado con el ganado, y de paso curó a una de las hijas que estaba muy grave. Le recetó sancocho de zamuro, manteca de raya y aguardiente de palo santo, lo cual hizo que la niña se recuperara milagrosamente, por lo que se convirtió en una persona imprescindible para los Crespo, e incluso fue condecorado con grandes honores en el año 1885.

Caño Amarillo

Aunque existen otras versiones acerca de este nombre, todo parece respaldar la teoría de que la zona fue bautizada como Caño Amarillo por el general Joaquín Crespo para conmemorar la Batalla de San Fernando de Apure, en la que sorprendieron al enemigo entrando por un caño así llamado. Fue Crespo quien compró todos los terrenos de la zona conocida como Caño Amarillo en Caracas. Los adquirió en el año 1884 y comenzó a edificar en ellos.

Estudios cartográficos del sitio, realizados por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela, testifican que en este lugar no existía ninguna construcción hasta el año de 1883, cuando se inauguró la Estación del Ferrocarril Caracas-La Guaira que fue la entrada principal a Caracas hasta que dejó de funcionar en 1951.  

A una cuadra de la actual estación del metro Caño Amarillo, existe todavía un bar muy viejo llamado La Estación. Anteriormente tuvo por nombre El Gardeliano, ya que en la plaza que está al frente cantó Carlos Gardel cuando llegó en tren procedente de La Guaira el 25 de abril de 1935. Este pequeño bar, donde acostumbran a reunirse músicos y artistas, tiene murales del famoso Gardel en sus paredes y mesas de madera que crean un ambiente bohemio y acogedor.



En Caño Amarillo se desborda el arte urbano, las fachadas de la casas son muy pintorescas, y existen tres construcciones consideradas como reliquias históricas, de las cuales sólo una se conserva en buen estado. Ellas son: Clínica de los Baños Hidroterápicos, Almacenadora Santa Inés-Aserradero El Túnel y Villa Santa Inés.

Clínica de los Baños Hidroterápicos

Al igual que el ferrocarril, en el año 1883 se inaugura un sitio de baños hidroterápicos en los alrededores de la estación. En 1902 el lugar es comprado por el Dr. Rafael Soucy, quien se asocia con su cuñado, el célebre cirujano Dr. Pablo Acosta Ortiz, y entre ambos amplían y convierten al local en una clínica donde se realizaban operaciones, además de fungir como casa de reposo manteniendo el atractivo de los baños medicinales.

Según documentos de la época, esta estructura llagó a tener tres niveles y contaba con 14 habitaciones, así como consultorios y áreas quirúrgicas. Cuando muere el Dr. Pablo Acosta Ortiz en el año 1914, la clínica se destina a centro asistencial de carácter público y toma su nombre, permaneciendo en servicio hasta el año 1939.

Posteriormente, al fallecer el Dr. Soucy, sus herederos venden la propiedad. Entonces ésta pasa a ser utilizada por una depositaria judicial, con apartamentos alquilados en el tercer nivel, hasta el año 1989 que durante el Caracazo la empresa es saqueada y luego incendiado el edificio, quedando el mismo totalmente en ruinas. El sitio donde estaban los baños hidroterápicos se convirtió en un autolavado.

Almacenadora Santa Inés y Aserradero El Túnel

Según consta en la documentación que detalla los bienes de Crespo al morir, la edificación donde estaban estas dos empresas le pertenecía. Pero posteriormente aparece vendida, quizás porque Misia Jacinta necesitaba dinero para enfrentar las deudas que heredó de su esposo. A partir de la fecha de su compra por parte de un señor llamado Jerónimo Martínez, la estructura adquiere un piso adicional y cambia su apariencia, para convertirse en un bonito hotel.

Este edificio estaba muy cerca de la clínica y la gente lo recuerda con el nombre de Hotel Los Baños, ya que comenzó a servir como alojamiento para las personas que venían a atenderse médicamente o a recibir terapias, así como para sus familiares. Es de suponer que también era buen negocio desde el punto de vista turístico, por las personas que iban o venían de La Guaira y querían pasar una noche en Caño Amarillo, quizás para visitar el bar El Gardeliano que era muy famoso.

Pero pasado el tiempo, en la medida que la casa de reposo se convirtió en un lugar de asistencia pública y los baños hidroterápicos comienzan a decaer, el hotel se transformó en una pensión o casa de vecindad, y dicen que además en prostíbulo. Por su cercanía con el edificio de la clínica, esta estructura también ardió en 1989 y posteriormente sus ruinas se volvieron guarida de indigentes. 



 
Villa Santa Inés

Esta fue la vivienda de Joaquín Crespo desde 1885 hasta que murió, y luego de su familia hasta 1907. Al parecer fue construida con la intención de que sirviera como casa de campo, porque simultáneamente, con la compra de estos terrenos en 1884, Joaquín también adquiere los de la hacienda donde se erigirá Miraflores. El nombre de la villa, así como el de la almacenadora, obviamente recuerda la memorable Batalla de Santa Inés.

Villa Santa Inés fue construida en dos etapas, lo que produce una mezcla ecléctica en muchos aspectos. La primera fase, que estuvo terminada en 1885, era de corte neoclásico. Posteriormente Crespo conoce a un arquitecto catalán cuando viaja a España en 1888 y le solicita que venga al país para terminar la edificación. Entonces ésta adquiere un notorio toque neobarroco, al estilo de las más lujosas villas europeas.



Esta casa es realmente suntuosa, tanto por su diseño y fachada como por su decoración interna, ya que pintados en sus paredes se pueden apreciar cuadros de los mejores artistas venezolanos tales como Martín Tovar y Tovar, Arturo Michelena y Antonio Herrera Toro, entre otros. En 1970 fue declarada Monumento Histórico Nacional y desde 1985 pasó a ser sede del Centro Nacional de Conservación y Patrimonio, que a partir de 1993 se llama Instituto del Patrimonio Nacional (IPN).

La villa tuvo que ser cuidadosamente restaurada, tanto por dentro como por fuera, ya que la estructura pasó por diferentes manos desde que Misia Jacinta la vendió a la Compañía del Gran Ferrocarril de Venezuela, lo cual la había deteriorado notoriamente. La edificación está rodeada por una extensa zona de jardines. Es de planta rectangular, tiene dos niveles más un sótano, y uno de sus principales atractivos es el patio interno con techo de forma elíptica, al que se llega luego de atravesar un porche circular.

Durante la segunda etapa de construcción también se comenzó a erigir un arco que conmemora la Independencia, al estilo del Arco de la Exposición Universal de Barcelona, pero únicamente se concluyeron los dos pilares y sus relieves en piedra simulando figuras y elementos vegetales. Igualmente, en esta fase también se agregaron elementos decorativos de gran vistosidad a la fachada de la casa, tales como materos, capiteles y llamativos mascarones.



Palacio de Miraflores

Hay diferentes opiniones respecto al nombre del Palacio de Gobierno. De todas ellas, la que parecería tener mayor sentido es la que alude al caserío Miraflores de Guacharacas donde nació Joaquín Crespo. Sin embargo, en un principio este sitio fue llamado Residencia La Trilla, por el nombre de la hacienda que fue comprada en 1884, la cual había pertenecido en tiempos de la Colonia al Conde de San Javier.

La construcción del palacio que “El Tigre de Santa Inés” pensaba iba a ser su vivienda familiar se demora bastante. Por una parte, debido al terreno irregular que hacía necesario un movimiento de tierra importante y, por la otra, porque Crespo estaba sumamente ocupado en todos los avatares de la política y sus revoluciones. Es a partir del año 1890 que se puede dedicar con más atención a su proyecto y en 1897 aparece por primera vez la Esquina de Miraflores en el mapa de la ciudad.

Crespo tenía enormes expectativas acerca de la construcción de esta residencia, que según su proyecto debía superar ampliamente el esplendor de Villa Santa Inés y servir para el embellecimiento de la ciudad. Miraflores se concibió con un estilo de palacio neobarroco francés, lo cual se transmite principalmente con su monumentalidad así como por la forma de sus ventanas y los detalles externos.



"El Tigre de Santa Inés" no escatimó recursos y contrató a los mejores pintores de la época, como Arturo Michelena y Martín Tovar y Tovar, para que decoraran las paredes del nuevo Palacio. Tampoco reparó en ningún gasto por suntuoso que fuera, y mandó a traer espejos franceses, mármoles italianos y rosetones españoles, lo cual implicó una gran cantidad de dinero ante lo cual tuvo que responder luego Misia Jacinta.

La alta deuda contraída obligó a la viuda a vender algunas propiedades y hasta alquilar el Palacio de Miraflores a Cipriano Castro, que por suerte estaba muy interesado luego del terremoto del año 1900. Posteriormente, en 1911, Misia Jacinta le vende Miraflores al gobierno, durante el mandato de JuanVicente Gómez, quien lo convierte en Residencia Presidencial oficial. Sin embargo, dicen que al “Benemérito” no le agradaba dormir en el Palacio. 

El Palacio de Miraflores posee planta cuadrada y muchos jardines al estilo italiano y francés. Los salones se ubican alrededor de un gran patio central con arcos soportados por columnas de reminiscencia entre neoclásico y mudéjar. Tiene dos niveles además de un sótano, y cuentan que hay muchísimos pasadizos secretos. Muchos de ellos mandados a construir por Misia Jacinta para resguardar a su esposo ante posibles ataques.

En la actualidad existen siete salones dedicados a personalidades o hechos históricos, además de la capilla y el Despacho Presidencial. Ellos son: Salón Néstor Kirchner, Salón de Los Embajadores, Salón Boyacá, Salón Pantano de Vargas, Salón Sol de Perú, Salón Ayacucho y Salón Simón Bolívar. Respecto al último, anteriormente se llamó Salón de los Espejos y luego, a instancias del presidente Hugo Chávez, le fue cambiado el nombre a Salón Joaquín Crespo para recordar al primer dueño de Miraflores. Sin embargo, Nicolás Maduro eliminó este honor y le puso Salón Simón Bolívar.



Nunca el “Tigre de Santa Inés” podría haber imaginado aquel comienzo del año 1898, cuando visitó Miraflores antes de irse a combatir en Cojedes, que iba a ser la última vez que sus ojos vieran su Palacio. Joaquín Crespo fue enterrado el 24 de abril de 1898 en su mausoleo familiar del Cementerio General del Sur, pero en el año 2013 sus huesos fueron robados por presuntos practicantes de la magia negra.

Cuentan en el llano que, cuando todo está en calma, suele aparecer un hermoso caballo blanco, con un jinete muy parecido a Crespo pero sin rostro, que se pierde galopando en la inmensidad de la sabana.

Referencias:

Arráiz Lucca, R. (2007). Venezuela: 1830 a nuestros días. Caracas, Venezuela: Editorial Alfa.

 

IAM Venezuela. (s. f.). Villa Santa Inés. https://iamvenezuela.com/2016/07/villa-santa-ines/

 

Landaeta Rosales, M. (1893). Biografía del Benemérito General Joaquín Crespo. Caracas, Venezuela: Imprenta Bolívar.

 

Troconis De Veracoechea, E. (1996). Indias, esclavas, mantuanas y primeras damas. Caracas, Venezuela: Alfadil /Trópicos.

 

Venezuela en Retrospectiva. (2018, 13 mayo). Jacinta Parejo de Crespo. https://venezuelaenretrospectiva.wordpress.com/2018/05/13/jacinta-parejo-de-crespo/

jueves, 14 de enero de 2021

José Antonio Páez: el caudillo más carismático de la historia

 


Aunque mucho se ha escrito reconociendo la gran importancia histórica del Centauro de los Llanos, también apodado Catire, Taita, o Ciudadano Esclarecido, entre varios otros, hay algunos autores que tratan de opacar su prestigio tildándolo de traidor, obviando que existieron causas determinantes, las cuales condujeron al desencadenamiento de los hechos que desembocaron en La Cosiata.

Páez es el representante más fiel del caudillismo venezolano y uno de los hombres que preponderantemente ha marcado la historia, ya que con él nació Venezuela como país. Fue presidente tres veces entre los años 1830 y 1863 y manejó todos los hilos políticos de la República durante muchos años.

Su autobiografía y lo que cuentan sus biógrafos testifican que, a pesar de que se le pueden hacer muchas críticas, Páez es uno de los políticos más auténticos y carismáticos que ha tenido Venezuela.

Un llanero recio

José Antonio nació el 13 de junio de 1790 en una casa muy precaria ubicada a orillas del río Curpa en el estado Portuguesa. Fue hijo de una familia numerosa de origen canario y recibió una educación bastante elemental. Por esas cosas del destino, un buen día, cuando ya tenía 17 años, mató a un hombre en defensa propia y tuvo que huir de su casa, colocándose como peón en el Hato de La Calzada.

Allí se encontró con el zambo Manuelote, un capataz que acostumbraba a humillarlo y someterlo a duras pruebas, y supo lo que es pasar trabajo. Pero esta ruda experiencia fue fundamental para su futuro; se convirtió en el gran aprendizaje de su vida y lo llevó a ser, junto a Bolívar, el hombre de mayor trascendencia en la Guerra de Independencia.

De lo que cuenta en su autobiografía se desprende que Páez siempre fue respetuoso y humilde, al tiempo que muy alegre y bullanguero; en los ratos de ocio acostumbraba a tocar el cuatro, cantar y bailar, por lo que ganó gran popularidad entre los peones del hato donde servía,  así como de todos los aledaños.

En La Calzada se hizo un maestro domando potros salvajes, se convirtió en un gran jinete, y perdió el miedo a atravesar las corrientes peligrosas de los ríos llenos de caimanes y pirañas. De esta época proviene el apodo de Catire, ya que, aunque era de tez morena, su color de piel contrastaba con la del resto de los trabajadores.

Por su valentía y destreza llegó a ser capataz de otra de las haciendas del dueño de aquellas tierras y también Jefe de los Jinetes del Llano que se encargaban de proteger a los hatos de Barinas. Los años de 1809 a 1811 fueron de gran importancia para su vida ya que se casa con Dominga Ortiz, dama de familia adinerada, y adicionalmente es llamado a ocupar el cargo de soldado de caballería al servicio de la causa republicana.

Páez había desarrollado una impresionante fortaleza física que, aunada a sus dotes naturales de inteligencia y audacia, lo convertían en un llanero recio y temible.

Héroe de batallas

José Antonio Páez logra formar un gran ejército que lo admira y lo sigue fielmente, y se hace famoso por las muchas batallas ganadas. Como todo caudillo llanero es amable y cercano con su tropa, al tiempo que reconocido por su magnanimidad con los prisioneros de guerra, lo que hace que muchos de ellos se conviertan en partidarios.

Bolívar viaja hasta el hato Cañafístula a comienzos de 1818, se reúne con Páez para pedirle que lo acepte como jefe y, a partir de ese momento, el Centauro de los Llanos se torna en figura central del movimiento independentista. Sus hombres eran expertos en el manejo de la lanza y la pelea cuerpo a cuerpo, además de los mejores y más osados jinetes.

La participación de Páez y sus lanceros es decisoria el 24 de junio de 1821 en la Batalla de Carabobo, ya que toman la delantera sorprendiendo a los contrarios para, finalmente, cuando se les acaban las municiones a los enemigos, rematarlos con las armas blancas. Por su valentía sin par, Bolívar honra a Páez, reconociéndolo como el gran héroe de la contienda y nombrándolo General en Jefe de los ejércitos.

Pero hay otra hazaña del llanero más sorprendente aún con la toma del Castillo de Puerto Cabello, último reducto de los realistas. El 8 de noviembre de 1823 José Antonio y su ejército nadan durante la noche en las aguas llenas de lodo que rodean a la fortaleza y los toman por sorpresa, lo que produce la rendición definitiva de las tropas leales a la corona.

Durante todos estos años Páez aprovecha para comprar muchas haciendas, que eran expropiadas a los realistas, y se convierte en un gran terrateniente al igual que una gran mayoría de los patriotas. Este hecho sirvió de bandera para los liberales y la Revolución Federal encabezada por Ezequiel Zamora que, entre los años de 1859 y 1863, sublevaron a los campesinos en pro del reparto de tierras, aunque todo terminó siendo una farsa.

Cuentos de a caballo  

Existen muchas anécdotas sobre la vida del catire.

Cuentan que un día liberó, él solo con su caballo, a ciento quince patriotas prisioneros de los realistas: se presentó en la prisión agarrando por sorpresa a los carceleros y gritando “¡Adelante!”, como si un gran regimiento lo siguiera, hizo huir despavoridos a todos los guardias.

También dicen que acostumbraba a fingir voces diferentes, simulando estar acompañado de muchos hombres, y que amarraba cueros de vacas a las colas de varios caballos, para que creyeran que un grupo de jinetes lo acompañaba. Todas estas tretas lo salvaron más de una vez de ser atacado.

Una de sus más famosas historias es la que cuenta el mismo José Antonio en su autobiografía, de la época en que ya era presidente, la cual se refiere al encuentro con uno de los más temibles bandoleros realistas que, desde los Valles del Tuy donde tenía su refugio, azotaba a Caracas y sus alrededores.

Páez se dirige a la montaña donde Cisneros estaba atrincherado con sus hombres y manda a un emisario para anunciarse, a lo que el guerrillero responde que lo recibirá como se merece. Sube el Presidente y se encuentra a 200 hombres armados hasta los dientes con carabinas y machetes.

Cisneros increpa a Páez y le pregunta que cómo se atreve a llegar hasta allí, a lo que éste contesta que quiere pactar la paz, pero Cisneros en tono de burla le dice que ordene algunas maniobras a sus hombres para comprobar su habilidad. En un momento todos apuntan sus armas contra Páez que, al verse perdido, comienza a dirigir su propio fusilamiento.

Ante la valentía de José Antonio, Cisneros manda a parar a sus bandoleros y le dice al presidente que lo ha vencido y que le será fiel para toda la vida. Respecto a esta anécdota, los biógrafos cuentan que luego Páez cedió algunas tierras a Cisneros para que las cultivara, y terminó bautizándole un hijo, por lo que llegaron a ser compadres.

El poder

Habían pasado más de seis años desde que la Ley Fundamental de la República Colombia del 12 de diciembre de 1819 decretara la consolidación de una gran nación formada por los departamentos de Cundinamarca, Quito y Venezuela. Un año más tarde, en agosto de 1821, había sido sancionada la nueva Constitución donde se establecía que Bogotá era la capital. Como Vicepresidente, que para el caso era el mandaba porque Bolívar siempre estaba en campaña, fue escogido el neogranadino Francisco de Paula Santander.

Ya esto no gustó mucho en Venezuela, además de que el poder estaba totalmente centralizado y no se podía tomar ninguna decisión en los departamentos, sino esperar por las instrucciones para cualquier detalle, ya estuviera relacionado con la Ley o con asuntos económicos. Páez había sido nombrado Jefe Militar de nuestro departamento y existía también la figura de un Intendente, que fueron varios en un período relativamente corto.

 Por otra parte, según cuenta la historia, Francisco de Paula Santander no era muy pro venezolano que se diga y, a juzgar por acontecimientos que posteriormente sucedieron, tampoco quería al Libertador. Pero lo que desencadenó la tormenta, que se llamó La Cosiata por una obra de teatro que se exhibía en Valencia, fue que Páez actuó inconsultamente en cierta situación y, al ser llamado a Bogotá a declarar, a lo cual se negó, fue relevado de su cargo.

Ante esta circunstancia se reúne la Municipalidad de Valencia el día 30 de abril de 1826 y ratifica a Páez en sus funciones, lo que posteriormente es secundado por Caracas el 5 de mayo, proclamando al caudillo como Jefe Civil y Militar del Departamento de Venezuela. Esto hace que Bolívar venga al país en 1827 y ratifique a Páez, pasando por encima de las decisiones de Bogotá, donde por cierto las cosas tampoco estaban muy bien y se enfrentaban los partidarios del federalismo con los del centralismo.

Posteriormente, en el año 1829 un Congreso reunido en Caracas, específicamente en el convento de San Francisco, desconoce a Bolívar y nombra a Páez como presidente encargado. En 1830 una Asamblea Constituyente proclama la nueva Constitución de la República de Venezuela, y en 1831 Páez es elegido por el Congreso como Presidente Constitucional, cargo que ejercerá hasta 1835. 

Páez, en su autobiografía, refiere que la Gran Nación se había convertido en una especie de monstruo ingobernable, existiendo una gran incoherencia, muchas contradicciones y falta de claridad en las políticas. También dice que la separación era algo inevitable y que nunca fue procurada por él, sino que por circunstancias le tocó liderarla. Según concuerdan muchos historiadores, el proyecto de Colombia fue una idea grandiosa, más bien un sueño, muy difícil de concretar.   

Aspectos resaltantes de la Constitución de 1830, que fundó la Cuarta República, fueron:

  • En contraposición al gobierno centralista de la Constitución anterior, el nuevo régimen era central-federal, lo que permitía la toma de algunas decisiones políticas y económicas a las provincias.
  • Existían tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Los períodos presidenciales eran de cuatro años y no se permitía la reelección inmediata.
  • No se determinó ningún culto oficial, lo que molestó a la Iglesia Católica, y se abolieron las prerrogativas de las que gozaban el clero y los militares, llevándolos a la condición de ciudadanos comunes.
  • Para ser considerado ciudadano era necesario saber leer y escribir, además de tener propiedades o ser profesional, lo cual ya era parte de la Constitución de Cúcuta y se basaba en el Discurso de Angostura de Bolívar (15 de febrero de 1819).

Páez fue Presidente Constitucional en los períodos 1831-1835 y 1839-1843, y dictador entre los años de 1861 y 1863. Durante una larga etapa, desde su nombramiento como presidente por primera vez,  hasta 1847 en el que cometió la falla política más grave de su vida, tuvo un gran poder y ascendencia sobre los presidentes cuando él no estaba mandando. A partir de 1848  perdió el control del país, pero volvió en 1861 y gobernó por tres años. Desde La Cosiata hasta 1863,  su carrera como político prominente abarca un período de 37 años.

Los primeros gobiernos de Páez se caracterizaron por traer grandes avances sociales y económicos al país, lo cual está respaldado por estadísticas, y el mayor error que se le achaca es haberse rodeado de las élites y mandar con ellas, a consecuencia de que éstas supieron encantarlo, adulándolo y rindiéndole honores y pleitesía.

Vida Privada

En 1821 Páez se separa de su esposa Dominga Ortiz, aunque el matrimonio nunca pudo ser disuelto legalmente por no existir el divorcio, y se une a Bárbara Nieves, dama muy culta que lo inicia en la lectura de autores clásicos y le despierta el gusto por el teatro, la pintura y todas las artes, al tiempo que lo estimula para que aprenda idiomas. Barbarita será el gran amor en la vida del Centauro de los Llanos.

En Caracas fijan residencia en una casa hermosa, especie de palacio,  llamada La Viñeta. Estaba ubicada en la Esquina del Mamey donde hoy se encuentra el Grupo Escolar Francisco Pimentel, pero ya no es la misma estructura porque fue demolida. Aquí se organizaban grandes fiestas y veladas donde Barbarita y las hijas cantaban y bailaban, de modo que La Viñeta era el lugar donde se concentraba la alta sociedad de Caracas, a pesar de que secretamente criticaban al Presidente por sus maneras toscas y vivir con una amante.

Cuentan que La Viñeta tenía los jardines más espectaculares de Caracas y allí se podía admirar la más variada gama de flores: violetas, jazmines, novios, magnolias y rosas, entre otras, además de muchas matas de mango y diferentes especies de árboles exóticos. El jardinero, por cierto, había sido un guerrillero que estuvo a punto de matar a Páez, pero luego confesó que su pistola no tenía municiones y el Presidente lo adoptó.

Los biógrafos de José Antonio refieren que tuvo nueve hijos, aunque podrían ser más. Cuatro con Dominga: Manuel Antonio, María Antonia, María del Rosario y Hermenegildo. Cuatro con Barbarita: Úrsula, Juana, Sabas Antonio y Sofía. Y uno con una señora colombiana, al que no reconoció, que fue pintor y se llamó Ramón Ricaurte. De este último descendiente así como de su madre no se conoce mucho, e incluso pocos lo mencionan.

Hay documentos que atestiguan que Páez ingresó en la masonería a raíz de su contacto con los ingleses que participaron a favor de la Guerra de Independencia, y al parecer logró obtener un alto rango en la logia a la que pertenecía. Igualmente, hay cronistas que refieren su afición por las peleas de gallos y los toros coleados, lo que en algunas oportunidades le trajo censuras de la Ley por falta de permisos, a lo cual se sometió aún siendo el presidente.  

Según el Doctor Lisandro Alvarado, Páez era obsesivo a consecuencia de una enfermedad hereditaria. Este autor hace referencia a Arístides Rojas, quien conoció a la familia Páez muy de cerca porque estudió con sus hijos, y cuenta que de pequeño fue mordido por una serpiente venenosa, lo que agravó su tendencia hacia la neurosis.  

Una de sus principales manías era el pescado, no pudiendo ingerirlo ya que imaginaba que esta carne se convertiría en un ofidio una vez que llegara a su estómago. También sufría de ataques de epilepsia cuando algo perturbaba su sistema nervioso, por ejemplo al ver una culebra, lo cual hacía que se cayera del caballo.

El mismo Centauro ratifica su trastorno en sus memorias cuando narra que, en las contiendas, al sentir los primeros tiros de los adversarios, caía en una especie de trance y luego enloquecía, de manera que sus compañeros de armas tenían que agarrarlo para impedir que se lanzara impulsivamente contra el enemigo.

Un error imperdonable

En 1840 se funda el partido Liberal, siendo una de sus principales figuras el caraqueño Antonio Leocadio Guzmán, que es otro de los personajes típicos y más interesantes de nuestra historia. Antonio Leocadio fue hijo de un español realista y padre de Antonio Guzmán Blanco, quien más tarde marcará otros largos años en el devenir histórico de Venezuela. Desde su periódico El Venezolano, Antonio Leocadio se dedicó a desprestigiar a Páez y sus seguidores, ocasionándoles gran daño.

Para las elecciones de 1847 Páez apoya a José Tadeo Monagas, un caudillo de los llanos, en este caso de los llanos orientales, prócer destacado de la guerra de independencia y otro de los principales hombres de Bolívar. José Tadeo se había levantado en armas dos veces contra Páez en su primer gobierno y había sido amnistiado, por lo que no debería de haber sido el candidato.

Sin embargo, como cuenta José Antonio en sus memorias, quien para 1847 era Jefe de los Ejércitos, apoyarlo era una forma de comprometerlo con la República y así evitar que siguiera constituyendo un peligro. Por otra parte, los conservadores no tenían un candidato fuerte y dentro del panorama político José Tadeo era el que podía garantizar la estabilidad.

Pero sucede que, apenas José Tadeo toma el poder en 1848, se adhiere a los liberales convirtiéndose en líder de este partido,  y además cesa a Páez de sus funciones, por lo que éste último se subleva, siendo luego apresado y humillado públicamente por las calles de Valencia y de Caracas. Le colocan unos grillos y lo pasean en medio de los más terribles insultos orquestados por los seguidores de José Tadeo.

Posteriormente el insigne llanero es enviado al Castillo de San Antonio en Cumaná, donde se le encierra en una celda húmeda sin oxígeno. Narra en su autobiografía que la falta de aire lo obligaba a acostarse en el suelo para respirar por debajo de la puerta, que no podía recibir cartas de su familia, y que su único ejercicio consistía en bailar cuando uno de los guardias tocaba la guitarra.

Para esta fecha ya Barbarita había fallecido. Su esposa Dominga Ortiz intercede para que le cambien la cárcel por el exilio y el 23 de mayo de 1850 es sacado del castillo, el cual es rodeado por una multitud que esta vez lo ovaciona, y de una vez embarcado en un buque que lo espera en el puerto de Cumaná para ser enviado a Saint Thomas. Desde esta isla luego viaja a Nueva York para ser recibido con honores.

Mientras tanto los Monagas, entre José Tadeo y José Gregorio turnándose en el poder,  implantan una dinastía que durará hasta 1858:

·         José Tadeo Monagas: 1848-1851

·         José Gregorio Monagas: 1851-1855

·         José Tadeo Monagas: 1855-1858 (no terminó el mandato).

Del período de José Gregorio Monagas es el decreto que otorga la libertad a los esclavos el 24 de marzo de 1854.  Esto fue muy bien acogido por las familias adineradas y los latifundistas, porque tener esclavos ya no era negocio. Resultaba muy costoso mantenerlos en relación a lo que producían, siendo más conveniente liberarlos y luego contratarlos como peones, o bajo la figura de personal para el servicio doméstico.

En el año 1857, bajo la segunda presidencia de José Tadeo, se sanciona una nueva Constitución que alarga el período presidencial a seis años y permite la reelección inmediata, lo cual evidenció la intención de José Tadeo de permanecer en el poder junto a sus familiares.

Adicionalmente, José Tadeo había secuestrado al parlamento y lo utilizaba según sus propios intereses y, por otra parte, la deuda externa había subido desmesuradamente al tiempo que había manejos dolosos de los dineros de la Nación y grandes corruptelas que involucraban a gran parte de los ministros, así como a otros actores ubicados en cargos importantes.  

Esta situación produce una alianza entre conservadores y liberales para dar un golpe de Estado ante el excesivo personalismo y desastres del gobierno. Así, se alza de Julián Castro con la Revolución de Marzo, lo que obliga a José Tadeo a refugiarse en la delegación francesa en Caracas y renunciar, mientras que José Gregorio es apresado y enviado al Castillo de San Carlos en el estado Zulia, donde al poco tiempo muere de cáncer.

Tiempos difíciles

A partir de la caída de José Tadeo en 1858, vienen quince años que son los más complicados y turbulentos de la historia después de la Independencia. Dentro de ellos se ubica  la Guerra Federal o Guerra de los Cinco Años entre 1859 y 1863, que dejó al país en la más miserable de las ruinas. Hasta 1873, cuando Antonio Guzmán Blanco asume oficialmente su primera presidencia luego del triunfo de la Revolución de Abril en 1870, el país no volverá a tener algo de estabilidad, aunque no muy duradera.

Los líderes de la Guerra Federal fueron Ezequiel Zamora, Juan Crisóstomo Falcón, Antonio Leocadio Guzmán y Antonio Guzmán Blanco. El movimiento comienza el 20 de enero de 1859 en Coro, cuando toman por asalto el cuartel y roban todas las armas. Los campesinos se sublevan y se proclama a  Ezequiel Zamora como máximo líder y Jefe del Ejército Federal, formando un gobierno paralelo que pronto tuvo bajo su control a varias regiones del país.

Entre 1858 y 1870 se suceden nueve gobiernos, incluyendo provisorios, electos, dictadura de Páez y otros golpes de Estado. José Antonio vuelve a Venezuela en 1858, pero se va y viene otras dos veces por diferentes circunstancias. Finalmente en 1863 regresa a Nueva York de forma definitiva, después de que termina la Guerra Federal con el Tratado de Coche y Páez renuncia a su mandato como dictador.

Cuando José Tadeo Monagas es destituido en 1858 se nombra un gobierno provisional, posteriormente Julián Castro, que había sido el autor del derrocamiento, es proclamado presidente por una Asamblea Constituyente. La idea era que el nuevo gobierno se constituyera con un peso equilibrado entre conservadores y liberales, dado que ambos bandos habían formado la coalición para dar el golpe al último gobierno de los Monagas, pero no pasa así.

Sucede que Julián Castro comienza inclinándose demasiado por los conservadores y luego gira totalmente hacia los liberales, ante lo cual Páez, que había llegado en 1858 y era Ministro de Guerra y Marina, se regresa a Nueva York en 1859. Ese mismo año le dan un golpe de Estado a Julián Castro y asume temporalmente Pedro Gual, un hombre ya de edad, comprometido y leal a la Constitución y a las leyes de la República.

En 1858 se aprueba una Constitución que restituye el período de cuatro años y la no reelección inmediata. Esta carta magna tiene como avances importantes el prohibir la elección de parientes en cargos de gobierno, así como instaurar el voto directo para presidente, vicepresidente, diputados y gobernadores, lo que otorga poder a las provincias al decidir sobre sus mandatarios.  

En el año 1860 toca ir a elecciones y gana Manuel Felipe Tovar, fiel representante de los conservadores. Entonces Páez regresa ese mismo año y vuelve a ocupar su cargo de Ministro de Guerra y Marina. Pero este nuevo gobierno resulta muy débil, a pesar de todos los esfuerzos por recuperar al país no lo logra y la Guerra Federal sigue en su apogeo, por lo que todos los ministros lo abandonan, entre ellos Páez que se va de nuevo a Estados Unidos. 

Poco después, Manuel Felipe Tovar, cuando ve que las cosas se complican cada vez más, le solicita a José Antonio que regrese y lo nombra Jefe del Ejército. En  estos momentos predominaba la idea de que era necesario imponer un gobierno dictatorial, siendo Páez la persona idónea por su trayectoria y ascendencia sobre los militares.

Paz y retirada

Tovar renuncia en 1861 y otra vez toma el mando Pedro Gual de forma provisional. Finalmente Páez se decide y, a través de un coronel que le es fiel,  le da un golpe a Gual, para asumir el gobierno como Jefe Supremo Civil y Militar. A partir de esta fecha se dedica a procurar un pacto con Juan Crisóstomo Falcón, que había quedado como líder de la Guerra Federal luego de que Ezequiel Zamora muriera en 1860.

El 23 abril de 1863 Páez logra por fin un acuerdo con Falcón mediante el Tratado de Coche. Se convoca un Congreso con igual número de conservadores y federales y Páez renuncia, quedando como presidente provisional Juan Crisóstomo Falcón. Al año siguiente se promulga otra Constitución, de corte federal, con 20 estados autónomos, donde el país pasa a llamarse Estados Unidos de Venezuela y se mantienen los cuatro años de gobierno y la no reelección inmediata.

Posteriormente Falcón es electo presidente para el período 1865-1868, pero es derrocado un poco antes de concluir su período. Monagas regresa en 1868 con nuevos ímpetus y con su Revolución Azul acaba con el gobierno federal. Aunque esto no durará mucho, ya que en 1870 vuelve Antonio Guzmán Blanco con su Revolución de Abril, llamada así porque se concreta el  día 27 de ese mes, y tumba a José Tadeo para comenzar otro largo período de la historia.

José Antonio muere el 6 de mayo el 1873 en Nueva York a causa de una bronconeumonía posterior a una fuerte gripe. Luego de la firma del Tratado de Coche, Juan Crisóstomo Falcón le pide a Páez que se quede en Venezuela. Ante su negativa, le paga el pasaje de regreso prometiendo enviarle mensualmente el importe de su sueldo, pero esto duró poco tiempo por los avatares que sufrió la República.

Los que escribieron sobre esta época en la que murió Páez cuentan que era muy pobre. Remendaba su ropa y, si no hubiera sido por la caridad de algunos, su cuerpo habría ido a parar a una fosa común. En 1888, bajo la presidencia de Hermógenes López,  sus restos llegaron al país y se les rindieron todos los honores, llevándolos al Panteón Nacional.  

Este período de nuestra historia es especialmente ilustrativo para mostrar que, como alguien dijo, en Venezuela no hay cadáveres políticos hasta que no están bajo tierra,  lo cual luego siguieron demostrado los hechos.  Por otra parte, también es interesante observar cómo gobiernos del tipo de los Monagas cansaron con sus excesos hasta a sus propios partidarios y no pudieron ir más allá de una década. Claro está que también hay otros ejemplos, como es el caso de Juan Vicente Gómez, que fue dictador durante 27 años en el período 1908-1935, y su mandato se acabó porque murió a la edad de 78 años.

Referencias:

-Alvarado Lisandro (1895). Neurosis de hombres célebres de Venezuela. Prodavinci. Recuperado de  https://prodavinci.com/neurosis-de-hombres-celebres-de-venezuela/

-Arráiz Lucca, R. (2007). Venezuela: 1830 a nuestros días. Caracas: Editorial Alfa.

-Herrera Luque, F. (1991). Los Reyes de la Baraja. Caracas: Editorial Grijalbo Mondadori.

-Mendoza, A. (2014). José Antonio Páez y José Tadeo Monagas: relaciones de poder caudillista durante el período 1846-1849. Tesis para optar al grado de Doctor en Historia. Universidad Católica Andrés Bello. Caracas. 


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