domingo, 29 de agosto de 2021

El “Tigre de Santa Inés” y Misia Jacinta. De Caño Amarillo a Miraflores


Joaquín Sinforiano de Jesús Crespo Torres, conocido como “El Tigre de Santa Inés” o “El Taita”, fue uno de los caudillos más representativos del país. Por dos veces ostentó el cargo de Presidente de la República en el siglo XIX, pero su figura tiende a pasar por debajo de la mesa ante personalidades tan avasallantes como las de José Antonio Páez o Antonio Guzmán Blanco.

Su trayectoria merece ser comentada, por lo interesante y trascendente. Especialmente porque dejó como legado dos construcciones monumentales y poseedoras de gran atractivo arquitectónico, siendo una de ellas la sede del Gobierno Nacional desde principios del siglo pasado.

Guerra Federal y Revolución de Abril

Joaquín Crespo nació el 22 de agosto de 1841 en el caserío Miraflores de Guacharacas, ubicado en un pequeño pueblo del estado Aragua conocido como San Francisco de Cara, el cual hoy se encuentra sepultado por las aguas de la represa de Camatagua. Fueron sus padres la señora Aquilina Torres y el señor Leandro Crespo, mejor conocido como Ño Leandro, muy famoso por sus “limpiezas” y por ser un prestigioso curandero.



Ño Leandro utilizaba principalmente una resina conocida como Tacamajaca, acerca de la cual se han descubierto recientemente increíbles cualidades curativas por sus propiedades analgésicas y desinflamatorias, así como para combatir la Fiebre Amarilla y la  Disentería.  De su padre heredó Joaquín algunos secretos, que aplicó a lo largo de su vida.

Siendo Joaquín muy pequeño, la familia se traslada al estado Guárico y éste adquiere una educación muy básica en la población de Paraparara, que dicen apenas llegaba a saber leer y escribir. Un buen día, cuando apenas tenía 17 años, pasa por su casa un teniente revolucionario y entonces el joven se enrola en el ejército, al servicio de la Guerra Federal (1858-1863), cuyos principales líderes eran Ezequiel Zamora y Juan Crisóstomo Falcón.

En principio Joaquín se pone al servicio de comandantes de menor rango, pero años más tarde su sobresaliente desempeño lo llevó al cargo de lugarteniente de Guzmán Blanco, de quien se convirtió en mano derecha y hombre del más alto nivel de confianza.

Uno de los primeros jefes de Crespo fue José De Jesús González, apodado “El Agachado” por su fama de agazaparse entre la maleza, e incluso a veces confundirse entre las piaras de cerdos. Y este “Agachado” tenía amores con una muchacha llamada Jacinta, de la que Joaquín estaba enamorado desde hacía algún tiempo.

Muchas peleas ganaron los Federales, entre las que destaca la Batalla de Santa Inés, librada el 10 de diciembre de 1859 en la población de este nombre del estado Barinas. Finalmente triunfa la Revolución en 1863 con el Tratado de Coche. Su líder máximo, Juan Crisóstomo Falcón asume las riendas de la República como Presidente encargado hasta 1865 y posteriormente como Presidente Constitucional para el período 1865-1868. Pero es derrocado por Monagas y su Revolución Azul poco antes de concluir el mandato.

Posteriormente, en el año 1870, se sucede otro movimiento insurreccional, esta vez comandado por Antonio Guzmán Blanco y en el que Joaquín Crespo tuvo una participación decisiva. Es especialmente famosa la Batalla de San Fernando de Apure, donde se aplicó la táctica de penetrar a través de un caño, llamado Caño Amarillo, sorprendiendo de esta manera al enemigo. Posteriormente, Crespo es ascendido a General en Jefe de los Ejércitos de Venezuela.

La rebelión de Guzmán Blanco se conoce como Revolución de Abril. Mediante la misma tumba a los Monagas, para tomar el poder con el cargo de Presidente provisional hasta 1873 y luego como Presidente Constitucional hasta 1877. En esta etapa se modifica la Carta Magna y los períodos de gobierno pasan a ser de dos años, una vez que finalizara el mandato de Antonio Guzmán Blanco. 

Jacinta y Joaquín

Jacinta Parejo nació en Parapara el 16 de agosto de 1845. Fueron sus padres Juan Parejo y María Josefa Parejo, integrantes de la misma familia de campesinos humildes del estado Guárico que descendía de españoles. Jacinta fue novia del “Agachado”, quien muere acribillado en una batalla en el año 1859, y posteriormente se casa con el general Saturnino Silva en 1861. Pero queda viuda en 1863 ya que su esposo también fallece en la guerra.




Para 1864, un año después de concluida la Guerra Federal, ya Joaquín Crespo era General de Brigada de los Ejércitos de la República y comenzaba a ostentar altos cargos de gobierno en el estado Guárico. Entonces se decide a pretender en serio a Jacinta Parejo y se casan el 18 de septiembre en la iglesia Santa Catalina de Siena de Parapara. Dicen que Jacinta fue el único gran amor en la vida de Joaquín y que nunca conoció carnalmente a otra mujer que no fuera ella.

Jacinta Parejo, mejor conocida como “Misia Jacinta”, se convirtió en la compañera inseparable de Joaquín y fue la primera mujer en la historia de los presidentes que tomó parte activa en la política, participando en reuniones. Sus consejos tenían gran peso a la hora de que Crespo tomaba decisiones importantes y las malas lenguas comentaban que tenía dotes de hechicera y por eso dominaba a su marido.

A Jacinta la describen como una atractiva morena de grandes ojos oscuros y abundante cabello liso y negro. Poseedora de una fuerte personalidad, matrona chapada a la antigua, muy hogareña, y fiel seguidora y defensora de los ideales de su esposo. Aunque la mayoría de las fuentes hablan de que tuvo diez hijos con Joaquín, al parecer fueron doce: Inés María, Joaquín Segundo, Tito, Pedro Domingo, Ana Jacinta, Carlos Clemente, Estatio, Gonzalo Antonio, Santo Domingo, Josefina, Columba y Aminta.

Otra de las características resaltantes de Misia Jacinta era su forma de vestir informal y despreocupadamente, aún en las etapas en que Crespo tuvo los más importantes cargos políticos. Cuentan que usaba vestidos de zaraza y que así iba al mercado con una cayena en la oreja. Era muy criticado por las altas damas de la sociedad el hecho de que llevara alpargatas con medias. Este estilo, considerado campuruso y no adecuado a su rango social, incluso provocó que Ana Teresa Ibarra, la esposa de Antonio Guzmán Blanco, se le acercara para darle algunos consejos no exentos de reproche. 

Por su parte, Joaquín Crespo era de figura atlética, con una estura de aproximadamente 1,78 metros, piel blanca pero tostada por el sol, contextura robusta y abundante cabellera. Cojeaba de una pierna debido un disparo que recibió durante la guerra en 1860. En su rostro destacaban primordialmente los pómulos pronunciados y la nariz grande, así como unos bigotes poblados que se unían a una barba larga y puntiaguda. Pero lo más llamativo de su cara eran sus labios gruesos, con el de abajo más prominente, lo que le valió el mote de “El Bemba”.

En cuanto a su personalidad, se dice que era austero y reservado, afectuoso, caballeroso, muy fiel con sus amigos y condescendientes con sus enemigos. Por otra parte, no bebía ni fumaba, comenzaba a trabajar a las 6 de la mañana y se iba a la cama temprano. Igualmente, otras de sus características es que fue masón en Grado 33 y Gran Maestro de Oriente.

Historia de la vida política de Joaquín Crespo

Luego de que Antonio Guzmán Blanco, conocido como “El Ilustre Americano”, concluyera su período de gobierno comprendido entre los años 1870 y 1877 -llamado el Septenio-, fue presidente Francisco Linares Alcántara (1877-1878).  Posteriormente regresa Guzmán Blanco con el Quinquenio (1879-1884).

A pesar de que la Constitución establecía que el lapso del mandato presidencial era de dos años, a Guzmán Blanco le toca aplacar un alzamiento por parte de los partidarios de Francisco Linares Alcántara, quienes protestaban por el control que El Ilustre Americano pretendía seguir ejerciendo desde Francia, y hasta derribaron varias estatuas alusivas al guzmancismo. Linares Alcántara muere el 30 de noviembre de 1878 -algunos dicen que envenenado-, lo cual agita aún más a las masas.

Guzmán Blanco combate y logra aplacar este movimiento, conocido como Revolución Reivindicadora, por lo que posteriormente es nombrado Presidente Provisional, para luego ser ratificado como Presidente Constitucional hasta 1884. A continuación es elegido Joaquín Crespo para el lapso 1884-1886, y después “El Ilustre Americano” asume su tercer y último período de gobierno (1886-1888) pero sólo ejerce el poder por un año y encarga a Hermógenes López (1887-1888) de la presidencia. 

A continuación son presidentes Juan Pablo Rojas Paúl (1888-1890) y Raimundo Andueza Palacios (1890-1892). Este último hace que Joaquín Crespo vuelva a la palestra militar y política, esta vez sin el apoyo de Guzmán Blanco, para encabezar su propio movimiento llamado “Revolución Legalista”. El levantamiento de Crespo obedece a que Andueza Palacios había promulgado una Constitución que llevaba el período presidencial a cuatro años, sin que la misma hubiera pasado por la aprobación del Congreso.

Pero cuando Crespo toma el poder convoca a una Constituyente que elabora una nueva Carta Magna, la cual es promulgada el 16 de junio de 1893 y contempla un mandato presidencial de cuatros años, así como la votación directa y secreta. Por tal razón, el “Tigre de Santa Inés” va a gobernar hasta el año 1898, cuando impone a su candidato Ignacio Andrade, lo cual le causa la muerte y además desemboca en la Revolución Restauradora de Cipriano Castro y con ella el comienzo de 36 años de dictadura.

Aconteció que en las elecciones del 1 de septiembre de 1897 se presentaron cinco candidatos, siendo los principales el oficialista Ignacio Andrade, representando al Partido Liberal Amarillo, y José Manuel Hernández, por el Partido Liberal Nacionalista. Este último era más conocido por el apodo de “Mocho Hernández”, ya que le faltaban dos dedos de su mano derecha. A decir de algunos esto se debía a sus combates contra las fuerzas de Guzmán Blanco y según otros a un accidente ejerciendo su profesión de carpintero.

El resultado de los comicios dio como ganador -con el 99,2% de los votos - a Ignacio Andrade, por lo que se cantó fraude y el Mocho Hernández se levantó en armas con la conocida Revolución de Queipa. Ignacio Andrade tomo posesión de su cargo en febrero de 1898, pero los bandos del Mocho y de Crespo se enfrentaron, perdiendo la vida por un disparo en el corazón el propio Joaquín Crespo, en una emboscada ocurrida en el sitio de la Mata Carmelera (estado Cojedes) el 16 de abril del mismo año.

Los dos períodos presidenciales de Joaquín Crespo (1884-1886 y 1892-1898) estuvieron signados por una gran crisis mundial, que afectaron los precios del café y su producción. Adicionalmente, finalizando el año de 1884 sobrevino una gran plaga de langosta que arrasó gran parte de los cultivos, lo que ocasionó una importante subida en los precios de los alimentos y hambre en la población, con importantes consecuencias durante varios años.

Como elementos positivos, a Crespo se le reconoce la organización de las Fuerzas Armadas y una sustancial recuperación de las carreteras y los puentes, al igual que mejoras importantes en el ferrocarril, el telégrafo y el teléfono. Sin embargo, existió un marcado déficit fiscal y se le acusa de no ser muy escrupuloso en el manejo de los fondos públicos en su beneficio personal, quedando a la vista la cantidad de terrenos que adquirió.

El “Rasputín” de la familia Crespo

Uno de los capítulos más famosos durante la primera presidencia de Joaquín Crespo es lo relativo al yerbatero y curandero Telmo Romero, que se convirtió en médico de cabecera de la familia presidencial y desde 1884 ocupó los cargos de director del Lazareto de Caracas (cuidado de los leprosos) y del Asilo de Enajenados de Los Teques, donde aplicó tratamientos impresionantemente macabros.

Adicionalmente, se le concedió una patente exclusiva para la elaboración de sus originales fórmulas, para lo cual Telmo adquirió la botica La Indiana en la Esquina de Madrices, que era muy frecuentada por los todos los políticos del Partido Liberal. Este negocio fue apedreado por los estudiantes en una manifestación, luego de quemar los libros del yerbatero, ante la inminente amenaza de que Crespo nombrara a Telmo Romero como Rector de la Universidad Central de Venezuela.

Narra el historiador Elías Pino Iturrieta, miembro de número de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela, que Telmo Romero tenía la teoría de que el país marchaba tan mal porque sus pobladores tenían la costumbre de masturbarse en exceso, ante lo cual el Presidente ordenó publicar estas reflexiones en la prensa. Igualmente, el curandero pensaba que la locura provenía del recalentamiento de la cabeza, y por tal motivo abría un hueco en el cráneo a los considerados dementes y les introducía agua fría con una manguera.

Dice Pino Iturrieta que Telmo Romero se hizo imprescindible para Crespo a instancias de Misia Jacinta, que creía fielmente en los remedios de Telmo. Debido al gran poder que ella ejercía en su marido, el yerbatero llegó a tener cargos muy importantes. Por otra parte, como es sabido, Joaquín era hijo de otro curandero, lo cual le inclinaba a confiar ciegamente en el loco Romero.  

Otra fuente comenta que Telmo Romero apareció un buen día buscando la ayuda del Presidente en un asunto relacionado con el ganado, y de paso curó a una de las hijas que estaba muy grave. Le recetó sancocho de zamuro, manteca de raya y aguardiente de palo santo, lo cual hizo que la niña se recuperara milagrosamente, por lo que se convirtió en una persona imprescindible para los Crespo, e incluso fue condecorado con grandes honores en el año 1885.

Caño Amarillo

Aunque existen otras versiones acerca de este nombre, todo parece respaldar la teoría de que la zona fue bautizada como Caño Amarillo por el general Joaquín Crespo para conmemorar la Batalla de San Fernando de Apure, en la que sorprendieron al enemigo entrando por un caño así llamado. Fue Crespo quien compró todos los terrenos de la zona conocida como Caño Amarillo en Caracas. Los adquirió en el año 1884 y comenzó a edificar en ellos.

Estudios cartográficos del sitio, realizados por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela, testifican que en este lugar no existía ninguna construcción hasta el año de 1883, cuando se inauguró la Estación del Ferrocarril Caracas-La Guaira que fue la entrada principal a Caracas hasta que dejó de funcionar en 1951.  

A una cuadra de la actual estación del metro Caño Amarillo, existe todavía un bar muy viejo llamado La Estación. Anteriormente tuvo por nombre El Gardeliano, ya que en la plaza que está al frente cantó Carlos Gardel cuando llegó en tren procedente de La Guaira el 25 de abril de 1935. Este pequeño bar, donde acostumbran a reunirse músicos y artistas, tiene murales del famoso Gardel en sus paredes y mesas de madera que crean un ambiente bohemio y acogedor.



En Caño Amarillo se desborda el arte urbano, las fachadas de la casas son muy pintorescas, y existen tres construcciones consideradas como reliquias históricas, de las cuales sólo una se conserva en buen estado. Ellas son: Clínica de los Baños Hidroterápicos, Almacenadora Santa Inés-Aserradero El Túnel y Villa Santa Inés.

Clínica de los Baños Hidroterápicos

Al igual que el ferrocarril, en el año 1883 se inaugura un sitio de baños hidroterápicos en los alrededores de la estación. En 1902 el lugar es comprado por el Dr. Rafael Soucy, quien se asocia con su cuñado, el célebre cirujano Dr. Pablo Acosta Ortiz, y entre ambos amplían y convierten al local en una clínica donde se realizaban operaciones, además de fungir como casa de reposo manteniendo el atractivo de los baños medicinales.

Según documentos de la época, esta estructura llagó a tener tres niveles y contaba con 14 habitaciones, así como consultorios y áreas quirúrgicas. Cuando muere el Dr. Pablo Acosta Ortiz en el año 1914, la clínica se destina a centro asistencial de carácter público y toma su nombre, permaneciendo en servicio hasta el año 1939.

Posteriormente, al fallecer el Dr. Soucy, sus herederos venden la propiedad. Entonces ésta pasa a ser utilizada por una depositaria judicial, con apartamentos alquilados en el tercer nivel, hasta el año 1989 que durante el Caracazo la empresa es saqueada y luego incendiado el edificio, quedando el mismo totalmente en ruinas. El sitio donde estaban los baños hidroterápicos se convirtió en un autolavado.

Almacenadora Santa Inés y Aserradero El Túnel

Según consta en la documentación que detalla los bienes de Crespo al morir, la edificación donde estaban estas dos empresas le pertenecía. Pero posteriormente aparece vendida, quizás porque Misia Jacinta necesitaba dinero para enfrentar las deudas que heredó de su esposo. A partir de la fecha de su compra por parte de un señor llamado Jerónimo Martínez, la estructura adquiere un piso adicional y cambia su apariencia, para convertirse en un bonito hotel.

Este edificio estaba muy cerca de la clínica y la gente lo recuerda con el nombre de Hotel Los Baños, ya que comenzó a servir como alojamiento para las personas que venían a atenderse médicamente o a recibir terapias, así como para sus familiares. Es de suponer que también era buen negocio desde el punto de vista turístico, por las personas que iban o venían de La Guaira y querían pasar una noche en Caño Amarillo, quizás para visitar el bar El Gardeliano que era muy famoso.

Pero pasado el tiempo, en la medida que la casa de reposo se convirtió en un lugar de asistencia pública y los baños hidroterápicos comienzan a decaer, el hotel se transformó en una pensión o casa de vecindad, y dicen que además en prostíbulo. Por su cercanía con el edificio de la clínica, esta estructura también ardió en 1989 y posteriormente sus ruinas se volvieron guarida de indigentes. 



 
Villa Santa Inés

Esta fue la vivienda de Joaquín Crespo desde 1885 hasta que murió, y luego de su familia hasta 1907. Al parecer fue construida con la intención de que sirviera como casa de campo, porque simultáneamente, con la compra de estos terrenos en 1884, Joaquín también adquiere los de la hacienda donde se erigirá Miraflores. El nombre de la villa, así como el de la almacenadora, obviamente recuerda la memorable Batalla de Santa Inés.

Villa Santa Inés fue construida en dos etapas, lo que produce una mezcla ecléctica en muchos aspectos. La primera fase, que estuvo terminada en 1885, era de corte neoclásico. Posteriormente Crespo conoce a un arquitecto catalán cuando viaja a España en 1888 y le solicita que venga al país para terminar la edificación. Entonces ésta adquiere un notorio toque neobarroco, al estilo de las más lujosas villas europeas.



Esta casa es realmente suntuosa, tanto por su diseño y fachada como por su decoración interna, ya que pintados en sus paredes se pueden apreciar cuadros de los mejores artistas venezolanos tales como Martín Tovar y Tovar, Arturo Michelena y Antonio Herrera Toro, entre otros. En 1970 fue declarada Monumento Histórico Nacional y desde 1985 pasó a ser sede del Centro Nacional de Conservación y Patrimonio, que a partir de 1993 se llama Instituto del Patrimonio Nacional (IPN).

La villa tuvo que ser cuidadosamente restaurada, tanto por dentro como por fuera, ya que la estructura pasó por diferentes manos desde que Misia Jacinta la vendió a la Compañía del Gran Ferrocarril de Venezuela, lo cual la había deteriorado notoriamente. La edificación está rodeada por una extensa zona de jardines. Es de planta rectangular, tiene dos niveles más un sótano, y uno de sus principales atractivos es el patio interno con techo de forma elíptica, al que se llega luego de atravesar un porche circular.

Durante la segunda etapa de construcción también se comenzó a erigir un arco que conmemora la Independencia, al estilo del Arco de la Exposición Universal de Barcelona, pero únicamente se concluyeron los dos pilares y sus relieves en piedra simulando figuras y elementos vegetales. Igualmente, en esta fase también se agregaron elementos decorativos de gran vistosidad a la fachada de la casa, tales como materos, capiteles y llamativos mascarones.



Palacio de Miraflores

Hay diferentes opiniones respecto al nombre del Palacio de Gobierno. De todas ellas, la que parecería tener mayor sentido es la que alude al caserío Miraflores de Guacharacas donde nació Joaquín Crespo. Sin embargo, en un principio este sitio fue llamado Residencia La Trilla, por el nombre de la hacienda que fue comprada en 1884, la cual había pertenecido en tiempos de la Colonia al Conde de San Javier.

La construcción del palacio que “El Tigre de Santa Inés” pensaba iba a ser su vivienda familiar se demora bastante. Por una parte, debido al terreno irregular que hacía necesario un movimiento de tierra importante y, por la otra, porque Crespo estaba sumamente ocupado en todos los avatares de la política y sus revoluciones. Es a partir del año 1890 que se puede dedicar con más atención a su proyecto y en 1897 aparece por primera vez la Esquina de Miraflores en el mapa de la ciudad.

Crespo tenía enormes expectativas acerca de la construcción de esta residencia, que según su proyecto debía superar ampliamente el esplendor de Villa Santa Inés y servir para el embellecimiento de la ciudad. Miraflores se concibió con un estilo de palacio neobarroco francés, lo cual se transmite principalmente con su monumentalidad así como por la forma de sus ventanas y los detalles externos.



"El Tigre de Santa Inés" no escatimó recursos y contrató a los mejores pintores de la época, como Arturo Michelena y Martín Tovar y Tovar, para que decoraran las paredes del nuevo Palacio. Tampoco reparó en ningún gasto por suntuoso que fuera, y mandó a traer espejos franceses, mármoles italianos y rosetones españoles, lo cual implicó una gran cantidad de dinero ante lo cual tuvo que responder luego Misia Jacinta.

La alta deuda contraída obligó a la viuda a vender algunas propiedades y hasta alquilar el Palacio de Miraflores a Cipriano Castro, que por suerte estaba muy interesado luego del terremoto del año 1900. Posteriormente, en 1911, Misia Jacinta le vende Miraflores al gobierno, durante el mandato de JuanVicente Gómez, quien lo convierte en Residencia Presidencial oficial. Sin embargo, dicen que al “Benemérito” no le agradaba dormir en el Palacio. 

El Palacio de Miraflores posee planta cuadrada y muchos jardines al estilo italiano y francés. Los salones se ubican alrededor de un gran patio central con arcos soportados por columnas de reminiscencia entre neoclásico y mudéjar. Tiene dos niveles además de un sótano, y cuentan que hay muchísimos pasadizos secretos. Muchos de ellos mandados a construir por Misia Jacinta para resguardar a su esposo ante posibles ataques.

En la actualidad existen siete salones dedicados a personalidades o hechos históricos, además de la capilla y el Despacho Presidencial. Ellos son: Salón Néstor Kirchner, Salón de Los Embajadores, Salón Boyacá, Salón Pantano de Vargas, Salón Sol de Perú, Salón Ayacucho y Salón Simón Bolívar. Respecto al último, anteriormente se llamó Salón de los Espejos y luego, a instancias del presidente Hugo Chávez, le fue cambiado el nombre a Salón Joaquín Crespo para recordar al primer dueño de Miraflores. Sin embargo, Nicolás Maduro eliminó este honor y le puso Salón Simón Bolívar.



Nunca el “Tigre de Santa Inés” podría haber imaginado aquel comienzo del año 1898, cuando visitó Miraflores antes de irse a combatir en Cojedes, que iba a ser la última vez que sus ojos vieran su Palacio. Joaquín Crespo fue enterrado el 24 de abril de 1898 en su mausoleo familiar del Cementerio General del Sur, pero en el año 2013 sus huesos fueron robados por presuntos practicantes de la magia negra.

Cuentan en el llano que, cuando todo está en calma, suele aparecer un hermoso caballo blanco, con un jinete muy parecido a Crespo pero sin rostro, que se pierde galopando en la inmensidad de la sabana.

Referencias:

Arráiz Lucca, R. (2007). Venezuela: 1830 a nuestros días. Caracas, Venezuela: Editorial Alfa.

 

IAM Venezuela. (s. f.). Villa Santa Inés. https://iamvenezuela.com/2016/07/villa-santa-ines/

 

Landaeta Rosales, M. (1893). Biografía del Benemérito General Joaquín Crespo. Caracas, Venezuela: Imprenta Bolívar.

 

Troconis De Veracoechea, E. (1996). Indias, esclavas, mantuanas y primeras damas. Caracas, Venezuela: Alfadil /Trópicos.

 

Venezuela en Retrospectiva. (2018, 13 mayo). Jacinta Parejo de Crespo. https://venezuelaenretrospectiva.wordpress.com/2018/05/13/jacinta-parejo-de-crespo/

martes, 17 de agosto de 2021

Esquina Principal: el pasado de Caracas visto desde una esquina


La Esquina Principal, ubicada en el extremo noroeste de la Plaza Bolívar, es una de las más interesantes de Caracas. Tanto por estar rodeada de edificaciones icónicas en cuanto a su valor histórico, arquitectónico y cultural, como por los personajes que hicieron vida alrededor de ella en todas las épocas. 

La Esquina Principal en sus tiempos más remotos

El nombre de Principal proviene de un fortín, sede del Cuerpo Principal de Guardia para la defensa de la ciudad, que se ubicaba justamente donde hoy está el Teatro Principal. Según diferentes cronistas, éste era de dos pisos, alojándose en uno la oficialidad y en el otro los soldados. Pero siempre esta esquina fue conocida como la Esquina de la Cárcel, porque desde que nació Santiago de León de Caracas estuvo relacionada con prisiones.

En el primer plano de la ciudad, elaborado durante el mandato del gobernador Juan de Pimentel en 1578, aparecen claramente señalados la iglesia y el cabildo, no así el mencionado fuerte, por lo que es probable que el mismo se haya construido luego de que el pirata Amyas Preston incendiara la ciudad, lo cual sucedió en el año 1595. Por otra parte, es importante recordar que las Casas Capitulares, llamadas también Cabildos, servían de residencia a los gobernadores y además como lugar de reclusión para los que cometían delitos.


Estos presidios eran especialmente rudos, sobre todo si el penado no era de raza blanca. Señalan los cronistas que en los calabozos siempre solía haber un potro de castigo, grillos y un cepo, y la penalización, aparte de la ejecución, podía consistir en 500 latigazos o incluso la mutilación. Igualmente, narran que en el Terremoto de San Bernabé, ocurrido el 11 de junio de 1641, la casa del Cabildo se vino abajo y los que transitaban por la calle pudieron observar los cadáveres atados con cadenas sujetas de las paredes.

Pero los peores tiempos de esta prisión, según cuenta la historia, fue entre los años de 1606 y 1611, cuando el vasco Sancho de Alquiza, apodado Sanchórquiz, fue la autoridad máxima de la Villa de Caracas y habitaba la Casa de los Gobernadores. De él se dice que convirtió a Caracas en una cárcel, y que en poco tiempo solamente quedó la tercera parte de los pobladores de la ciudad ya que la mayoría se marchó.

Sanchórquiz perseguía a muerte a los que debían impuestos o comerciaban con piratas, razón esta última por la que ahorcó a un hombre apenas asumió su mandato. Además, si alguna persona no le caía bien, ejercía todo su poder contra ella. Simón Bolívar “el viejo”, vasco también y quien trajo el apellido a Venezuela, fue destituido de su cargo de Contador General de la Real Hacienda, le fueron confiscados todos sus bienes y estuvo preso en la famosa cárcel del cabildo. Luego llegó otro gobernador que intentó revertir todas las medidas contra el acusado, pero este último murió al poco tiempo.

En el Camino de los Españoles, el cual se construyó siguiendo un sendero para cruzar el Ávila que era llamado “la culebrilla” por los indios, existe un caserío con el nombre de Sanchórquiz que recuerda a este gobernador, ya que durante su gestión este camino fue empedrado en su mayor parte. Y por cierto hay una historia  que atribuye a Sancho de Alquiza la invención de la hallaca.

Cuentan que los indios obligados a construir el Camino de los Españoles fallecían por el esfuerzo y el hambre, por lo que el gobernador ordenó recoger las sobras de todas las mesas del Valle de Caracas y se comenzó a elaborar un mezclote con maíz envuelto en hojas de plátano para alimentarlos. 

Una Navidad los indígenas murieron en masa víctimas de la disentería, porque los vecinos enviaron comida podrida, por lo que el obispo castigó a los mantuanos a que comieran lo mismo aquel diciembre. Pero éstos prepararon su platillo navideño con los mejores ingredientes y de forma más delicada, lo cual se convirtió en una tradición.

La Cárcel Real de Caracas

Alrededor del año 1680 ya la población había crecido significativamente y, por otra parte, la cárcel existente estaba muy deteriorada, sobre todo debido al terremoto de 1641. Por tal motivo, previa autorización del Rey, se adquiere un solar donde está la actual Casa Amarilla, también sobre la Esquina Principal. Posteriormente, en 1704, se compra la casa contigua hacia el sur con el objeto de instalar en ella el Ayuntamiento, que fue inaugurado en 1750.

La vivienda donde se levantó la cárcel era propiedad de los herederos de Antonio Tovar, cuyo apellido es muy famoso en Caracas por pertenecer a un linaje que ostentó el título de Conde, el cual le fue concedido por la Corona de España. Incluso, la Colonia Tovar toma su nombre por esta familia, ya que en los años de 1840 donará los terrenos para que los alemanes se establezcan.

La nueva prisión se estrena en 1696, el día de Santiago Apóstol y cumpliéndose 120 años de la fundación de Caracas. Hay diversas opiniones respecto al funcionamiento de esta cárcel, ya que algunos dicen que era sólo para blancos y que ocasionalmente hubo pardos pero sólo mientras que esperaban a ser juzgados.


Casa de los Gobernadores al frente y cárcel a mano izquierda

Ciertos autores opinan que, para cualquier estamento social, siempre fue un lugar de paso, es decir, no para pagar condena sino para aguardar el juicio correspondiente, y que luego, si no eran ejecutados, pasaban a las casas de corrección. Por su parte, Hernando Villamizar, en un excelente trabajo de investigación realizado para fines de su tesis de grado, indica que hasta 1787 éste fue el único recinto penitenciario de Caracas.

También hablan de que los presos podían pedir limosna a través de las ventanas, lo que refleja cierto beneficio, mientras que Carmen Clemente menciona que un día de 1927 hubo un hundimiento en los corredores de la cancillería, y todos los presentes pudieron observar esqueletos colgando de la pared y del techo con cadenas, en una especie de subsuelo que quedó al descubierto. Es posible que las condiciones hayan ido cambiando según las épocas y también que existiera una clasificación de los reos.

En cuanto al diseño y distribución del espacio, según los estudios disponibles respecto el recinto carcelario, tenía dos pisos alrededor de un gran patio, en los que había pasillos con calabozos que albergaban a más de diez reos cada uno, de los cuales una celda se destinaba a las mujeres. Todos las calabozos tenían un torno o una ventanilla por donde se les pasaba el agua y la comida a los presos.

Además estaban las habitaciones del alcalde de prisión y de los carceleros, y en la parte de abajo el penal había una capilla con altar de madera, una cocina, una bodega, y una enfermería construida en el año 1797. Justamente este mismo año se  hizo una refacción de la cárcel y se le anexó otra casa hacia el oeste, es decir hacia la Esquina del Conde.

El número de reos que acogió este recinto carcelario tuvo variaciones a través del tiempo, pero se estima que en total había entre 85 y 120 durante el lapso 1791-1805, exceptuando ciertos momentos, como en los días que fue descubierta la conspiración de Gual y España en julio de 1797. Cuando esto sucedió, los prisioneros no cabían en la cárcel y se tuvo que enviar a una gran cantidad de ellos a los calabozos del Batallón Veterano del Cuartel San Carlos, además de habilitar celdas provisionales en el Ayuntamiento y en la casa del gobernador.  

Sin duda, el preso más famoso de la Cárcel Real es José María España, aunque estuvo aquí por poco tiempo, ya que fue capturado en abril de 1799 y ejecutado el 8 de mayo del mismo año. Había huido en 1797 a Las Antillas, pero regresó en enero de 1799 disfrazado de marino y permaneció varios meses escondido. 

Su esposa, Josefa Joaquina Sánchez, que seguía viviendo en La Guaira, quedó embarazada y se levantaron sospechas, siendo posteriormente delatado. José María España fue ahorcado y descuartizado en la Esquina Principal, luego de ser arrastrado por un caballo a lo largo y ancho de la Plaza Mayor.

A raíz del terremoto de 1812 la cárcel quedó destruida. Según el criminólogo Elio Gómez Grillo siguió en uso la casa de atrás, y de acuerdo a Hernando Villamizar fue trasladada al Cuartel San Carlos. El inmueble permaneció en ruinas hasta que fue recuperado en 1830 durante el gobierno de José Antonio Páez, pero en esa fecha la totalidad de las edificaciones fueron destinadas a Cuartel de Milicias.

La Casa Amarilla

Actualmente en la Casa Amarilla, cuyo nombre completo desde el año 2008 es Casa Amarilla Antonio José de Sucre, está la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores, ocupando todo el espacio donde estuvo la Cárcel Real y el Ayuntamiento. El edificio refleja un estilo neoclásico francés que proviene de la modificación que le hizo Antonio Guzmán Blanco en 1874, al igual que el color amarillo de la fachada por representar al Partido Liberal, tolda política a la que pertenecía y que gobernaba para la época luego del triunfo de la Revolución de Abril.


Casa Amarilla

Internamente también sigue el mismo estilo neoclásico y se observan majestuosos arcos soportados por columnas jónicas. La distribución del espacio es muy semejante a lo que era la prisión, con dos pisos alrededor de un patio central, y pasillos en cada uno de ellos donde se ubican los salones protocolares.  Por el gran valor patrimonial que tiene esta construcción, fue declarada Monumento Histórico Nacional en el año 1979.


Interior de la Casa Amarilla

Una reforma interna importante de la Casa Amarilla fue necesaria hace relativamente poco tiempo, luego de que un fuerte incendio ocurrido el 21 de abril de 1989, que se originó en el segundo piso, arrasó con algunos salones. Este evento dejó un saldo de 181 piezas perdidas, entre obras de arte  y mobiliario patrimonial. Por suerte fue salvada la mayor parte de los retratos, pinturas, esculturas, mapas antiguos y otras joyas que allí se guardan.

Esta edificación, por muchísimas razones, representa parte importante de la Historia de Venezuela, especialmente lo sucedido el Jueves Santo de 1810. Desde uno de los balcones ubicados en la parte sur de la edificación, que corresponde a lo que era el Ayuntamiento, Emparan le preguntó al pueblo congregado en la Plaza Mayor si estaba de acuerdo con su gobierno, a lo que la gente respondió negativamente siguiendo una seña del Padre José Cortés de Madariaga que estaba ubicado atrás del gobernador. Era 19 de abril y esta fecha se celebra como el día de la Declaración de la Independencia.

Luego del terremoto del 26 de marzo de 1812, en el que la Cárcel Real y el Ayuntamiento se convirtieron en ruinas, el sitio fue reconstruido en el año 1830 por el entonces Presidente José Antonio Páez. A partir de esta fecha ha tenido diferentes fines: Cuartel de Milicias (1830), Palacio de Gobierno (1842), Residencia Presidencial (1877), Alta Corte de Casación y sede de la Gobernación de Caracas (1904) y Ministerio de Relaciones Exteriores (desde 1912).

La Casa Amarilla es especialmente recordada por la época en que los andinos tomaron el poder el 22 de octubre del año 1899, una vez que triunfa la Revolución Liberal Restauradora al mando de Cipriano Castro, conocido también como “el cabito”. Lo que era una bella y cuidada edificación que había servido de Palacio de Gobierno y Residencia Presidencial, se transforma en un campamento militar sucio, con todos los pasillos llenos de catres y soldados deambulando por doquier. Aunque esto dura poco tiempo, ya que al tomar el Cabito posesión del lugar el lujo comienza a manifestarse de una forma nunca antes vista.

Dicen que esta mansión se convirtió en un palacio encantado, con miles de lámparas fastuosas, flores y fuentes por todas partes. Además se daban grandes fiestas, donde a diario se derrochaba el champagne y Cipriano bailaba desenfrenadamente con su levita gris y un gorrito, lo que le valió el mote de  “bailarín eléctrico”. Dentro de estos guateques además se incluían derrapes del maníaco sexual Cipriano Castro, e incluso violaciones a púberes. También dicen que se abrió una puerta secreta en la Casa Amarilla, por donde entraban las jóvenes cuidadosamente seleccionadas para complacer al Cabito. 

Una anécdota muy famosa que pasó a la historia fue lo sucedido el 29 de octubre de 1900, cuando a las 4:42 de la mañana la tierra tembló fuertemente en Caracas en el evento que se conoce como Terremoto de San Narciso, y Cipriano Castro se lanzó desde un balcón de la Casa Amarilla en pijama y con un paraguas abierto a modo de paracaídas. El accidente no pasó de fuertes magulladuras, así como la fractura de un pie, y por supuesto la burla de la gente. Pero a raíz de este suceso se decidió mudar la residencia presidencial para Miraflores, ya que había sido construida sobre bases antisísmicas.

Existen muchas otras historias acerca de la Casa Amarilla, algunas de ellas con evidencias, como los huesos, cadenas, grillos e instrumentos de tortura que se encontraron en las excavaciones, y otras que no se sabe si son ciertas, como el rumor de que Juancho Gómez se robó un cuadro valiosísimo, o sobre el fantasma que allí habita.


Teatro Principal

En el ángulo noroeste de la esquina se encuentra el Teatro Principal, justamente en el lugar donde estuvo el fortín que le da su nombre. Este teatro, de acuerdo a lo registrado por diferentes  fuentes, fue diseñado por el arquitecto Gustavo Wallis e inaugurado el 18 de abril de 1931. Sin embargo, el cronista Francisco Moya asegura que fue construido por una familia de apellido Arismendi a principios de siglo.

Es probable entonces que en 1931 se hayan reformado las instalaciones antiguas, implementando las nuevas características que se describen como: tres niveles, estilo neoclásico con art déco, balcón delantero, capacidad para 760 personas y paredes acústicas. Por otra parte, según dicen, ésta fue la primera construcción con estructura metálica del país. El Principal fue un teatro de primera categoría, en el cual se presentó Gardel cuando estuvo en Venezuela en mayo de 1935, un mes antes de morir en el accidente aéreo de Medellín.


Teatro Principal 

El Teatro Principal llevaba 21 años abandonado cuando fue refaccionado por la Alcaldía y reinaugurado en el año 2011. Había sido renovado en el año 1953, perdiendo parte de su estilo arte déco inicial, y a partir de 1990 se había convertido en una sala de cine mexicano. En el proceso de refacción se hicieron excavaciones y se encontraron evidencias de que el fortín estuvo en ese lugar, según la datación del acueducto, las cerámicas y los enseres de cocina encontrados. Adicionalmente, se descubrieron unas escaleras que conducían a un sótano tapiado.

Durante el tiempo que estuvo sin funcionar, el teatro fue invadido y sufrió un fuerte incendio que terminó de destruir lo que quedaba adentro, aunque su fachada afortunadamente se salvó y fue recuperada, quedando tal cual era la original de 1931. En la actualidad cuenta con tres niveles, igual que antes, y 710 butacas distribuidas entre patio, primer balcón y segundo balcón, además de un amplio vestíbulo y un ascensor, siendo una de las obras arquitectónicas más llamativas de los contornos de la Plaza Bolívar.

Palacio de Gobierno del Distrito Capital

En cuanto al Palacio de Gobierno del Distrito Capital, que es otra de las construcciones más hermosas de los alrededores, a través de la narración de Moya descubrimos que el edificio, aunque estuvo terminado en 1935, no fue inaugurado ese año. Igualmente, en la obra del mencionado autor se reseña lo que había en la cuadra de La Torre a Principal antes de que se levantara el Palacio de Gobierno.

Existió un fabuloso hotel de tres niveles frente a la Plaza Bolívar, con un hermoso patio central y llamativas escaleras. Primero se llamó Gran Hotel Venezuela y cerró en 1906, para luego tomar el nombre de Hotel Klindt hasta 1920, y finalmente, hasta poco antes de ser demolido en 1927, fue conocido como Hotel Washington. Este último tenía habitaciones únicamente en el tercer nivel y el resto de las instalaciones estaba ocupado por oficinas y negocios, entre los que se encontraban elegantes y concurridas cafeterías y cervecerías.

La fachada del mencionado hotel llegaba hasta un poco antes de finalizar la manzana, y a continuación estaba la oficina de correos que había fundado Cipriano Castro, frente al Teatro Principal y Diagonal a la Casa Amarilla, que viene siendo el sitio donde existió el primer cabildo y la primera cárcel, y donde vivió el famoso gobernador Sancho de Alquiza. En este lugar es donde ahora se encuentra el Palacio de Gobierno del Distrito Capital, que tiene tres niveles y es del mismo estilo que el Teatro Principal -una mezcla de neoclásico con art déco- y también fue diseñado por Gustavo Wallis. 

Eustoquio Gómez, primo de Juan Vicente, fue asesinado en el edificio de la Gobernación del entonces Distrito Federal, justamente a finales de 1935, al poco tiempo de fallecer el Benemérito. Aspiraba a sucederlo como dictador, lo cual habría sido nefasto. Lo cierto es que las Fuerzas Armadas y el Congreso se apuraron para nombrar a Eleazar López Contreras, quien toma los hilos del poder rápidamente poniendo en cargos clave a gente de su confianza, entre quienes se encontraba el nuevo Gobernador del Distrito Federal llamado Félix Galavís.

El día 21 de diciembre de 1935, cuatro días después de haber muerto Juan Vicente Gómez, se presenta Eustoquio, con actitud violenta, en la Gobernación de Caracas. Va acompañado de su hermano y de su yerno, e irrumpe en la oficina del nuevo gobernador quien le pide que abandone el lugar, ante lo cual el primo del difunto se enfurece más. Por este motivo, hay un forcejeo entre ambos y Eustoquio recibe un tiro fulminante. Previamente, López Contreras, que ya estaba al tanto de la desagradable visita, había llamado por teléfono desde Miraflores dando órdenes de detener a Eustoquio.

El primo de Juan Vicente Gómez era un tipo realmente peligroso y tenía en su haber varios crímenes, incluyendo el del gobernador Mata Illas. De acuerdo a informaciones posteriores según testigos presenciales, se supo que Eustoquio había sacado su revólver, por lo que Galavís se abalanzó sobre él para quitárselo y el arma se disparó. Pasado algún tiempo, el hijo del difunto declaró que su padre simplemente había pasado por la Gobernación con la intención de saludar.


Palacio de la Gobernación de Caracas

Luego de investigar sobre una de las esquinas más históricas de Caracas, resulta provocativo sentarse en un banco de la Plaza Bolívar y retroceder en el tiempo, mientras se van mirando detenidamente cada uno de los monumentos y sus detalles, y se recorren las pisadas de todos los que frecuentaron estos lugares.

 

Referencias:

 

Durand, G., & González, A. (2002). Caracas en 25 escenas. Caracas, Venezuela: Editorial Fundarte, Alcaldía de Caracas.

 

El Troudi, H. (2021, 19 julio). Historias y Anécdotas de la Casa Amarilla. https://haimaneltroudi.com/historias-y-anecdotas-de-la-casa-amarilla/

 

Gómez Grillo, E. (s. f.). Penas, penales y penitencias. https://bibliofep.fundacionempresaspolar.org/media/1280140/vsxx_l3_7_convivencia_y_controversias_6_t.pdf

 

Ministerio del Poder Popular para Relaciones Exteriores. (2016, 7 septiembre). Casa Amarilla Antonio José de Sucre, puerta de Venezuela a los países del mundo. http://www.mppre.gob.ve/2016/09/07/casa-amarilla-antonio-jose-de-sucre-puerta-de-venezuela-a-los-paises-del-mundo/

 

Moya, F. (2011). La Caracas que conocí. Caracas, Venezuela: Fundación Editorial El perro y la rana.

 

Rivero Oramas, R. (1967). Historia de Caracas. Caracas, Venezuela: Editorial K-Listo.

 

Travieso, C. (2001). Las esquinas de Caracas. Caracas, Venezuela: Los libros de El Nacional.

 

Villamizar, H. (2008, junio). Discursos y prácticas del encierro punitivo en la ciudad de Caracas a finales de la época colonial (1780–1810). http://saber.ucv.ve/bitstream/123456789/2430/1/Tesis%20Hernando%20Villamizar.pdf



 





jueves, 12 de agosto de 2021

Catedral de Caracas, Museo Sacro y algunas historias


 

Frente a la Plaza Bolívar mirando hacia el este, entre las esquinas de La Torre y Gradillas, se encuentran la Catedral de Caracas y el Museo Sacro. La parroquia Catedral, fundada en 1636, toma este nombre cuando la iglesia erigida al patrono Santiago Apóstol en los inicios de la ciudad pasa a llamarse Catedral Metropolitana de Santa Ana.

Tanto siendo templo del Apóstol Santiago, como ya Catedral, esta iglesia, y también lo que hoy es el Museo Sacro, han sido parte inseparable de la historia de Caracas y son miles los cuentos que se pueden narrar.

De todos ellos, hay dos muy buenos que están íntimamente relacionados con estos lugares. El primero se refiere al asalto del pirata Preston y el segundo a un famoso obispo que cambió todas las costumbres de los caraqueños y hasta le levantó un expediente al padre de Simón Bolívar.

La Catedral 

El nombre oficial de La Catedral de Caracas es Iglesia Catedral Metropolitana de Santa Ana, ya que en 1637 recibió la denominación de Catedral a raíz de que la sede episcopal, que estaba en Santa Ana de Coro, se muda para Caracas. Esta iglesia ha sufrido varias modificaciones a lo largo de su historia, especialmente debido a los terribles movimientos telúricos de los años 1641, 1766 y 1812. Así como también en tiempos anteriores, por la incursión del pirata Amyas Preston que en 1595 prendió en llamas al primer templo construido en el sitio de la Catedral.




Al fundarse la ciudad de Santiago de León de Caracas en 1567 se erigió también la iglesia, dedicada al Apóstol Santiago, que era de bahareque y tenía el techo de paja. Posteriormente, en 1578, se termina un nuevo templo fabricado a base de piedra, ladrillos y tejas, pero el mismo es quemado por Preston en 1595. Luego resulta casi destruido por el sismo del 11 de junio de 1641, conocido como Terremoto de San Bernabé, lo cual supuso una importante obra de recuperación que se aprovechó para ampliar la iglesia y cambiar la fachada.

El 21 de octubre de 1766 ocurre otro fuerte sismo que fue llamado Terremoto de Santa Úrsula. Dicen que éste ha sido el mayor terremoto de la historia en Venezuela, pero su epicentro fue en el oriente del país y, según los registros, en Caracas éste no fue tan grave en cuanto al número de fallecidos y casas derrumbadas como el anterior y el siguiente. Sin embargo, la Catedral fue afectada y se hizo necesaria otra reconstrucción de la iglesia que había estado anteriormente terminada en 1674. La descripción de la torre para esta época habla de que la misma tenía “50 pies de altura (15 metros) y 10 campanas muy sonoras”.

Y nuevamente, el movimiento telúrico del 26 de marzo de 1812 –Jueves Santo-, con un saldo de destrucción y muerte impresionante, y una fuerte réplica el 4 de abril, destruye gran parte de la Catedral. En esta ocasión la iglesia se vuelve a reconstruir tal cual estaba antes del temblor y se consagra en 1867. Desde entonces, sólo se le han dado algunos pequeños toques en los años 1933 y 1967.

Como dato curioso, el terremoto del 26 de marzo hizo que la torre de la iglesia se inclinara, pero cuentan que con la réplica volvió a su lugar. En esta oportunidad se decide reducir la altura de la torre, eliminando una tercera parte de su dimensión, para evitar mayores riesgos a futuro.

Actualmente el templo presenta la misma estructura interna que tenía en el siglo XVIII. Su planta es basilical, con cinco naves: una central y dos menores a cada uno de los costados, que se separan mediante columnas y arcos estilo mudéjar. También cuenta con 10 hermosos y coloridos vitrales que le proporcionan una iluminación muy especial al recinto. 

Existen ocho capillas laterales, de las cuales la más conocida es la dedicada a la Santísima Trinidad, donde está el panteón de la familia Bolívar. Aquí se encuentran los restos de los padres, las hermanas y la esposa de Simón Bolívar, y también permanecieron los del Libertador, desde que llegaron de Santa Marta en 1842 hasta que fueron llevados al Panteón en 1876.

La Catedral por fuera es de estilo neoclásico. Su torre cuadrada, ubicada en el extremo noreste, en su parte más alta exhibe una escultura de bronce que representa la fe y se instaló cuando la torre fue reducida de tamaño. También tiene un reloj que data de 1888, el cual fue encargado a Londres y pesa 7.816 kilos. Este reloj, además de dar a hora, puede activar 11 finísimas campanas para tocar diferentes melodías, incluyendo el Ave María y el Himno Nacional, pero lamentablemente su mecanismo está dañado.

 Cuando los piratas asaltaron Caracas

Este acontecimiento, según la crónica de Enrique Bernardo Núñez, tuvo lugar entre los días 29 de mayo y 3 de junio de 1595. Lo más interesante de esta crónica es que el mencionado autor toma como parte de sus datos a lo posteriormente escrito por Robert Davie, que fue uno de los piratas que participó en la incursión. También existen otras fuentes que reflejan algunas discrepancias en cuanto a los detalles, aunque no difieren en lo fundamental.

Los españoles de Caracas ya estaban avisados de que naves piratas estaban en La Guaira, por lo que se aprestaron a ubicarse en las salidas de los caminos por donde se suponía que podían entrar. Por tal razón, la ciudad quedó con muy pocos hombres para su defensa; entre éstos estuvo el famoso Andrea Ledesma, que fue asesinado por los invasores al enfrentárseles. Por otra parte, la mayoría de los vecinos había huido hacia las afueras con sus joyas y sus esclavos.

Los corsarios utilizaron una vía que casi nadie conocía y que además era prácticamente impenetrable. Dice la historia que los piratas tuvieron que cortar troncos y atravesar una ruta llena de fieras y bichos venosos de una inmensa y sobrecogedora selva, y que estuvieron a punto de devolverse desfallecientes. Los corsarios entraron siguiendo el curso de la quebrada Anauco, la cual nace cerca del punto llamado Boca del Tigre y baja hasta Cotiza, en los alrededores de la actual avenida Baralt.

Amyas Preston, quien dirigía la expedición, nació en Inglaterra, no se sabe en qué año, aunque sí se conoce que murió en 1609. Junto a Francis Drake y Walter Raleigh, era uno de los piratas más famosos del Caribe y comandaba a cerca de 500 hombres. Entre sus lugares favoritos, Margarita, Coche y Cubagua eran de su predilección debido a las perlas. Nunca había tenido el atrevimiento de llegar hasta Caracas porque la montaña era un defensa importante, pero pensó que iba a encontrar muchas riquezas y se las ingenió para hacerlo.





Según cuenta Davie, en Cumaná habían tomado como cautivo a un hombre que conocía el camino escondido y les reveló el secreto a cambio de obtener su libertad. Bernardo Núñez corrobora este hecho y le pone el nombre de Villalpando al rehén. Otras referencias indican que el  tal Villalpando era un vecino de Caraballeda, por lo cual es factible que estuviera muy al tanto en cuanto a las vías ocultas de la montaña.

Una discrepancia entre Davie y Bernardo Núñez es que el primero dice que liberaron a Villalpando al llegar a Caracas, mientras que el segundo afirma que era un hombre muy viejo y no hubiera podido hacer la escabrosa expedición. Por otra parte, algunas fuentes indican que Villalpando fue ahorcado por traidor luego de que los piratas se fueron, mientras que otras reportan que el hombre permaneció al servicio de Preston.

Lo cierto es que los piratas se tomaron la Casa de Los Gobernadores (en la esquina Principal donde hoy está el Palacio de Gobierno del Distrito Capital) y la iglesia (actualmente Catedral) como campamento. Al no encontrar nada demasiado interesante, pidieron que les pagaran 30 mil ducados para abandonar la ciudad, pero los españoles les ofrecieron 4 mil.

Pasaban los días y no llegaban a un acuerdo, cuando un indio les dijo a los corsarios que los españoles estaban demorando las negociaciones porque esperaban refuerzos militares. Ante esta información, Preston decide incendiar la ciudad y destruir la iglesia el día 3 de junio, para luego marcharse por Catia, a través del viejo sendero que conducía al puerto, llevándose lo poco que había encontrado.

El Museo Sacro

El Museo Sacro de Caracas se encuentra al lado de la Catedral. Es una construcción colonial de dos pisos con la fachada color melón enmarcada de blanco, que data de 1888 y fue erigida para servir de sede al Colegio Episcopal y al Seminario Menor de Caracas. Inicialmente, parte de este espacio era la Cárcel Episcopal, que estaba adosada a la Catedral hacia el sur.




El Colegio Episcopal funcionó hasta 1924, luego estuvieron en este lugar los talleres del Diario La Religión hasta la década de 1970 y posteriormente el edificio fue abandonado hasta 1981, fecha en que es declarado monumento nacional y restaurado, para abrir al público en 1993 como Museo Sacro.

Tanto el antiguo Colegio Episcopal y Seminario, como el actual Museo Sacro, se sitúan sobre lo que era el Cementerio de La Catedral, el primer cementerio de Caracas, que fue construido en el año 1673 y ocupaba gran parte de la cuadra comprendida entre las esquinas de La Torre, Gradillas, Madrices y San Jacinto.

Dado que Caracas se funda en el año 1567 y era costumbre enterrar a los difuntos en los terrenos adyacentes a los templos, con seguridad estos predios sirvieron como sitio para enterramientos mucho antes de inaugurarse formalmente el camposanto, el cual dejó de funcionar en el año 1876 cuando Guzmán Blanco clausura los cementerios de las iglesias y se inaugura el Cementerio General del Sur.     

La estructura del Museo Sacro corresponde a la típica construcción colonial, con un patio rectangular céntrico alrededor del cual se disponen los pasillos y las habitaciones con las exposiciones de imágenes religiosas, pinturas, joyas, orfebrería, mobiliario perteneciente al clero y vestuarios religiosos, todos provenientes de iglesias y conventos que ya no existen, así como de colecciones familiares que fueron donadas.

Pero lo más impactante del museo está en la zona colindante con la Catedral, donde se observa un pasadizo comunicante que atraviesa una gruesa pared de piedra.  En las salas 5 y 6 se aprecia la entrada al pequeño calabozo donde los sacerdotes pagaban su condena (cuyas paredes fueron rayadas por los curas expresando sus protestas), así como el vestigio de un tragaluz que era la única entrada de claridad. Igualmente, se puede ver un foso lleno de huesos que al parecer provienen del cementerio, y doce criptas no identificadas que se cree pertenecen a obispos.

El patio central del Museo Sacro fue objeto de excavaciones arqueológicas en el período 1988- 1989 y se encontraron 25 osamentas humanas enterradas en una fosa común. Los huesos estaban en muy mal estado de conservación producto de la humedad del sitio, pero por su datación estimada, se asume que pueden haber sido personas ajusticiadas por Boves en 1813 o víctimas del terremoto del año 1812. Además, se descubrió una acequia, y una vieja calzada que probablemente atravesaba todo el cementerio.

Actualmente el Museo Sacro está siendo refaccionado, ya que se encontraba muy deteriorado producto de las filtraciones. En sus buenos tiempos tuvo un café, una sala para eventos y una tienda de artesanías, y también fue sede del Grupo Lírico Cantamérica y del Coro y Orquesta Litúrgica de la Catedral, por lo cual había un piano, que por cierto muchas veces tocaba por su propia cuenta. Y es que este lugar siempre ha estado lleno de una energía extraña, la cual se siente apenas se traspasa su puerta.

Se acabó el desorden

En tiempos coloniales, muchos obispos pasaron por la Arquidiócesis de Caracas desde el año 1636 en que fue mudada desde Coro. Uno de los más famosos es Diego Antonio Díez Madroñero quien, a decir de Arístides Rojas, convirtió a Caracas en un convento. Adicionalmente, este obispo es recordado por haber abierto un expediente contra Don Juan Vicente Bolívar –padre del Libertador-, cuando éste era soltero y vivía en San Mateo ocupando altos cargos militares que le conferían mucho poder.

Al llegar Díez Madroñero en 1756 procedente de Madrid, observa con mucha preocupación algunos hábitos de los caraqueños que atentaban contra la moral y propiciaban situaciones pecaminosas, como por ejemplo ciertos bailes llamados la zapa, el sambito, la murranga o el dengue, los cuales se generalizaban bajo la denominación de “fandangos”.

Por otra parte, desde tiempos antiguos las leyes daban a la Iglesia la potestad de juzgar delitos como: concubinato, amancebamiento, adulterio, violaciones, sodomía, incesto, prostitución, lenocinio, o alcahuetería, aunque lo más importante era evitarlos, y el obispo se tomó muy en serio su trabajo.

Entonces prohibió todo tipo de danzas, juegos y venta de guarapo, así como obras de teatro, y eliminó el carnaval sustituyéndolo por procesiones que debían ser a la luz del día y con los hombres separados de las mujeres. Igualmente, levantó un minucioso censo de la población para determinar quiénes vivían en cada casa y bajo qué condiciones, lo que también sirvió para controlar que todos confesaran y comulgaran.

Adicionalmente, les puso nombres religiosos a todas las calles, instituyó el rezo obligatorio del rosario antes de dormir, y también que cada vivienda tuviera un patrono o patrona, cuya imagen debía estar en el zaguán iluminándola en las noches con un velón o un farol, lo cual fue muy positivo porque en gran parte acabó con la gran oscuridad nocturna de Caracas. 

En la época de Díez Madroñero aparece la veneración a Nuestra Señora Mariana de Caracas, ya que el obispo consideró que debía existir una Virgen criolla, y un cuadro con su imagen fue colocado en una esquina de la Catedral. En estos años también comenzaron a repicar las campanas de todas las iglesias tres veces al día invitando a rezar el Ángelus, y muchos sitios benéficos y conventos se llenaron de “mujeres pecadoras”.




En cuanto a Don Juan Vicente Bolívar, Teniente de Justicia Mayor de San Mateo y quien hacía honor a su nombre de Don Juan, al obispo comenzaron a llegarle muchos rumores acerca de su reprochable conducta: intento de violación a jovencitas, dádivas a mujeres a cambio de sexo, y relaciones con esclavas y mujeres casadas.

Por tal motivo, se traslada una comisión hasta San Mateo y se abren audiencias, en las que el pueblo declara y corrobora las irregularidades. Hasta el cura de la iglesia había sido amenazado para que no suspendiera los “fandangos” que tanto le gustaban a este Bolívar.

El cuestionado también acude a declarar. Reconoce algunos de los muchos casos en los que estaba involucrado y pide perdón por ellos, pero alega que la mayoría era habladurías de la gente. No se sabe a ciencia cierta cuál fue el resultado de este juicio, pero los entendidos afirman que le correspondía ser excomulgado y pagar una alta suma de dinero.

Respecto a perder el derecho a la comunión, o no sucedió o luego fue perdonado, ya que Don Juan Vicente Bolívar contrajo matrimonio a finales de 1773 con María de la Concepción Palacios y Blanco, quien contaba con 15 años de edad, mientras que él tenía 47. Para esta época ya Díez Madroñero no era obispo, ya que falleció en el año 1769.

Seguramente el susodicho siguió con su mala conducta incluso después del matrimonio, ya que estudios psicológicos del personaje indican que era maníaco sexual. Por otra parte, una publicación de la Revista de la Sociedad Venezolana de la Historia de la Medicina, señala que hay serios indicios de que Don Juan Vicente Bolívar padeció de sífilis, e incluso se sospecha que pudo haber contagiado a su esposa.




Y éstas son algunas de las muchas anécdotas relacionadas con la Catedral de Caracas y el Museo Sacro, las cuales quizás mucha gente desconoce. Descubrirlas incita a visitar estos sitios y seguir investigando sobre una historia que algunos, especialmente los jóvenes, pueden encontrar aburrida por la forma como se la han contado.

 

 Referencias:

Arenas, M. (2020, 13 marzo). Un Museo Sacro y los ancestrales secretos bajo la catedral de Caracas. https://es.aleteia.org/2020/03/13/un-museo-sacro-y-los-ancestrales-secretos-bajo-la-catedral-de-caracas/

 

Bernardo Núñez, E. (2004). La ciudad de los techos rojos. Caracas, Venezuela: Monte Ávila Editores.

 

IAM Venezuela. (s. f.). Catedral de Caracas, emblema de la capital de Venezuela. https://iamvenezuela.com/2018/07/catedral-de-caracas-emblema-de-la-capital-de-venezuela/

 

Moreno, A. (2011, julio). Poder espiritual y sociedad colonial: el obispo Diego Antonio Díez Madroñero y su tiempo (1757–1769). http://saber.ucv.ve/bitstream/123456789/2468/1/T026800003681-0-4MorenoAgustin-000.pdf

 

Museo Sacro de Caracas. (2011, 22 febrero). Bienvenidos al Museo Sacro de la Arquidiócesis de Caracas. http://museosacrodecaracas.blogspot.com/2011/02/su-edificacion.html

 

Revista de la Sociedad Venezolana de la Historia de la Medicina. (Febrero, 1945). Sobre la herencia del muy ilustre señor Coronel Don Juan Vicente Bolívar y Ponce. https://revista.svhm.org.ve/ediciones/1945/1/art-4/

 

Rojas, A. (1999). Crónicas de Caracas. Caracas, Venezuela: Los Libros de El Nacional.


 

Lo conocido y lo secreto de Marcos Pérez Jiménez

Marcos Pérez Jiménez en 1952   Marcos Pérez Jiménez no escribió ninguna autobiografía, pero fueron muchas las entrevistas que concedió cuand...