Mostrando entradas con la etiqueta Joaquín Crespo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Joaquín Crespo. Mostrar todas las entradas

domingo, 29 de agosto de 2021

El “Tigre de Santa Inés” y Misia Jacinta. De Caño Amarillo a Miraflores


Joaquín Sinforiano de Jesús Crespo Torres, conocido como “El Tigre de Santa Inés” o “El Taita”, fue uno de los caudillos más representativos del país. Por dos veces ostentó el cargo de Presidente de la República en el siglo XIX, pero su figura tiende a pasar por debajo de la mesa ante personalidades tan avasallantes como las de José Antonio Páez o Antonio Guzmán Blanco.

Su trayectoria merece ser comentada, por lo interesante y trascendente. Especialmente porque dejó como legado dos construcciones monumentales y poseedoras de gran atractivo arquitectónico, siendo una de ellas la sede del Gobierno Nacional desde principios del siglo pasado.

Guerra Federal y Revolución de Abril

Joaquín Crespo nació el 22 de agosto de 1841 en el caserío Miraflores de Guacharacas, ubicado en un pequeño pueblo del estado Aragua conocido como San Francisco de Cara, el cual hoy se encuentra sepultado por las aguas de la represa de Camatagua. Fueron sus padres la señora Aquilina Torres y el señor Leandro Crespo, mejor conocido como Ño Leandro, muy famoso por sus “limpiezas” y por ser un prestigioso curandero.



Ño Leandro utilizaba principalmente una resina conocida como Tacamajaca, acerca de la cual se han descubierto recientemente increíbles cualidades curativas por sus propiedades analgésicas y desinflamatorias, así como para combatir la Fiebre Amarilla y la  Disentería.  De su padre heredó Joaquín algunos secretos, que aplicó a lo largo de su vida.

Siendo Joaquín muy pequeño, la familia se traslada al estado Guárico y éste adquiere una educación muy básica en la población de Paraparara, que dicen apenas llegaba a saber leer y escribir. Un buen día, cuando apenas tenía 17 años, pasa por su casa un teniente revolucionario y entonces el joven se enrola en el ejército, al servicio de la Guerra Federal (1858-1863), cuyos principales líderes eran Ezequiel Zamora y Juan Crisóstomo Falcón.

En principio Joaquín se pone al servicio de comandantes de menor rango, pero años más tarde su sobresaliente desempeño lo llevó al cargo de lugarteniente de Guzmán Blanco, de quien se convirtió en mano derecha y hombre del más alto nivel de confianza.

Uno de los primeros jefes de Crespo fue José De Jesús González, apodado “El Agachado” por su fama de agazaparse entre la maleza, e incluso a veces confundirse entre las piaras de cerdos. Y este “Agachado” tenía amores con una muchacha llamada Jacinta, de la que Joaquín estaba enamorado desde hacía algún tiempo.

Muchas peleas ganaron los Federales, entre las que destaca la Batalla de Santa Inés, librada el 10 de diciembre de 1859 en la población de este nombre del estado Barinas. Finalmente triunfa la Revolución en 1863 con el Tratado de Coche. Su líder máximo, Juan Crisóstomo Falcón asume las riendas de la República como Presidente encargado hasta 1865 y posteriormente como Presidente Constitucional para el período 1865-1868. Pero es derrocado por Monagas y su Revolución Azul poco antes de concluir el mandato.

Posteriormente, en el año 1870, se sucede otro movimiento insurreccional, esta vez comandado por Antonio Guzmán Blanco y en el que Joaquín Crespo tuvo una participación decisiva. Es especialmente famosa la Batalla de San Fernando de Apure, donde se aplicó la táctica de penetrar a través de un caño, llamado Caño Amarillo, sorprendiendo de esta manera al enemigo. Posteriormente, Crespo es ascendido a General en Jefe de los Ejércitos de Venezuela.

La rebelión de Guzmán Blanco se conoce como Revolución de Abril. Mediante la misma tumba a los Monagas, para tomar el poder con el cargo de Presidente provisional hasta 1873 y luego como Presidente Constitucional hasta 1877. En esta etapa se modifica la Carta Magna y los períodos de gobierno pasan a ser de dos años, una vez que finalizara el mandato de Antonio Guzmán Blanco. 

Jacinta y Joaquín

Jacinta Parejo nació en Parapara el 16 de agosto de 1845. Fueron sus padres Juan Parejo y María Josefa Parejo, integrantes de la misma familia de campesinos humildes del estado Guárico que descendía de españoles. Jacinta fue novia del “Agachado”, quien muere acribillado en una batalla en el año 1859, y posteriormente se casa con el general Saturnino Silva en 1861. Pero queda viuda en 1863 ya que su esposo también fallece en la guerra.




Para 1864, un año después de concluida la Guerra Federal, ya Joaquín Crespo era General de Brigada de los Ejércitos de la República y comenzaba a ostentar altos cargos de gobierno en el estado Guárico. Entonces se decide a pretender en serio a Jacinta Parejo y se casan el 18 de septiembre en la iglesia Santa Catalina de Siena de Parapara. Dicen que Jacinta fue el único gran amor en la vida de Joaquín y que nunca conoció carnalmente a otra mujer que no fuera ella.

Jacinta Parejo, mejor conocida como “Misia Jacinta”, se convirtió en la compañera inseparable de Joaquín y fue la primera mujer en la historia de los presidentes que tomó parte activa en la política, participando en reuniones. Sus consejos tenían gran peso a la hora de que Crespo tomaba decisiones importantes y las malas lenguas comentaban que tenía dotes de hechicera y por eso dominaba a su marido.

A Jacinta la describen como una atractiva morena de grandes ojos oscuros y abundante cabello liso y negro. Poseedora de una fuerte personalidad, matrona chapada a la antigua, muy hogareña, y fiel seguidora y defensora de los ideales de su esposo. Aunque la mayoría de las fuentes hablan de que tuvo diez hijos con Joaquín, al parecer fueron doce: Inés María, Joaquín Segundo, Tito, Pedro Domingo, Ana Jacinta, Carlos Clemente, Estatio, Gonzalo Antonio, Santo Domingo, Josefina, Columba y Aminta.

Otra de las características resaltantes de Misia Jacinta era su forma de vestir informal y despreocupadamente, aún en las etapas en que Crespo tuvo los más importantes cargos políticos. Cuentan que usaba vestidos de zaraza y que así iba al mercado con una cayena en la oreja. Era muy criticado por las altas damas de la sociedad el hecho de que llevara alpargatas con medias. Este estilo, considerado campuruso y no adecuado a su rango social, incluso provocó que Ana Teresa Ibarra, la esposa de Antonio Guzmán Blanco, se le acercara para darle algunos consejos no exentos de reproche. 

Por su parte, Joaquín Crespo era de figura atlética, con una estura de aproximadamente 1,78 metros, piel blanca pero tostada por el sol, contextura robusta y abundante cabellera. Cojeaba de una pierna debido un disparo que recibió durante la guerra en 1860. En su rostro destacaban primordialmente los pómulos pronunciados y la nariz grande, así como unos bigotes poblados que se unían a una barba larga y puntiaguda. Pero lo más llamativo de su cara eran sus labios gruesos, con el de abajo más prominente, lo que le valió el mote de “El Bemba”.

En cuanto a su personalidad, se dice que era austero y reservado, afectuoso, caballeroso, muy fiel con sus amigos y condescendientes con sus enemigos. Por otra parte, no bebía ni fumaba, comenzaba a trabajar a las 6 de la mañana y se iba a la cama temprano. Igualmente, otras de sus características es que fue masón en Grado 33 y Gran Maestro de Oriente.

Historia de la vida política de Joaquín Crespo

Luego de que Antonio Guzmán Blanco, conocido como “El Ilustre Americano”, concluyera su período de gobierno comprendido entre los años 1870 y 1877 -llamado el Septenio-, fue presidente Francisco Linares Alcántara (1877-1878).  Posteriormente regresa Guzmán Blanco con el Quinquenio (1879-1884).

A pesar de que la Constitución establecía que el lapso del mandato presidencial era de dos años, a Guzmán Blanco le toca aplacar un alzamiento por parte de los partidarios de Francisco Linares Alcántara, quienes protestaban por el control que El Ilustre Americano pretendía seguir ejerciendo desde Francia, y hasta derribaron varias estatuas alusivas al guzmancismo. Linares Alcántara muere el 30 de noviembre de 1878 -algunos dicen que envenenado-, lo cual agita aún más a las masas.

Guzmán Blanco combate y logra aplacar este movimiento, conocido como Revolución Reivindicadora, por lo que posteriormente es nombrado Presidente Provisional, para luego ser ratificado como Presidente Constitucional hasta 1884. A continuación es elegido Joaquín Crespo para el lapso 1884-1886, y después “El Ilustre Americano” asume su tercer y último período de gobierno (1886-1888) pero sólo ejerce el poder por un año y encarga a Hermógenes López (1887-1888) de la presidencia. 

A continuación son presidentes Juan Pablo Rojas Paúl (1888-1890) y Raimundo Andueza Palacios (1890-1892). Este último hace que Joaquín Crespo vuelva a la palestra militar y política, esta vez sin el apoyo de Guzmán Blanco, para encabezar su propio movimiento llamado “Revolución Legalista”. El levantamiento de Crespo obedece a que Andueza Palacios había promulgado una Constitución que llevaba el período presidencial a cuatro años, sin que la misma hubiera pasado por la aprobación del Congreso.

Pero cuando Crespo toma el poder convoca a una Constituyente que elabora una nueva Carta Magna, la cual es promulgada el 16 de junio de 1893 y contempla un mandato presidencial de cuatros años, así como la votación directa y secreta. Por tal razón, el “Tigre de Santa Inés” va a gobernar hasta el año 1898, cuando impone a su candidato Ignacio Andrade, lo cual le causa la muerte y además desemboca en la Revolución Restauradora de Cipriano Castro y con ella el comienzo de 36 años de dictadura.

Aconteció que en las elecciones del 1 de septiembre de 1897 se presentaron cinco candidatos, siendo los principales el oficialista Ignacio Andrade, representando al Partido Liberal Amarillo, y José Manuel Hernández, por el Partido Liberal Nacionalista. Este último era más conocido por el apodo de “Mocho Hernández”, ya que le faltaban dos dedos de su mano derecha. A decir de algunos esto se debía a sus combates contra las fuerzas de Guzmán Blanco y según otros a un accidente ejerciendo su profesión de carpintero.

El resultado de los comicios dio como ganador -con el 99,2% de los votos - a Ignacio Andrade, por lo que se cantó fraude y el Mocho Hernández se levantó en armas con la conocida Revolución de Queipa. Ignacio Andrade tomo posesión de su cargo en febrero de 1898, pero los bandos del Mocho y de Crespo se enfrentaron, perdiendo la vida por un disparo en el corazón el propio Joaquín Crespo, en una emboscada ocurrida en el sitio de la Mata Carmelera (estado Cojedes) el 16 de abril del mismo año.

Los dos períodos presidenciales de Joaquín Crespo (1884-1886 y 1892-1898) estuvieron signados por una gran crisis mundial, que afectaron los precios del café y su producción. Adicionalmente, finalizando el año de 1884 sobrevino una gran plaga de langosta que arrasó gran parte de los cultivos, lo que ocasionó una importante subida en los precios de los alimentos y hambre en la población, con importantes consecuencias durante varios años.

Como elementos positivos, a Crespo se le reconoce la organización de las Fuerzas Armadas y una sustancial recuperación de las carreteras y los puentes, al igual que mejoras importantes en el ferrocarril, el telégrafo y el teléfono. Sin embargo, existió un marcado déficit fiscal y se le acusa de no ser muy escrupuloso en el manejo de los fondos públicos en su beneficio personal, quedando a la vista la cantidad de terrenos que adquirió.

El “Rasputín” de la familia Crespo

Uno de los capítulos más famosos durante la primera presidencia de Joaquín Crespo es lo relativo al yerbatero y curandero Telmo Romero, que se convirtió en médico de cabecera de la familia presidencial y desde 1884 ocupó los cargos de director del Lazareto de Caracas (cuidado de los leprosos) y del Asilo de Enajenados de Los Teques, donde aplicó tratamientos impresionantemente macabros.

Adicionalmente, se le concedió una patente exclusiva para la elaboración de sus originales fórmulas, para lo cual Telmo adquirió la botica La Indiana en la Esquina de Madrices, que era muy frecuentada por los todos los políticos del Partido Liberal. Este negocio fue apedreado por los estudiantes en una manifestación, luego de quemar los libros del yerbatero, ante la inminente amenaza de que Crespo nombrara a Telmo Romero como Rector de la Universidad Central de Venezuela.

Narra el historiador Elías Pino Iturrieta, miembro de número de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela, que Telmo Romero tenía la teoría de que el país marchaba tan mal porque sus pobladores tenían la costumbre de masturbarse en exceso, ante lo cual el Presidente ordenó publicar estas reflexiones en la prensa. Igualmente, el curandero pensaba que la locura provenía del recalentamiento de la cabeza, y por tal motivo abría un hueco en el cráneo a los considerados dementes y les introducía agua fría con una manguera.

Dice Pino Iturrieta que Telmo Romero se hizo imprescindible para Crespo a instancias de Misia Jacinta, que creía fielmente en los remedios de Telmo. Debido al gran poder que ella ejercía en su marido, el yerbatero llegó a tener cargos muy importantes. Por otra parte, como es sabido, Joaquín era hijo de otro curandero, lo cual le inclinaba a confiar ciegamente en el loco Romero.  

Otra fuente comenta que Telmo Romero apareció un buen día buscando la ayuda del Presidente en un asunto relacionado con el ganado, y de paso curó a una de las hijas que estaba muy grave. Le recetó sancocho de zamuro, manteca de raya y aguardiente de palo santo, lo cual hizo que la niña se recuperara milagrosamente, por lo que se convirtió en una persona imprescindible para los Crespo, e incluso fue condecorado con grandes honores en el año 1885.

Caño Amarillo

Aunque existen otras versiones acerca de este nombre, todo parece respaldar la teoría de que la zona fue bautizada como Caño Amarillo por el general Joaquín Crespo para conmemorar la Batalla de San Fernando de Apure, en la que sorprendieron al enemigo entrando por un caño así llamado. Fue Crespo quien compró todos los terrenos de la zona conocida como Caño Amarillo en Caracas. Los adquirió en el año 1884 y comenzó a edificar en ellos.

Estudios cartográficos del sitio, realizados por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela, testifican que en este lugar no existía ninguna construcción hasta el año de 1883, cuando se inauguró la Estación del Ferrocarril Caracas-La Guaira que fue la entrada principal a Caracas hasta que dejó de funcionar en 1951.  

A una cuadra de la actual estación del metro Caño Amarillo, existe todavía un bar muy viejo llamado La Estación. Anteriormente tuvo por nombre El Gardeliano, ya que en la plaza que está al frente cantó Carlos Gardel cuando llegó en tren procedente de La Guaira el 25 de abril de 1935. Este pequeño bar, donde acostumbran a reunirse músicos y artistas, tiene murales del famoso Gardel en sus paredes y mesas de madera que crean un ambiente bohemio y acogedor.



En Caño Amarillo se desborda el arte urbano, las fachadas de la casas son muy pintorescas, y existen tres construcciones consideradas como reliquias históricas, de las cuales sólo una se conserva en buen estado. Ellas son: Clínica de los Baños Hidroterápicos, Almacenadora Santa Inés-Aserradero El Túnel y Villa Santa Inés.

Clínica de los Baños Hidroterápicos

Al igual que el ferrocarril, en el año 1883 se inaugura un sitio de baños hidroterápicos en los alrededores de la estación. En 1902 el lugar es comprado por el Dr. Rafael Soucy, quien se asocia con su cuñado, el célebre cirujano Dr. Pablo Acosta Ortiz, y entre ambos amplían y convierten al local en una clínica donde se realizaban operaciones, además de fungir como casa de reposo manteniendo el atractivo de los baños medicinales.

Según documentos de la época, esta estructura llagó a tener tres niveles y contaba con 14 habitaciones, así como consultorios y áreas quirúrgicas. Cuando muere el Dr. Pablo Acosta Ortiz en el año 1914, la clínica se destina a centro asistencial de carácter público y toma su nombre, permaneciendo en servicio hasta el año 1939.

Posteriormente, al fallecer el Dr. Soucy, sus herederos venden la propiedad. Entonces ésta pasa a ser utilizada por una depositaria judicial, con apartamentos alquilados en el tercer nivel, hasta el año 1989 que durante el Caracazo la empresa es saqueada y luego incendiado el edificio, quedando el mismo totalmente en ruinas. El sitio donde estaban los baños hidroterápicos se convirtió en un autolavado.

Almacenadora Santa Inés y Aserradero El Túnel

Según consta en la documentación que detalla los bienes de Crespo al morir, la edificación donde estaban estas dos empresas le pertenecía. Pero posteriormente aparece vendida, quizás porque Misia Jacinta necesitaba dinero para enfrentar las deudas que heredó de su esposo. A partir de la fecha de su compra por parte de un señor llamado Jerónimo Martínez, la estructura adquiere un piso adicional y cambia su apariencia, para convertirse en un bonito hotel.

Este edificio estaba muy cerca de la clínica y la gente lo recuerda con el nombre de Hotel Los Baños, ya que comenzó a servir como alojamiento para las personas que venían a atenderse médicamente o a recibir terapias, así como para sus familiares. Es de suponer que también era buen negocio desde el punto de vista turístico, por las personas que iban o venían de La Guaira y querían pasar una noche en Caño Amarillo, quizás para visitar el bar El Gardeliano que era muy famoso.

Pero pasado el tiempo, en la medida que la casa de reposo se convirtió en un lugar de asistencia pública y los baños hidroterápicos comienzan a decaer, el hotel se transformó en una pensión o casa de vecindad, y dicen que además en prostíbulo. Por su cercanía con el edificio de la clínica, esta estructura también ardió en 1989 y posteriormente sus ruinas se volvieron guarida de indigentes. 



 
Villa Santa Inés

Esta fue la vivienda de Joaquín Crespo desde 1885 hasta que murió, y luego de su familia hasta 1907. Al parecer fue construida con la intención de que sirviera como casa de campo, porque simultáneamente, con la compra de estos terrenos en 1884, Joaquín también adquiere los de la hacienda donde se erigirá Miraflores. El nombre de la villa, así como el de la almacenadora, obviamente recuerda la memorable Batalla de Santa Inés.

Villa Santa Inés fue construida en dos etapas, lo que produce una mezcla ecléctica en muchos aspectos. La primera fase, que estuvo terminada en 1885, era de corte neoclásico. Posteriormente Crespo conoce a un arquitecto catalán cuando viaja a España en 1888 y le solicita que venga al país para terminar la edificación. Entonces ésta adquiere un notorio toque neobarroco, al estilo de las más lujosas villas europeas.



Esta casa es realmente suntuosa, tanto por su diseño y fachada como por su decoración interna, ya que pintados en sus paredes se pueden apreciar cuadros de los mejores artistas venezolanos tales como Martín Tovar y Tovar, Arturo Michelena y Antonio Herrera Toro, entre otros. En 1970 fue declarada Monumento Histórico Nacional y desde 1985 pasó a ser sede del Centro Nacional de Conservación y Patrimonio, que a partir de 1993 se llama Instituto del Patrimonio Nacional (IPN).

La villa tuvo que ser cuidadosamente restaurada, tanto por dentro como por fuera, ya que la estructura pasó por diferentes manos desde que Misia Jacinta la vendió a la Compañía del Gran Ferrocarril de Venezuela, lo cual la había deteriorado notoriamente. La edificación está rodeada por una extensa zona de jardines. Es de planta rectangular, tiene dos niveles más un sótano, y uno de sus principales atractivos es el patio interno con techo de forma elíptica, al que se llega luego de atravesar un porche circular.

Durante la segunda etapa de construcción también se comenzó a erigir un arco que conmemora la Independencia, al estilo del Arco de la Exposición Universal de Barcelona, pero únicamente se concluyeron los dos pilares y sus relieves en piedra simulando figuras y elementos vegetales. Igualmente, en esta fase también se agregaron elementos decorativos de gran vistosidad a la fachada de la casa, tales como materos, capiteles y llamativos mascarones.



Palacio de Miraflores

Hay diferentes opiniones respecto al nombre del Palacio de Gobierno. De todas ellas, la que parecería tener mayor sentido es la que alude al caserío Miraflores de Guacharacas donde nació Joaquín Crespo. Sin embargo, en un principio este sitio fue llamado Residencia La Trilla, por el nombre de la hacienda que fue comprada en 1884, la cual había pertenecido en tiempos de la Colonia al Conde de San Javier.

La construcción del palacio que “El Tigre de Santa Inés” pensaba iba a ser su vivienda familiar se demora bastante. Por una parte, debido al terreno irregular que hacía necesario un movimiento de tierra importante y, por la otra, porque Crespo estaba sumamente ocupado en todos los avatares de la política y sus revoluciones. Es a partir del año 1890 que se puede dedicar con más atención a su proyecto y en 1897 aparece por primera vez la Esquina de Miraflores en el mapa de la ciudad.

Crespo tenía enormes expectativas acerca de la construcción de esta residencia, que según su proyecto debía superar ampliamente el esplendor de Villa Santa Inés y servir para el embellecimiento de la ciudad. Miraflores se concibió con un estilo de palacio neobarroco francés, lo cual se transmite principalmente con su monumentalidad así como por la forma de sus ventanas y los detalles externos.



"El Tigre de Santa Inés" no escatimó recursos y contrató a los mejores pintores de la época, como Arturo Michelena y Martín Tovar y Tovar, para que decoraran las paredes del nuevo Palacio. Tampoco reparó en ningún gasto por suntuoso que fuera, y mandó a traer espejos franceses, mármoles italianos y rosetones españoles, lo cual implicó una gran cantidad de dinero ante lo cual tuvo que responder luego Misia Jacinta.

La alta deuda contraída obligó a la viuda a vender algunas propiedades y hasta alquilar el Palacio de Miraflores a Cipriano Castro, que por suerte estaba muy interesado luego del terremoto del año 1900. Posteriormente, en 1911, Misia Jacinta le vende Miraflores al gobierno, durante el mandato de JuanVicente Gómez, quien lo convierte en Residencia Presidencial oficial. Sin embargo, dicen que al “Benemérito” no le agradaba dormir en el Palacio. 

El Palacio de Miraflores posee planta cuadrada y muchos jardines al estilo italiano y francés. Los salones se ubican alrededor de un gran patio central con arcos soportados por columnas de reminiscencia entre neoclásico y mudéjar. Tiene dos niveles además de un sótano, y cuentan que hay muchísimos pasadizos secretos. Muchos de ellos mandados a construir por Misia Jacinta para resguardar a su esposo ante posibles ataques.

En la actualidad existen siete salones dedicados a personalidades o hechos históricos, además de la capilla y el Despacho Presidencial. Ellos son: Salón Néstor Kirchner, Salón de Los Embajadores, Salón Boyacá, Salón Pantano de Vargas, Salón Sol de Perú, Salón Ayacucho y Salón Simón Bolívar. Respecto al último, anteriormente se llamó Salón de los Espejos y luego, a instancias del presidente Hugo Chávez, le fue cambiado el nombre a Salón Joaquín Crespo para recordar al primer dueño de Miraflores. Sin embargo, Nicolás Maduro eliminó este honor y le puso Salón Simón Bolívar.



Nunca el “Tigre de Santa Inés” podría haber imaginado aquel comienzo del año 1898, cuando visitó Miraflores antes de irse a combatir en Cojedes, que iba a ser la última vez que sus ojos vieran su Palacio. Joaquín Crespo fue enterrado el 24 de abril de 1898 en su mausoleo familiar del Cementerio General del Sur, pero en el año 2013 sus huesos fueron robados por presuntos practicantes de la magia negra.

Cuentan en el llano que, cuando todo está en calma, suele aparecer un hermoso caballo blanco, con un jinete muy parecido a Crespo pero sin rostro, que se pierde galopando en la inmensidad de la sabana.

Referencias:

Arráiz Lucca, R. (2007). Venezuela: 1830 a nuestros días. Caracas, Venezuela: Editorial Alfa.

 

IAM Venezuela. (s. f.). Villa Santa Inés. https://iamvenezuela.com/2016/07/villa-santa-ines/

 

Landaeta Rosales, M. (1893). Biografía del Benemérito General Joaquín Crespo. Caracas, Venezuela: Imprenta Bolívar.

 

Troconis De Veracoechea, E. (1996). Indias, esclavas, mantuanas y primeras damas. Caracas, Venezuela: Alfadil /Trópicos.

 

Venezuela en Retrospectiva. (2018, 13 mayo). Jacinta Parejo de Crespo. https://venezuelaenretrospectiva.wordpress.com/2018/05/13/jacinta-parejo-de-crespo/

miércoles, 19 de mayo de 2021

El yerbatero Telmo Romero y los locos de Caracas

 

Asilo de Enajenados de Los Teques

En la historia de la psiquiatría del país existe un peculiar, y por cierto muy nefasto personaje, que dirigió el destino de una gran cantidad de internados en el Asilo de Enajenados de los Teques, la primera institución creada especialmente para atender a los dementes por Antonio Guzmán Blanco en el año 1876. 

Telmo aplicó terribles tratamientos para la supuesta cura de los locos, y quedó registrado en los anales de la historia que logró la recuperación de un grupo importante de ellos. Fue hombre de la total confianza del Presidente Joaquín Crespo; escribió un exitoso libro, ocupó cargos importantes, y casi llega ser Rector de la Universidad Central de Venezuela.
 

Qué es la locura 


No está muy claro de dónde proviene el término “loco” y existen varias teorías al respecto. Por un lado está la que afirma que su origen es “elocus”, cuyo significado en latín es somnoliento, insomne o lunático, ya que en la antigüedad se creía que la luna y los astros eran causas determinantes de la demencia. También se piensa que puede derivar del verbo latín “loqui”, que significa charlar en demasía, y de él nace “soliloquio” lo que equivale a “hablar solo”. 


En cualquiera de los dos casos, hasta finales del siglo XIX “locura” implicaba la transgresión de las normas sociales, así como mostrar conductas atípicas. Esto era interpretado como consecuencia de enajenación mental o pérdida de la razón,  no importando el tipo de trastorno mental que el individuo padeciera, puesto que los mismos no estaban clasificados, aunque médicos destacados hicieron importantes aportes al respecto incluso desde el siglo XI. 

Por otra parte, la palabra “manicomio” proviene del griego: mani = manía y comio = komion (lugar donde cuidan), por lo que este vocablo se traduciría como: lugar donde se encargan de los locos. Pero éste viene a ser un término de uso relativamente moderno, ya que es a partir del año 1700, en la época de la Ilustración, que se empieza a concebir la psiquiatría como una nueva disciplina en el campo de la medicina y se comienza a utilizar esta palabra para los sitios de reclusión. 

Pero durante muchos siglos siguieron predominando las ideas medievales acerca de que la locura correspondía a una posesión demoníaca, o en última instancia a un castigo divino por los pecados cometidos.  Los locos iban a parar a las cárceles, junto con los mendigos y los malhechores, aunque las clases pudientes construían habitaciones alejadas para el aislamiento de los enajenados, o los mandaban a los conventos donde eran encerrados en celdas. 

La locura en Venezuela


Durante la Colonia, en Venezuela los locos corrieron idéntica suerte en cuanto a su reclusión en cárceles o conventos, lo que se prolongó hasta ya muy avanzado el siglo XIX. Es en 1862 cuando por primera vez se legisla sobre la materia de la locura, con la emisión de un decreto de José Antonio Páez estableciendo que: “El demente no puede ser privado de su libertad personal, sino cuando se teme que se dañe a sí mismo, o cause peligro o incomodidad a otros. Ni encerrado, ni atado, sino momentáneamente, mediante autorización judicial para cualquiera de estas medidas.” 

Luego, en el año 1873, Antonio Guzmán Blanco saca otra regulación determinando que: “Cuando el loco hubiere ejecutado un hecho que equivalga a delito grave, el Tribunal decretará su reclusión en uno de los hospitales o establecimientos destinados a esta clase de enfermos, del cual no podrá salir sin previa autorización del mismo Tribunal”. 

En Caracas, el primer sitio para la estadía de los locos fue un área especial dentro de la Casa de Beneficencia, ubicada en la Plaza San Jacinto, en lo que anteriormente había sido el Convento de los Dominicos

Convento de San Jacinto en 1857


Posteriormente, en 1876, Guzmán Blanco inaugura el nefasto Asilo de Enajenados de Los Teques, al lado del cual las cárceles hubieran sido un paraíso, especialmente durante el período 1884-1886 en que Telmo Romero fue su Director, aunque muchos estaban convencidos de que Telmo era un sabio. El sitio se ubicaba justamente donde hoy se encuentra la Plaza Guaicaipuro de Los Teques, por lo que los restos de la casa quedaron sepultados debajo de la misma. 

Quién fue Telmo Romero 


Este personaje, que ni siquiera era médico, había nacido en San Antonio del Táchira en el año 1846. Fue comerciante en la frontera colombiana y, según decía, vivió mucho tiempo en La Guajira aprendiendo los secretos de los piaches wayúu. Escribió un libro de 200 páginas que lo hizo famoso, cuya publicación sufragó con su propio dinero y se agotó en poco tiempo. En dicha obra, titulada “El Bien General” (1883), se encontraban muchas recetas para quitar todos los males. Murió en 1887, casualmente de tuberculosis, una enfermedad que se jactaba de curar. 


Telmo Romero


Cuentan que su cercanía con el Presidente Joaquín Crespo se debía a que sanó a uno de sus 12 hijos, y también a que Crespo era hijo de un brujo del pequeño pueblo del estado Aragua donde nació. Lo cierto es que para 1883 ya Telmo Romero era Director del Hospital de Lázaros (leprosos) de Caracas, y luego, de forma simultánea, a partir de 1884, del Asilo de Enajenados de Los Teques. Salió de estos cargos cuando Antonio Guzmán Blanco se volvió a encargar de la Presidencia en 1886.

El famoso yerbatero de Los Teques hizo pingüe negocio con Crespo en la Presidencia. Se compró la “Farmacia La Indiana”, ubicada en la Esquina de Las Madrices; en su contrato de trabajo negoció una sustanciosa prima especial de dinero por cada loco que curara; y además se le concedía la exclusividad en la elaboración de todas las fórmulas medicinales que administrara a los pacientes. Por otra parte, tenía la total libertad para aplicar los procedimientos que considerara adecuados a los fines de que los locos “sanaran” rápidamente. 

Cuando Telmo llegó al Asilo se encontró con 81 internados, asegurando que en menos de un año tendría a por lo menos 20 curados. Lo cierto es que así parece haber sucedido, lo cual fue ratificado por profesores de la Universidad Central que fueron a constatarlo. En la tercera edición de su libro aparecen todos los recuperados retratados, y Telmo comenta sobre los casos, entre los que se encuentra uno que siempre estaba amarrado, e incluso con grillos y esposas mató a un compañero, así como otro maníaco que escuchaba voces amenazándolo de muerte.  

Esta sanación podría interpretarse como una falsa maniobra, aunque el testimonio del que era el guardián del asilo cuando llegó el nuevo Director, apoya la tesis de la curación. Lo cierto es que Telmo Romero seguía ganando fama y se comentaba que pronto llegaría a ser Rector de la Universidad o por lo menos Decano de la Facultad de Medicina. 

Por esta razón, los estudiantes se dedican a pedir de casa en casa que les donen los libros de Telmo y, el 10 de marzo de 1886, con motivo del centenario del nacimiento de José María Vargas, hacen una gran pira en la universidad y queman todos los textos. Además, no contentos con eso, se llegan hasta la Esquina de Las Madrices y destrozan la farmacia del yerbatero. 

El Asilo de Enajenados de Los Teques 


La casa donde estaba ubicado el asilo era bastante larga, aunque no muy ancha, con techo bajo de tejas. En su fachada tenía ventanas de balaústres y algunos tragaluces, y en la parte posterior había un pequeño jardín, bautizado como Plaza Crespo, al que salían los locos no violentos a tomar el sol. 

En aquella época ni siquiera existía el electroshok y los únicos tratamientos permitidos eran las mangueras de agua fría y caliente. Por otra parte, estaba expresamente prohibido poner grillos o esposas, aceptándose la camisa de fuerza como único recurso para inmovilizar, pero ésta no era la norma que seguía Telmo. 

Una investigación que se llevó a cabo poco tiempo después de la partida de Telmo, y que está publicada en un Boletín de la Academia Nacional de la Historia, puso al descubierto todas las barbaridades cometidas por este yerbatero.
 
Entre ellas: sacar los dientes a los pacientes sin anestesia cuando se alteraban, para inmovilizarlos con el dolor; aplicar hierros calientes en la piel; cortar el pelo a rape, abrir una herida en la cabeza y ponerlos a sangrar bajo el agua hasta dejarlos medio muertos; y clavar el cráneo con agujas de acero, porque había leído que éste era un remedio eficaz.

Los habitantes de las casas aledañas narraban que no podían dormir por los gritos de terror que salían del asilo durante toda la noche. Luego, cuando Telmo fue despedido, el lugar quedó en total abandono y los locos se escapaban muertos de hambre, mugrientos y casi desnudos, sembrando el pánico en todo el vecindario que, por una parte querían socorrer a los pobres desamparados, y por la otra sentían mucho temor de ser atacados.
 
Pero también hay otro Boletín de la Academia Nacional de la Historia que cuenta el testimonio de Miguel Wenceslao Castro, quien tenía cuatro años como guardián cuando llegó Telmo y habla de los pacientes que fueron recuperados; incluso dice que se comenzó a ver la mejoría al poco tiempo de llegar el yerbatero. 

Los pacientes curados por Telmo Romero 


Cabe pensar que es posible que ambas versiones sean ciertas: que sanaran los menos graves o más dóciles y que se hayan aplicado los terribles tratamientos a los más reticentes, o también que los locos se hayan curado para salir de aquel infierno. El señor Miguel Castro hace la siguiente descripción de los internos que se curaron:

  1. Cayetano Sagal: Padecía de furia con permanente insomnio.
  2. Pío Nono Álvarez: Era pacífico. Se creía inmensamente rico y dictaba leyes.
  3. José Ignacio Pérez: Maníaco furioso, oía voces que lo amenazaban.
  4. José de Jesús Laviera: Nunca hablaba, siempre estaba ensimismado y deseaba morir.
  5. Andrés Antonio Lovera: Enajenado sin furia, con la mirada extraviada y se negaba a comer.
  6. Ignacio Correa: Era pacífico pero enfurecía fácilmente y se paseaba continuamente.
  7. Agustín Vileda: Loco furioso, amenazaba a todo el que se le acercara. Estuvo con grillos.
  8. Manuel Castro: Vivía sumido en una profunda tristeza y no comía.
  9. J. C. Golis: Loco furioso, rompía todo y jamás dormía. Estuvo encadenado.
  10. Jesús M. Rachadell: Furioso, hablaba disparates y no podía ser contrariado. Estuvo esposado.
  11. Juan Alonzo: Demencia completa, comía gusanos y vivía desnudo.
  12. Visitación Reyes: Total delirio, manifestaba deseos de matar e intentó escaparse. Estuvo con grillos.
  13. Gerónimo Blanco: Tenía el sueño de hacer largos viajes con muchos soldados. Conversaba con el mar y con la luna.
  14. Clemente Rodríguez: Hablaba de religión y de política. Se paseaba por una línea que dibujó en el patio.
  15. Ignacio Antuna: Furia terrible, idea constante de hacer daño. Estando con grillos y esposas, logró coger un pedazo de tabla y mató a otro enajenado.
  16. Estanislao Rodríguez: Manifestaba deseos de matar y de robar. Su conversación versaba siempre sobre asesinatos. Estuvo muchos días con grillos y esposas.
  17. Manuel Santana: Se creía predicador, hablando siempre con gritos y vociferaciones. Nunca dormía e ignoraba su nombre. 
  18. Gregoria Linares: Pacífica pero jamás dormía y se negaba a comer.
  19. Isabel Seijas: Se creía santa y era insolente. 
  20. Paulina Cartay: Nadie se le podía acercar, porque pensaba que esto la deshonraba.  Aborrecía su familia. 

En el año 1890 se encargó temporalmente de la Presidencia de la República el Dr. Guillermo Tell Villegas Pulido y subió hasta Los Teques para supervisar el lugar, encontrando una escena dantesca. Narró que había muchos pacientes amarrados y engrillados, que la mayoría de las habitaciones tenía el suelo de tierra, y que la pestilencia, entre las necesidades que hacían los locos en todas partes y su falta de aseo, era insoportable. Además, todos estaban famélicos y harapientos. Inmediatamente tomó medidas para mejorar las condiciones y se dio a la tarea de buscar un sitio idóneo en Caracas para traerlos.

El Asilo de Enajenados de Caracas, el Manicomio y el Psiquiátrico 


Para el año 1892, Villegas Pulido ya ha conseguido acondicionar un sitio que le han cedido para instalar el Asilo de Enajenados de Caracas. Se trata del antiguo hospital militar, ubicado en la Planicie de Catia, cuya estructura ya no existe. Así que, el 17 de septiembre de ese año, contrata un tren exclusivo para que viajen todos los locos desde Los Teques hasta Caracas, junto a los enfermeros y un grupo de militares que garantizan la seguridad. Es de imaginar que ese paseo fue sumamente disfrutado por el grupo de 30 pacientes que, para la fecha, quedaban en el asilo. 

Las condiciones de vida de los internados mejoraron notoriamente desde ese año, aunque aún con bastantes carencias y limitaciones. El nuevo local tenía algunos problemas de agua, no había un drenaje adecuado de las cloacas y no contaba con un laboratorio. Por todas estas condiciones, y porque ya venían con muchos problemas, empezaron a padecer de sarna, paludismo, tifus y amebiasis. El hospital da un vuelco importante cuando José Francisco Torrealba –conocido como “el sabio Torrealba”- es nombrado Director en 1924.

Pasan los años, mientras se va construyendo la nueva sede en el sector de Lídice en La Pastora, el cual tomará el nombre de Manicomio por las instalaciones del hospital, que luego se llamará Hospital Municipal Psiquiátrico y finalmente Hospital Psiquiátrico de Caracas. Se mudan desde Catia, en 1938, a las modernas instalaciones diseñadas por los arquitectos Carlos Raúl Villanueva y Herman Blasser. En este nuevo local se profesionaliza la atención a los pacientes, y hasta tienen talleres para la terapia ocupacional, un grupo de teatro y un salón de belleza. 

Hospital Psiquiátrico de Caracas 


Mientras tanto, se han graduado médicos que serán decisivos para el desarrollo de la Psiquiatría en Venezuela, como por ejemplo el Dr. Francisco Herrara Luque, entre muchos otros. No aún como psiquiatras, puesto que la  cátedra se funda en el año de 1940, tomando como escuela de prácticas al Hospital Psiquiátrico de Caracas. Éste fue un centro de atención de avanzada, contando con hospitalización, consultas externas, emergencia, servicios de psicología, recuperación del alcoholismo y drogas, modernas cocinas, un gran comedor, amplios espacios para la recreación, capilla y un restaurante. 

Lamentablemente, las noticias de los últimos años no han sido muy buenas. El hospital se ha deteriorado considerablemente en todas sus instalaciones y servicios: falta el agua y frecuentemente de luz; clausura de los sanitarios; camas y colchones totalmente inservibles; una casi nula alimentación para los pacientes; y falta de sedantes que los obliga a volver a estar amarrados a una cama o encerrados en un pequeño cuarto tipo celda. 

Referencias:

ABC Internacional - Jorge Benezra. (2019, 3 agosto). El Psiquiátrico de Caracas aterra. https://www.abc.es/internacional/abci-psiquiatrico-caracas-aterra-201908030133_noticia.html

 Andara, C. (2015, 20 noviembre). Andanzas y aventuras del brujo, yerbatero y curandero Telmo Romero. https://issuu.com/mcandara/docs/banh_366. https://issuu.com/mcandara/docs/banh_366

De Oliveira, C. (s. f.). La historia de la psiquiatría en Venezuela. https://vitae.ucv.ve/pdfs/VITAE_2079.pdf. https://vitae.ucv.ve/pdfs/VITAE_2079.pdf

Fundación Arquitectura y Ciudad. (2018, 29 noviembre). 1938• HOSPITAL MUNICIPAL PSIQUIÁTRICO, LÍDICEhttps://fundaayc.wordpress.com/2018/11/29/1938%E2%80%A2-hospital-municipal-psiquiatrico-lidice/

Marietán, H. (2004, octubre). Historia de la psiquiatría. https://alcmeon.com.ar/11/44/08_marietan.htm#:~:text=J.,la%20paranoia%20y%20la%20depresi%C3%B3n



Lo conocido y lo secreto de Marcos Pérez Jiménez

Marcos Pérez Jiménez en 1952   Marcos Pérez Jiménez no escribió ninguna autobiografía, pero fueron muchas las entrevistas que concedió cuand...