La cuadra de
San Jacinto, llamada así en honor al patrono de los frailes Dominicos que
construyeron aquí su iglesia y establecieron su convento, está rodeada por
cuatro esquinas que, como todas las de Caracas, tienen su curiosa historia: San
Jacinto, Dr. Paúl, Traposos y El Chorro.
El norte de
la manzana es ocupado en su totalidad por la Plaza El Venezolano, una de las plazas más típicas de Caracas, bautizada
con este nombre en honor al ilustre preso que fue condenado a muerte en la
cárcel municipal, la cual fue creada en los predios del convento.
Esta cuadra,
que ha sido sometida a una exhaustiva excavación arqueológica, guarda una parte
muy importante de la historia más antigua de Caracas, así como muchas
anécdotas.
Las cuatro esquinas y sus alrededores
En
el extremo noreste se localiza la esquina dedicada al Dr. Felipe Fermín Paúl
que vivió en este lugar. El Dr. Paúl fue un reconocido defensor de la
República, que se destacó como líder de la Sociedad Patriótica en los eventos
previos al 19 de abril de 1810 y luego fue rector de la Universidad Central de
Venezuela en el período 1823-1825.
Por
el sur, sobre la Avenida Universidad, del
lado oeste se encuentra la esquina de Traposos, que en tiempos más antiguos se
llamó esquina de Arrechedera por una familia ilustre de la Colonia que aquí vivió. El origen de
su denominación actual tiene dos versiones: por una parte dicen que se debe a
que los habitantes de una casa remataban ropa vieja, y por el
otro afirman que ese era su apellido.
Y finalmente,
en el punto sureste se localiza la esquina El Chorro, cuyo nombre comentan que obedece a un ingenioso caballero canario llamado Agustín Pérez. Su apodo era
“Agustinillo” y vendía el mejor guarapo de piña y papelón de la ciudad, para lo
cual activaba un mecanismo de manera que la sabrosa bebida saliera por un
chorrito que permitía el llenado desde afuera de la casa. Aunque también dicen que la esquina toma el nombre por una toma de agua que había en el lugar.
Todo
el frente norte de la manzana, es decir el que mira hacia la plaza, ha sido recientemente
restaurado. En la zona que queda a mano derecha mirándola de frente, pintada de
color ladrillo oscuro, se ha instalado una gran cafetería-heladería. Y todavía
en esta fachada se puede observar la vieja torreja del templo.
Hasta
hace poco tiempo al lado de la torre estuvo el famoso sitio La Atarraya, que primero
fue una pulpería, luego funcionó como restaurante por más de 60 años, y fue
expropiado en el año 2018. De acuerdo a los estudios arqueológicos, el espacio
que ocupaba La Atarraya fue parte de la iglesia San Jacinto.
La
calle empedrada que bordea la cuadra de San Jacinto por el lado oeste es el
Pasaje Linares, inaugurado en 1891 durante la presidencia de Andueza Palacios y
que llegó a ser un importantísimo bulevar comercial, al tiempo que se
construyeron en esta calle las primeras edificaciones de tres plantas (estilo
colonial para respetar la línea arquitectónica de la zona). Junto con La
Atarraya, todos los comercios fueron desalojados por la Alcaldía para recuperar
el casco histórico, salvándose únicamente Páramo
Café en la esquina de Traposos.
Cruzando
el Pasaje Linares, justo frente a la plaza, está la Casa Natal del Libertador y a su lado el Museo
Bolivariano. Según cuenta la historia, esta construcción ya
existía en 1651 y era propiedad de un catalán. Pasa a pertenecer a la familia
Bolívar a partir del año 1711 y en 1783 nace Simón José Antonio de la Santísima
Trinidad Bolívar Palacios.
La
casa se comienza a abandonar cuando muere en 1792 María de la Concepción Palacios
y Blanco (madre del Libertador). Posteriormente, en 1806 el inmueble es vendido
a don Juan de la Madriz, quien lo ocupa hasta el 1812 ya que resultó seriamente
dañado por el terremoto. En 1817 es reconstruido y luego lo compra Antonio
Guzmán Blanco en 1876, pasando en 1912 a ser propiedad de la Nación, cuando es
nuevamente recuperado y convertido en Casa Memorial a partir de 1921.
Visitar
este lugar es una verdadera delicia, no sólo por su valor histórico sino porque
se puede apreciar cómo eran aquellas casas antiguas llenas de corredores y
patios internos adornados con flores a los que daban las habitaciones. También
se observa el área de la cocina con sus enseres típicos, la zona de las
caballerizas y el mobiliario de la época. Y por cierto, existe la leyenda de
que en esta casa aparece una niña vestida a la usanza colonial que deambula por
los pasillos.
En
cuanto al Museo Bolivariano, la sede actual fue inaugurada en el año 1960 y en
él se exhiben documentos históricos, pinturas, armas, una interesante
exposición sobre las vestimentas coloniales de acuerdo a cada clase social y
objetos personales de la familia Bolívar.
La
calle empedrada que bordea la cuadra de San Jacinto por el lado oeste es el
Pasaje Linares, inaugurado en 1891 durante la presidencia de Andueza Palacios y
que llegó a ser un importantísimo bulevar comercial, al tiempo que se
construyeron en esta calle las primeras edificaciones de tres plantas (estilo
colonial para respetar la línea arquitectónica de la zona). Junto con La
Atarraya, todos los comercios fueron desalojados por la Alcaldía para recuperar
el casco histórico, salvándose únicamente Páramo
Café en la esquina de Traposos.
Plaza El Venezolano
Ésta
es una de las plazas más emblemática de Caracas. Su nombre original fue Plaza
San Jacinto, ya que era parte de los solares concedidos a los frailes Dominicos
para que construyeran la iglesia y el convento. El cambio de nombre ocurre en
el año 1882, cuando Antonio Guzmán Blanco, como Presidente de la República, la
reinaugura colocando una estatua de su padre en el centro. Esta escultura, según narran los cronistas de la ciudad, ocupó el lugar de honor de la plaza hasta entrado el siglo XX. Posteriormente, el 17 de octubre del año
1977, la plaza El Venezolano fue declarada monumento histórico nacional.
El caso de Antonio Leocadio Guzmán
El
padre de Antonio Guzmán Blanco estuvo preso durante ocho meses en la cárcel que
el ayuntamiento de Caracas hizo en 1828 en San Jacinto (tomando parte de los
terrenos del convento de los Dominicos) y fue condenado a muerte en mayo de 1847.
Sus antecedentes eran la fundación del Partido Liberal, y del periódico El Venezolano (su órgano difusor), en
1840.
Para 1847 estaban previstas las elecciones presidenciales
y Antonio Leocadio era uno de los candidatos. Logró importantes movimientos de
masas, especialmente de campesinos que pretendían la distribución equitativa de
las tierras. En septiembre de 1846, una de sus movilizaciones hasta La Victoria
se salió de control y fue acusado de intentar dar un golpe al entonces presidente
Carlos Soublette.
Entonces
las autoridades emitieron una orden de captura y se le encontró escondido en
una casa ubicada a una cuadra de la esquina de Traposos, siendo acusado de
conspirador, lo que era causal para una sentencia a la pena máxima. En aquellos
tiempos se aplicaba con frecuencia la pena de muerte, que fue abolida en 1863
por Juan Crisóstomo Falcón, siendo Venezuela el primer país del mundo en tomar
esta iniciativa.
Antonio
Leocadio fue condenado a muerte en mayo de 1847, pero, afortunadamente para él,
ya el mandatario era José Tadeo Monagas, quien había tomado posesión de su
cargo en marzo para el período presidencial 1847-1851. José Tadeo quiso ganarse
a los adeptos al liberalismo, por lo cual Antonio Leocadio recibió la gracia de
que le conmutaran la sentencia por el destierro perpetuo, aunque volvió al país
en 1849, nada más y nada menos que para ocupar el cargo de Vicepresidente de la
República.
El
padre de Antonio Guzmán Blanco estuvo preso durante ocho meses en la cárcel que
el ayuntamiento de Caracas hizo en 1828 en San Jacinto (tomando parte de los
terrenos del convento de los Dominicos) y fue condenado a muerte en mayo de 1847.
Sus antecedentes eran la fundación del Partido Liberal, y del periódico El Venezolano (su órgano difusor), en
1840.
Para 1847 estaban previstas las elecciones presidenciales
y Antonio Leocadio era uno de los candidatos. Logró importantes movimientos de
masas, especialmente de campesinos que pretendían la distribución equitativa de
las tierras. En septiembre de 1846, una de sus movilizaciones hasta La Victoria
se salió de control y fue acusado de intentar dar un golpe al entonces presidente
Carlos Soublette.
Entonces
las autoridades emitieron una orden de captura y se le encontró escondido en
una casa ubicada a una cuadra de la esquina de Traposos, siendo acusado de
conspirador, lo que era causal para una sentencia a la pena máxima. En aquellos
tiempos se aplicaba con frecuencia la pena de muerte, que fue abolida en 1863
por Juan Crisóstomo Falcón, siendo Venezuela el primer país del mundo en tomar
esta iniciativa.
Antonio
Leocadio fue condenado a muerte en mayo de 1847, pero, afortunadamente para él,
ya el mandatario era José Tadeo Monagas, quien había tomado posesión de su
cargo en marzo para el período presidencial 1847-1851. José Tadeo quiso ganarse
a los adeptos al liberalismo, por lo cual Antonio Leocadio recibió la gracia de
que le conmutaran la sentencia por el destierro perpetuo, aunque volvió al país
en 1849, nada más y nada menos que para ocupar el cargo de Vicepresidente de la
República.
Historia de la plaza
Cuentan
las crónicas que, desde 1610, se habían cedido a los Dominicos unos solares
para que hicieran la iglesia, el convento y una plaza, pero todavía en 1656 el
espacio destinado a esta última estaba tapiado y era usado para otros fines,
por lo que son obligados a derribar los muros y hacer la plazuela con la que se
habían comprometido. Desde aquel entonces, la plaza contó con una fuente donde
los habitantes de los contornos que no tenían acceso al agua iban a llenar sus
cántaros.
El
reloj de sol que se encuentra actualmente en el centro de la plaza fue una idea
de Alexander von Humboldt cuando visito Caracas en el año 1800. Dicho reloj fue
construido en mármol y estuvo instalado en el mismo sitio donde hoy se
encuentra para 1802, aunque luego fue movido para un costado donde estuvo por
un buen tiempo, hasta que regresó a su lugar de origen.
En
el año 1809 la plaza se convirtió en un gran mercado a cielo abierto por
disposición del entonces gobernador Vicente Emparan. La razón de esta medida
fue la necesidad de aliviar la Plaza Mayor que, entre otros usos, también se
había destinado a mercado en ciertos días de semana desde tiempos antiguos. En
esa época la plaza estaba rodeada de arcos que la separaban de la catedral por
el este y de la cárcel principal (hoy Casa Amarilla y sede del Ministerio de
Relaciones Exteriores) por el oeste.
Pero
llegó el momento que la cantidad de vendedores de carne salada, pescado,
animales vivos, frutas y hortalizas, y mercancía de todo tipo, desbordó el
sitio. Por tal motivo se decidió separar por rubros los víveres y usar también
las plazas San Pablo, Altagracia y San Jacinto.
En
San Jacinto se destinó la parte oriental de la plaza y se le asignó el pan, las frutas
y los dulces, aunque pronto también se llenó de todo tipo de mercaderías para la
venta, así como de barberos cirujanos que instalaron montones de casetas en el
lugar. Este hecho molestó muchísimo a los frailes Dominicos, que se quejaron
por el uso de sus espacios, así como por el relajo del mercado y el ruido que
interfería en las ceremonias religiosas.
Posteriormente,
cuando el convento de los Dominicos es mandado a demoler, se planifica la
construcción de un gran mercado cerrado, el cual se inaugura en 1897. La idea
era levantar una suntuosa estructura arquitectónica al estilo de las capitales
europeas y se traen los mejores insumos desde Bélgica. El mercado luego fue
demolido en el año 1953 para recuperar los espacios de la plaza, y las vigas y
fachada pasaron a la obra del Mercado de Catia.
Desde
principios del siglo XX la Plaza El Venezolano se convirtió en un espacio del
pueblo, ya que se dictaminó que para visitar la Plaza Bolívar había que
vestirse de etiqueta. Las mujeres con sus mejores galas y los hombres con frac
o levita, y posteriormente con paltó y corbata. La medida era estricta y de
fiel cumplimiento, so pena de ir a la cárcel si se irrespetaba.
Cuentan
las crónicas que, desde 1610, se habían cedido a los Dominicos unos solares
para que hicieran la iglesia, el convento y una plaza, pero todavía en 1656 el
espacio destinado a esta última estaba tapiado y era usado para otros fines,
por lo que son obligados a derribar los muros y hacer la plazuela con la que se
habían comprometido. Desde aquel entonces, la plaza contó con una fuente donde
los habitantes de los contornos que no tenían acceso al agua iban a llenar sus
cántaros.
El
reloj de sol que se encuentra actualmente en el centro de la plaza fue una idea
de Alexander von Humboldt cuando visito Caracas en el año 1800. Dicho reloj fue
construido en mármol y estuvo instalado en el mismo sitio donde hoy se
encuentra para 1802, aunque luego fue movido para un costado donde estuvo por
un buen tiempo, hasta que regresó a su lugar de origen.
En
el año 1809 la plaza se convirtió en un gran mercado a cielo abierto por
disposición del entonces gobernador Vicente Emparan. La razón de esta medida
fue la necesidad de aliviar la Plaza Mayor que, entre otros usos, también se
había destinado a mercado en ciertos días de semana desde tiempos antiguos. En
esa época la plaza estaba rodeada de arcos que la separaban de la catedral por
el este y de la cárcel principal (hoy Casa Amarilla y sede del Ministerio de
Relaciones Exteriores) por el oeste.
Pero
llegó el momento que la cantidad de vendedores de carne salada, pescado,
animales vivos, frutas y hortalizas, y mercancía de todo tipo, desbordó el
sitio. Por tal motivo se decidió separar por rubros los víveres y usar también
las plazas San Pablo, Altagracia y San Jacinto.
En
San Jacinto se destinó la parte oriental de la plaza y se le asignó el pan, las frutas
y los dulces, aunque pronto también se llenó de todo tipo de mercaderías para la
venta, así como de barberos cirujanos que instalaron montones de casetas en el
lugar. Este hecho molestó muchísimo a los frailes Dominicos, que se quejaron
por el uso de sus espacios, así como por el relajo del mercado y el ruido que
interfería en las ceremonias religiosas.
Posteriormente,
cuando el convento de los Dominicos es mandado a demoler, se planifica la
construcción de un gran mercado cerrado, el cual se inaugura en 1897. La idea
era levantar una suntuosa estructura arquitectónica al estilo de las capitales
europeas y se traen los mejores insumos desde Bélgica. El mercado luego fue
demolido en el año 1953 para recuperar los espacios de la plaza, y las vigas y
fachada pasaron a la obra del Mercado de Catia.
Desde
principios del siglo XX la Plaza El Venezolano se convirtió en un espacio del
pueblo, ya que se dictaminó que para visitar la Plaza Bolívar había que
vestirse de etiqueta. Las mujeres con sus mejores galas y los hombres con frac
o levita, y posteriormente con paltó y corbata. La medida era estricta y de
fiel cumplimiento, so pena de ir a la cárcel si se irrespetaba.
El convento y la iglesia de los Dominicos
La información relativa al convento y a la iglesia de los Dominicos más reciente está basada en el estudio arqueológico realizado
en la cuadra de San Jacinto, donde se intervinieron 1.852 metros cuadrados. También existen investigaciones acerca de documentos de los Dominicos que se han publicado, y hay actas del Ministerio de Fomento donde se pueden obtener datos relativos a ciertas disposiciones tomadas sobre el convento.
La
orden de los frailes Dominicos fue fundada por Santo Domingo de Guzmán y es una
de las primeras en llegar a América. Por esta congregación, a la que perteneció
el famoso Fray Bartolomé de las Casas, es que recibe su nombre la República
Dominicana. Los Dominicos llegan a Caracas en 1595 y adquieren por su cuenta un
solar ubicado en la cuadra de San Jacinto, para así fundar el convento. Para
esa época ya existía el convento de San Francisco que, según cuenta la
historia, fue el primero de la ciudad.
Para
1597 ya estaba lista la iglesia dominica, que era un bohío de paja con un altar
muy bien adornado, la cual se ubicaba en el cuadrante este de la actual plaza,
o sea, hacia la esquina Dr. Paúl. Posteriormente, en 1610 el cabildo les
entrega otros dos solares a los frailes, y hay constancia de que en 1615 ya
estaba la iglesia bien construida, puesto que está registrado el entierro de la
señora Leonor Muñoz de Rojas en la misma.
Por
algunas cartas enviadas por el prior del convento, se sabe que el sismo del año
1641, llamado Terremoto de San Bernabé, afectó seriamente todas las
estructuras, siendo recuperadas en gran parte para 1661, aunque se quejaban de
que no habían podido hacer la enfermería y acerca de que las lecciones debían
ser dictadas en las celdas de los frailes por falta de un lugar apropiado.
Es
en 1670 cuando el convento comienza a tomar forma con 33 religiosos que vivían en
él, convirtiéndose en casa de noviciado, además de universidad menor
al impartirse las cátedras de Artes, Teología Escolástica, Teología Moral y
Sagrada Escritura (lo cual indica que esta fue la primera universidad de
Caracas). Pero, posteriormente, el terremoto de 1812 también fue nefasto y
tuvieron que reconstruir todo de nuevo.
Tanto
por los movimientos sísmicos, como por ampliaciones, existieron cinco iglesias
diferentes desde la primera, en el bohío de paja, hasta la que fue entregada
cuando clausuraron el convento en 1873. Se tiene mayor información acerca de la
que describió el obispo Mariano Martí cuando vino a Caracas en 1772. Este fue
el tercer templo y tenía suelo de mármol, tres naves y 17 altares. Su puerta
daba “hacia el norte y sobre la calle de oriente” y “el exterior del templo
estaba caracterizado por paredes de mampostería con techos mudéjares cubiertos
de tejas”.
Esta
iglesia fue famosa por su nazareno (llamado de San Jacinto) que se sacaba en
procesión acompañado de la Virgen del Rosario, la cual era una de las imágenes
más veneradas y se encuentra actualmente en el Museo Sacro. La procesión salía
los viernes de concilio con una banda que tocaba música, y todo el mundo
llevaba velones encendidos, lo cual era un gran espectáculo en la Caracas de
aquellos tiempos.
Por
otra parte, se sabe que el convento estaba ubicado en la esquina de Traposos.
En el proceso de las excavaciones arqueológicas se descubrieron los suelos
originales, así como numerosas piezas de cerámica y utensilios. De acuerdo a
esta investigación, la estructura constaba de dos pisos, con dos patios
centrales que se comunicaban, alrededor de los cuales había celdas para los
frailes tanto arriba como abajo.
El
resto de las parcelas, es decir la parte no ocupada por la iglesia o el
convento, eran utilizadas para una fábrica de tejas y también curtían el
cuero de las vacas, aparte de contar con áreas de sembradío y un cementerio. De
hecho, a lo largo de toda la historia, existieron muchas quejas porque tenían
esclavos y, según decía la gente, acogían a los que se escapaban de las casas.
En
1874, cuando los frailes son expulsados de su convento, y antes de que éste
fuera totalmente demolido alrededor de 1886, Antonio Guzmán Blanco decide
destinarlo a una Casa de Beneficencia, donde se recluirían tanto a mujeres como
a hombres indigentes o enfermos, separados en dos recintos, y adicionalmente
contaría con un espacio para los locos. Por otra parte también siguió
funcionando la cárcel, que estaba situada hacia los lados de la plaza.
Un
poco después, sobre las ruinas del convento se construyó un hotel llamado León
de Oro, que para finales del siglo XIX y principios del XX era muy moderno y
requerido por los visitantes que llegaban a la ciudad, pero en el transcurso de
los años posteriores fue dejado al abandono. En la parte de abajo de lo que fue
el hotel, y sobre el antiguo convento de los Dominicos, se ubica en la
actualidad el negocio Páramo Café.
Y
este es el recuento de una parte de la historia que quedó sepultada en el tiempo y bajo
los escombros, pero que conociéndola se puede revivir al visitar la Plaza San
Jacinto y sus alrededores, donde seguramente queda alguno que otro fantasma de
la época rondando.
Referencias:
Altez, R.
(2007). Biografía de Antonio Leocadio Guzmán, libro completo. https://www.academia.edu/15350774/_2007_Biograf%C3%ADa_de_Antonio_Leocadio_Guzm%C3%A1n_libro_completo.
Álvarez, C.
(2020, 7 noviembre). San Jacinto, un mercado con historia. http://laguiadecaracas.net/41334/san-jacinto-mercado-con-historia/
Arqueología
Paleontología Venezuela. (2011, 1 marzo). Piezas históricas del antiguo
hotel León de Oro serán exhibidas a caraqueños. http://arqueologiavenezuela.blogspot.com/2011/03/piezas-historicas-del-antiguo-hotel.html
Caracas
cuéntame Caracas. (s. f.). Caracas, la movida gastronómica, cuando comíamos
como en París. https://caracascuentame.wordpress.com/2020/05/21/caracas-la-movida-gastronomica-cuando-comiamos-como-en-paris/
Historia
Dominicos (Antonio). (2009, 2 junio). Convento de San Jacinto de Caracas..
http://historiadominicos.blogspot.com/2009/06/convento-de-san-jacinto-de-caracas.html
Molina,
L. (2010). Arqueología de la casa natal de Simón Bolívar. http://www.saber.ula.ve/bitstream/handle/123456789/36165/articulo1.pdf?sequence=1&isAllowed=y
Salazar,
R. (2012, noviembre). CARACAS, 1753–1810 MORFOLOGÍA Y FUNCIONES URBANAS
DESDE LA COTIDIANIDAD. http://saber.ucv.ve/bitstream/123456789/4101/1/T026800006385-0-Completo_Salazar-000.pdf
Universidad
del Zulia. (2012, junio). Reconstrucción del templo de San Jacinto. Un caso
de estudio de recuperación y divulgación del patrimonio arquitectónico
venezolano mediante técnicas digitales. http://revencyt.ula.ve/storage/repo/ArchivoDocumento/pfolio/n25/art02.pdf
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