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jueves, 12 de agosto de 2021

Catedral de Caracas, Museo Sacro y algunas historias


 

Frente a la Plaza Bolívar mirando hacia el este, entre las esquinas de La Torre y Gradillas, se encuentran la Catedral de Caracas y el Museo Sacro. La parroquia Catedral, fundada en 1636, toma este nombre cuando la iglesia erigida al patrono Santiago Apóstol en los inicios de la ciudad pasa a llamarse Catedral Metropolitana de Santa Ana.

Tanto siendo templo del Apóstol Santiago, como ya Catedral, esta iglesia, y también lo que hoy es el Museo Sacro, han sido parte inseparable de la historia de Caracas y son miles los cuentos que se pueden narrar.

De todos ellos, hay dos muy buenos que están íntimamente relacionados con estos lugares. El primero se refiere al asalto del pirata Preston y el segundo a un famoso obispo que cambió todas las costumbres de los caraqueños y hasta le levantó un expediente al padre de Simón Bolívar.

La Catedral 

El nombre oficial de La Catedral de Caracas es Iglesia Catedral Metropolitana de Santa Ana, ya que en 1637 recibió la denominación de Catedral a raíz de que la sede episcopal, que estaba en Santa Ana de Coro, se muda para Caracas. Esta iglesia ha sufrido varias modificaciones a lo largo de su historia, especialmente debido a los terribles movimientos telúricos de los años 1641, 1766 y 1812. Así como también en tiempos anteriores, por la incursión del pirata Amyas Preston que en 1595 prendió en llamas al primer templo construido en el sitio de la Catedral.




Al fundarse la ciudad de Santiago de León de Caracas en 1567 se erigió también la iglesia, dedicada al Apóstol Santiago, que era de bahareque y tenía el techo de paja. Posteriormente, en 1578, se termina un nuevo templo fabricado a base de piedra, ladrillos y tejas, pero el mismo es quemado por Preston en 1595. Luego resulta casi destruido por el sismo del 11 de junio de 1641, conocido como Terremoto de San Bernabé, lo cual supuso una importante obra de recuperación que se aprovechó para ampliar la iglesia y cambiar la fachada.

El 21 de octubre de 1766 ocurre otro fuerte sismo que fue llamado Terremoto de Santa Úrsula. Dicen que éste ha sido el mayor terremoto de la historia en Venezuela, pero su epicentro fue en el oriente del país y, según los registros, en Caracas éste no fue tan grave en cuanto al número de fallecidos y casas derrumbadas como el anterior y el siguiente. Sin embargo, la Catedral fue afectada y se hizo necesaria otra reconstrucción de la iglesia que había estado anteriormente terminada en 1674. La descripción de la torre para esta época habla de que la misma tenía “50 pies de altura (15 metros) y 10 campanas muy sonoras”.

Y nuevamente, el movimiento telúrico del 26 de marzo de 1812 –Jueves Santo-, con un saldo de destrucción y muerte impresionante, y una fuerte réplica el 4 de abril, destruye gran parte de la Catedral. En esta ocasión la iglesia se vuelve a reconstruir tal cual estaba antes del temblor y se consagra en 1867. Desde entonces, sólo se le han dado algunos pequeños toques en los años 1933 y 1967.

Como dato curioso, el terremoto del 26 de marzo hizo que la torre de la iglesia se inclinara, pero cuentan que con la réplica volvió a su lugar. En esta oportunidad se decide reducir la altura de la torre, eliminando una tercera parte de su dimensión, para evitar mayores riesgos a futuro.

Actualmente el templo presenta la misma estructura interna que tenía en el siglo XVIII. Su planta es basilical, con cinco naves: una central y dos menores a cada uno de los costados, que se separan mediante columnas y arcos estilo mudéjar. También cuenta con 10 hermosos y coloridos vitrales que le proporcionan una iluminación muy especial al recinto. 

Existen ocho capillas laterales, de las cuales la más conocida es la dedicada a la Santísima Trinidad, donde está el panteón de la familia Bolívar. Aquí se encuentran los restos de los padres, las hermanas y la esposa de Simón Bolívar, y también permanecieron los del Libertador, desde que llegaron de Santa Marta en 1842 hasta que fueron llevados al Panteón en 1876.

La Catedral por fuera es de estilo neoclásico. Su torre cuadrada, ubicada en el extremo noreste, en su parte más alta exhibe una escultura de bronce que representa la fe y se instaló cuando la torre fue reducida de tamaño. También tiene un reloj que data de 1888, el cual fue encargado a Londres y pesa 7.816 kilos. Este reloj, además de dar a hora, puede activar 11 finísimas campanas para tocar diferentes melodías, incluyendo el Ave María y el Himno Nacional, pero lamentablemente su mecanismo está dañado.

 Cuando los piratas asaltaron Caracas

Este acontecimiento, según la crónica de Enrique Bernardo Núñez, tuvo lugar entre los días 29 de mayo y 3 de junio de 1595. Lo más interesante de esta crónica es que el mencionado autor toma como parte de sus datos a lo posteriormente escrito por Robert Davie, que fue uno de los piratas que participó en la incursión. También existen otras fuentes que reflejan algunas discrepancias en cuanto a los detalles, aunque no difieren en lo fundamental.

Los españoles de Caracas ya estaban avisados de que naves piratas estaban en La Guaira, por lo que se aprestaron a ubicarse en las salidas de los caminos por donde se suponía que podían entrar. Por tal razón, la ciudad quedó con muy pocos hombres para su defensa; entre éstos estuvo el famoso Andrea Ledesma, que fue asesinado por los invasores al enfrentárseles. Por otra parte, la mayoría de los vecinos había huido hacia las afueras con sus joyas y sus esclavos.

Los corsarios utilizaron una vía que casi nadie conocía y que además era prácticamente impenetrable. Dice la historia que los piratas tuvieron que cortar troncos y atravesar una ruta llena de fieras y bichos venosos de una inmensa y sobrecogedora selva, y que estuvieron a punto de devolverse desfallecientes. Los corsarios entraron siguiendo el curso de la quebrada Anauco, la cual nace cerca del punto llamado Boca del Tigre y baja hasta Cotiza, en los alrededores de la actual avenida Baralt.

Amyas Preston, quien dirigía la expedición, nació en Inglaterra, no se sabe en qué año, aunque sí se conoce que murió en 1609. Junto a Francis Drake y Walter Raleigh, era uno de los piratas más famosos del Caribe y comandaba a cerca de 500 hombres. Entre sus lugares favoritos, Margarita, Coche y Cubagua eran de su predilección debido a las perlas. Nunca había tenido el atrevimiento de llegar hasta Caracas porque la montaña era un defensa importante, pero pensó que iba a encontrar muchas riquezas y se las ingenió para hacerlo.





Según cuenta Davie, en Cumaná habían tomado como cautivo a un hombre que conocía el camino escondido y les reveló el secreto a cambio de obtener su libertad. Bernardo Núñez corrobora este hecho y le pone el nombre de Villalpando al rehén. Otras referencias indican que el  tal Villalpando era un vecino de Caraballeda, por lo cual es factible que estuviera muy al tanto en cuanto a las vías ocultas de la montaña.

Una discrepancia entre Davie y Bernardo Núñez es que el primero dice que liberaron a Villalpando al llegar a Caracas, mientras que el segundo afirma que era un hombre muy viejo y no hubiera podido hacer la escabrosa expedición. Por otra parte, algunas fuentes indican que Villalpando fue ahorcado por traidor luego de que los piratas se fueron, mientras que otras reportan que el hombre permaneció al servicio de Preston.

Lo cierto es que los piratas se tomaron la Casa de Los Gobernadores (en la esquina Principal donde hoy está el Palacio de Gobierno del Distrito Capital) y la iglesia (actualmente Catedral) como campamento. Al no encontrar nada demasiado interesante, pidieron que les pagaran 30 mil ducados para abandonar la ciudad, pero los españoles les ofrecieron 4 mil.

Pasaban los días y no llegaban a un acuerdo, cuando un indio les dijo a los corsarios que los españoles estaban demorando las negociaciones porque esperaban refuerzos militares. Ante esta información, Preston decide incendiar la ciudad y destruir la iglesia el día 3 de junio, para luego marcharse por Catia, a través del viejo sendero que conducía al puerto, llevándose lo poco que había encontrado.

El Museo Sacro

El Museo Sacro de Caracas se encuentra al lado de la Catedral. Es una construcción colonial de dos pisos con la fachada color melón enmarcada de blanco, que data de 1888 y fue erigida para servir de sede al Colegio Episcopal y al Seminario Menor de Caracas. Inicialmente, parte de este espacio era la Cárcel Episcopal, que estaba adosada a la Catedral hacia el sur.




El Colegio Episcopal funcionó hasta 1924, luego estuvieron en este lugar los talleres del Diario La Religión hasta la década de 1970 y posteriormente el edificio fue abandonado hasta 1981, fecha en que es declarado monumento nacional y restaurado, para abrir al público en 1993 como Museo Sacro.

Tanto el antiguo Colegio Episcopal y Seminario, como el actual Museo Sacro, se sitúan sobre lo que era el Cementerio de La Catedral, el primer cementerio de Caracas, que fue construido en el año 1673 y ocupaba gran parte de la cuadra comprendida entre las esquinas de La Torre, Gradillas, Madrices y San Jacinto.

Dado que Caracas se funda en el año 1567 y era costumbre enterrar a los difuntos en los terrenos adyacentes a los templos, con seguridad estos predios sirvieron como sitio para enterramientos mucho antes de inaugurarse formalmente el camposanto, el cual dejó de funcionar en el año 1876 cuando Guzmán Blanco clausura los cementerios de las iglesias y se inaugura el Cementerio General del Sur.     

La estructura del Museo Sacro corresponde a la típica construcción colonial, con un patio rectangular céntrico alrededor del cual se disponen los pasillos y las habitaciones con las exposiciones de imágenes religiosas, pinturas, joyas, orfebrería, mobiliario perteneciente al clero y vestuarios religiosos, todos provenientes de iglesias y conventos que ya no existen, así como de colecciones familiares que fueron donadas.

Pero lo más impactante del museo está en la zona colindante con la Catedral, donde se observa un pasadizo comunicante que atraviesa una gruesa pared de piedra.  En las salas 5 y 6 se aprecia la entrada al pequeño calabozo donde los sacerdotes pagaban su condena (cuyas paredes fueron rayadas por los curas expresando sus protestas), así como el vestigio de un tragaluz que era la única entrada de claridad. Igualmente, se puede ver un foso lleno de huesos que al parecer provienen del cementerio, y doce criptas no identificadas que se cree pertenecen a obispos.

El patio central del Museo Sacro fue objeto de excavaciones arqueológicas en el período 1988- 1989 y se encontraron 25 osamentas humanas enterradas en una fosa común. Los huesos estaban en muy mal estado de conservación producto de la humedad del sitio, pero por su datación estimada, se asume que pueden haber sido personas ajusticiadas por Boves en 1813 o víctimas del terremoto del año 1812. Además, se descubrió una acequia, y una vieja calzada que probablemente atravesaba todo el cementerio.

Actualmente el Museo Sacro está siendo refaccionado, ya que se encontraba muy deteriorado producto de las filtraciones. En sus buenos tiempos tuvo un café, una sala para eventos y una tienda de artesanías, y también fue sede del Grupo Lírico Cantamérica y del Coro y Orquesta Litúrgica de la Catedral, por lo cual había un piano, que por cierto muchas veces tocaba por su propia cuenta. Y es que este lugar siempre ha estado lleno de una energía extraña, la cual se siente apenas se traspasa su puerta.

Se acabó el desorden

En tiempos coloniales, muchos obispos pasaron por la Arquidiócesis de Caracas desde el año 1636 en que fue mudada desde Coro. Uno de los más famosos es Diego Antonio Díez Madroñero quien, a decir de Arístides Rojas, convirtió a Caracas en un convento. Adicionalmente, este obispo es recordado por haber abierto un expediente contra Don Juan Vicente Bolívar –padre del Libertador-, cuando éste era soltero y vivía en San Mateo ocupando altos cargos militares que le conferían mucho poder.

Al llegar Díez Madroñero en 1756 procedente de Madrid, observa con mucha preocupación algunos hábitos de los caraqueños que atentaban contra la moral y propiciaban situaciones pecaminosas, como por ejemplo ciertos bailes llamados la zapa, el sambito, la murranga o el dengue, los cuales se generalizaban bajo la denominación de “fandangos”.

Por otra parte, desde tiempos antiguos las leyes daban a la Iglesia la potestad de juzgar delitos como: concubinato, amancebamiento, adulterio, violaciones, sodomía, incesto, prostitución, lenocinio, o alcahuetería, aunque lo más importante era evitarlos, y el obispo se tomó muy en serio su trabajo.

Entonces prohibió todo tipo de danzas, juegos y venta de guarapo, así como obras de teatro, y eliminó el carnaval sustituyéndolo por procesiones que debían ser a la luz del día y con los hombres separados de las mujeres. Igualmente, levantó un minucioso censo de la población para determinar quiénes vivían en cada casa y bajo qué condiciones, lo que también sirvió para controlar que todos confesaran y comulgaran.

Adicionalmente, les puso nombres religiosos a todas las calles, instituyó el rezo obligatorio del rosario antes de dormir, y también que cada vivienda tuviera un patrono o patrona, cuya imagen debía estar en el zaguán iluminándola en las noches con un velón o un farol, lo cual fue muy positivo porque en gran parte acabó con la gran oscuridad nocturna de Caracas. 

En la época de Díez Madroñero aparece la veneración a Nuestra Señora Mariana de Caracas, ya que el obispo consideró que debía existir una Virgen criolla, y un cuadro con su imagen fue colocado en una esquina de la Catedral. En estos años también comenzaron a repicar las campanas de todas las iglesias tres veces al día invitando a rezar el Ángelus, y muchos sitios benéficos y conventos se llenaron de “mujeres pecadoras”.




En cuanto a Don Juan Vicente Bolívar, Teniente de Justicia Mayor de San Mateo y quien hacía honor a su nombre de Don Juan, al obispo comenzaron a llegarle muchos rumores acerca de su reprochable conducta: intento de violación a jovencitas, dádivas a mujeres a cambio de sexo, y relaciones con esclavas y mujeres casadas.

Por tal motivo, se traslada una comisión hasta San Mateo y se abren audiencias, en las que el pueblo declara y corrobora las irregularidades. Hasta el cura de la iglesia había sido amenazado para que no suspendiera los “fandangos” que tanto le gustaban a este Bolívar.

El cuestionado también acude a declarar. Reconoce algunos de los muchos casos en los que estaba involucrado y pide perdón por ellos, pero alega que la mayoría era habladurías de la gente. No se sabe a ciencia cierta cuál fue el resultado de este juicio, pero los entendidos afirman que le correspondía ser excomulgado y pagar una alta suma de dinero.

Respecto a perder el derecho a la comunión, o no sucedió o luego fue perdonado, ya que Don Juan Vicente Bolívar contrajo matrimonio a finales de 1773 con María de la Concepción Palacios y Blanco, quien contaba con 15 años de edad, mientras que él tenía 47. Para esta época ya Díez Madroñero no era obispo, ya que falleció en el año 1769.

Seguramente el susodicho siguió con su mala conducta incluso después del matrimonio, ya que estudios psicológicos del personaje indican que era maníaco sexual. Por otra parte, una publicación de la Revista de la Sociedad Venezolana de la Historia de la Medicina, señala que hay serios indicios de que Don Juan Vicente Bolívar padeció de sífilis, e incluso se sospecha que pudo haber contagiado a su esposa.




Y éstas son algunas de las muchas anécdotas relacionadas con la Catedral de Caracas y el Museo Sacro, las cuales quizás mucha gente desconoce. Descubrirlas incita a visitar estos sitios y seguir investigando sobre una historia que algunos, especialmente los jóvenes, pueden encontrar aburrida por la forma como se la han contado.

 

 Referencias:

Arenas, M. (2020, 13 marzo). Un Museo Sacro y los ancestrales secretos bajo la catedral de Caracas. https://es.aleteia.org/2020/03/13/un-museo-sacro-y-los-ancestrales-secretos-bajo-la-catedral-de-caracas/

 

Bernardo Núñez, E. (2004). La ciudad de los techos rojos. Caracas, Venezuela: Monte Ávila Editores.

 

IAM Venezuela. (s. f.). Catedral de Caracas, emblema de la capital de Venezuela. https://iamvenezuela.com/2018/07/catedral-de-caracas-emblema-de-la-capital-de-venezuela/

 

Moreno, A. (2011, julio). Poder espiritual y sociedad colonial: el obispo Diego Antonio Díez Madroñero y su tiempo (1757–1769). http://saber.ucv.ve/bitstream/123456789/2468/1/T026800003681-0-4MorenoAgustin-000.pdf

 

Museo Sacro de Caracas. (2011, 22 febrero). Bienvenidos al Museo Sacro de la Arquidiócesis de Caracas. http://museosacrodecaracas.blogspot.com/2011/02/su-edificacion.html

 

Revista de la Sociedad Venezolana de la Historia de la Medicina. (Febrero, 1945). Sobre la herencia del muy ilustre señor Coronel Don Juan Vicente Bolívar y Ponce. https://revista.svhm.org.ve/ediciones/1945/1/art-4/

 

Rojas, A. (1999). Crónicas de Caracas. Caracas, Venezuela: Los Libros de El Nacional.


 

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