Guerra Federal y Revolución de Abril
Joaquín
Crespo nació el 22 de agosto de 1841 en el caserío Miraflores de Guacharacas, ubicado en un pequeño pueblo del estado
Aragua conocido como San Francisco de Cara, el cual hoy se encuentra sepultado
por las aguas de la represa de Camatagua. Fueron sus padres la señora Aquilina
Torres y el señor Leandro Crespo, mejor conocido como Ño Leandro, muy famoso por sus “limpiezas” y por ser un prestigioso
curandero.
Ño Leandro
utilizaba principalmente una resina conocida como Tacamajaca, acerca de la cual se han descubierto recientemente increíbles
cualidades curativas por sus propiedades analgésicas y desinflamatorias, así
como para combatir la Fiebre Amarilla y la Disentería. De su padre heredó Joaquín algunos secretos,
que aplicó a lo largo de su vida.
Siendo Joaquín muy pequeño, la familia se traslada al estado Guárico y éste adquiere
una educación muy básica en la población de Paraparara, que dicen apenas
llegaba a saber leer y escribir. Un buen día, cuando apenas tenía 17 años, pasa
por su casa un teniente revolucionario y entonces el joven se enrola en el
ejército, al servicio de la Guerra Federal (1858-1863), cuyos principales
líderes eran Ezequiel Zamora y Juan Crisóstomo Falcón.
En
principio Joaquín se pone al servicio de comandantes de menor rango, pero años
más tarde su sobresaliente desempeño lo llevó al cargo de lugarteniente de
Guzmán Blanco, de quien se convirtió en mano derecha y hombre del más alto
nivel de confianza.
Uno
de los primeros jefes de Crespo fue José De Jesús González, apodado “El Agachado” por su fama de agazaparse
entre la maleza, e incluso a veces confundirse entre las piaras de cerdos. Y
este “Agachado” tenía amores con una
muchacha llamada Jacinta, de la que Joaquín estaba enamorado desde hacía algún tiempo.
Muchas
peleas ganaron los Federales, entre las que destaca la Batalla de Santa Inés, librada el 10 de diciembre de 1859 en la
población de este nombre del estado Barinas. Finalmente triunfa la Revolución
en 1863 con el Tratado de Coche. Su líder máximo, Juan Crisóstomo Falcón asume las riendas de la República como Presidente encargado hasta 1865 y
posteriormente como Presidente Constitucional para el período 1865-1868. Pero
es derrocado por Monagas y su Revolución Azul poco antes de concluir el mandato.
Posteriormente,
en el año 1870, se sucede otro movimiento insurreccional, esta vez comandado
por Antonio Guzmán Blanco y en el que Joaquín Crespo tuvo una participación decisiva.
Es especialmente famosa la Batalla de San
Fernando de Apure, donde se aplicó la táctica de penetrar a través de un
caño, llamado Caño Amarillo,
sorprendiendo de esta manera al enemigo. Posteriormente, Crespo es ascendido a
General en Jefe de los Ejércitos de Venezuela.
La
rebelión de Guzmán Blanco se conoce como Revolución de Abril. Mediante la misma tumba a los Monagas, para tomar el poder con
el cargo de Presidente provisional hasta 1873 y luego como Presidente
Constitucional hasta 1877. En esta etapa se modifica la Carta Magna y los
períodos de gobierno pasan a ser de dos años, una vez que finalizara el mandato
de Antonio Guzmán Blanco.
Jacinta y Joaquín
Jacinta
Parejo nació en Parapara el 16 de agosto de 1845. Fueron sus padres Juan Parejo
y María Josefa Parejo, integrantes de la misma familia de campesinos humildes
del estado Guárico que descendía de españoles. Jacinta fue novia del “Agachado”, quien muere acribillado en
una batalla en el año 1859, y posteriormente se casa con el general Saturnino
Silva en 1861. Pero queda viuda en 1863 ya que su esposo también fallece en la
guerra.
Para
1864, un año después de concluida la Guerra Federal, ya Joaquín Crespo era
General de Brigada de los Ejércitos de la República y comenzaba a ostentar
altos cargos de gobierno en el estado Guárico. Entonces se decide a pretender
en serio a Jacinta Parejo y se casan el 18 de septiembre en la iglesia Santa
Catalina de Siena de Parapara. Dicen que Jacinta fue el único gran amor en la
vida de Joaquín y que nunca conoció carnalmente a otra mujer que no fuera ella.
Jacinta
Parejo, mejor conocida como “Misia
Jacinta”, se convirtió en la compañera inseparable de Joaquín y fue la
primera mujer en la historia de los presidentes que tomó parte activa en la
política, participando en reuniones. Sus consejos tenían
gran peso a la hora de que Crespo tomaba decisiones importantes y las malas
lenguas comentaban que tenía dotes de hechicera y por eso dominaba a su marido.
A
Jacinta la describen como una atractiva morena de grandes ojos oscuros y
abundante cabello liso y negro. Poseedora de una fuerte personalidad, matrona
chapada a la antigua, muy hogareña, y fiel seguidora y defensora de los ideales
de su esposo. Aunque la mayoría de las fuentes hablan de que tuvo diez hijos
con Joaquín, al parecer fueron doce: Inés María, Joaquín Segundo, Tito, Pedro
Domingo, Ana Jacinta, Carlos Clemente, Estatio, Gonzalo Antonio, Santo Domingo,
Josefina, Columba y Aminta.
Otra
de las características resaltantes de Misia Jacinta era su forma de vestir
informal y despreocupadamente, aún en las etapas en que Crespo tuvo los más importantes
cargos políticos. Cuentan que usaba vestidos de zaraza y que así iba al mercado
con una cayena en la oreja. Era muy criticado por las altas damas de la
sociedad el hecho de que llevara alpargatas con medias. Este estilo,
considerado campuruso y no adecuado a su rango social, incluso provocó que Ana
Teresa Ibarra, la esposa de Antonio Guzmán Blanco, se le acercara para darle
algunos consejos no exentos de reproche.
Por
su parte, Joaquín Crespo era de figura atlética, con una estura de
aproximadamente 1,78 metros, piel blanca pero tostada por el sol, contextura
robusta y abundante cabellera. Cojeaba de una pierna debido un disparo que
recibió durante la guerra en 1860. En su rostro destacaban primordialmente los pómulos pronunciados y la nariz grande, así como unos bigotes poblados que se
unían a una barba larga y puntiaguda. Pero lo más llamativo de su cara eran sus
labios gruesos, con el de abajo más prominente, lo que le valió el mote de “El Bemba”.
En
cuanto a su personalidad, se dice que era austero y reservado, afectuoso, caballeroso,
muy fiel con sus amigos y condescendientes con sus enemigos. Por otra parte, no
bebía ni fumaba, comenzaba a trabajar a las 6 de la mañana y se iba a la cama
temprano. Igualmente, otras de sus características es que fue masón en Grado 33
y Gran Maestro de Oriente.
Historia de la vida política de Joaquín Crespo
Luego
de que Antonio Guzmán Blanco, conocido como “El Ilustre Americano”, concluyera
su período de gobierno comprendido entre los años 1870 y 1877 -llamado el Septenio-, fue presidente Francisco Linares Alcántara (1877-1878). Posteriormente regresa Guzmán Blanco con el
Quinquenio (1879-1884).
A
pesar de que la Constitución establecía que el lapso del mandato presidencial
era de dos años, a Guzmán Blanco le toca aplacar un alzamiento por parte de los
partidarios de Francisco Linares Alcántara, quienes protestaban por el control
que El Ilustre Americano pretendía
seguir ejerciendo desde Francia, y hasta derribaron varias estatuas alusivas al
guzmancismo. Linares Alcántara muere el 30 de noviembre de 1878 -algunos dicen que envenenado-, lo cual agita aún más a las masas.
Guzmán Blanco combate y logra aplacar este movimiento, conocido como Revolución Reivindicadora, por lo que posteriormente es nombrado Presidente Provisional, para luego ser
ratificado como Presidente Constitucional hasta 1884. A continuación es
elegido Joaquín Crespo para el lapso 1884-1886, y después “El Ilustre Americano” asume su tercer y último período de gobierno (1886-1888) pero sólo ejerce el poder
por un año y encarga a Hermógenes López (1887-1888) de la presidencia.
A
continuación son presidentes Juan Pablo Rojas Paúl (1888-1890) y Raimundo
Andueza Palacios (1890-1892). Este último hace que Joaquín Crespo vuelva a la
palestra militar y política, esta vez sin el apoyo de Guzmán Blanco, para
encabezar su propio movimiento llamado “Revolución
Legalista”. El levantamiento de Crespo obedece a que Andueza Palacios había
promulgado una Constitución que llevaba el período presidencial a cuatro años,
sin que la misma hubiera pasado por la aprobación del Congreso.
Pero
cuando Crespo toma el poder convoca a una Constituyente que elabora una nueva
Carta Magna, la cual es promulgada el 16 de junio de 1893 y contempla un mandato
presidencial de cuatros años, así como la votación directa y secreta. Por tal
razón, el “Tigre de Santa Inés” va a
gobernar hasta el año 1898, cuando impone a su candidato Ignacio Andrade, lo
cual le causa la muerte y además desemboca en la Revolución Restauradora de Cipriano Castro y con ella el comienzo
de 36 años de dictadura.
Aconteció
que en las elecciones del 1 de septiembre de 1897 se presentaron cinco candidatos,
siendo los principales el oficialista Ignacio Andrade, representando al Partido
Liberal Amarillo, y José Manuel Hernández, por el Partido Liberal Nacionalista.
Este último era más conocido por el apodo de “Mocho Hernández”, ya que le faltaban dos dedos de su mano derecha. A decir de algunos esto se debía a sus combates contra las fuerzas de Guzmán
Blanco y según otros a un accidente ejerciendo su profesión de carpintero.
El
resultado de los comicios dio como ganador -con el 99,2% de los votos - a
Ignacio Andrade, por lo que se cantó fraude y el Mocho Hernández se levantó en
armas con la conocida Revolución de
Queipa. Ignacio Andrade tomo posesión de su cargo en febrero de 1898, pero
los bandos del Mocho y de Crespo se enfrentaron, perdiendo la vida por un
disparo en el corazón el propio Joaquín Crespo, en una emboscada ocurrida en el
sitio de la Mata Carmelera (estado Cojedes) el 16 de abril del mismo año.
Los dos períodos presidenciales de Joaquín Crespo (1884-1886 y 1892-1898) estuvieron signados por una gran crisis mundial, que afectaron los precios del café y su producción. Adicionalmente, finalizando el año de 1884 sobrevino una gran plaga de langosta que arrasó gran parte de los cultivos, lo que ocasionó una importante subida en los precios de los alimentos y hambre en la población, con importantes consecuencias durante varios años.
Como elementos positivos, a Crespo se le reconoce la organización de las Fuerzas Armadas y una sustancial recuperación de las carreteras y los puentes, al igual que mejoras importantes en el ferrocarril, el telégrafo y el teléfono. Sin embargo, existió un marcado déficit fiscal y se le acusa de no ser muy escrupuloso en el manejo de los fondos públicos en su beneficio personal, quedando a la vista la cantidad de terrenos que adquirió.
El “Rasputín” de la familia Crespo
Uno
de los capítulos más famosos durante la primera presidencia de Joaquín Crespo
es lo relativo al yerbatero y curandero Telmo Romero, que se convirtió en
médico de cabecera de la familia presidencial y desde 1884 ocupó los cargos de
director del Lazareto de Caracas (cuidado de los leprosos) y del Asilo de Enajenados de Los Teques, donde aplicó tratamientos impresionantemente
macabros.
Adicionalmente,
se le concedió una patente exclusiva para la elaboración de sus originales
fórmulas, para lo cual Telmo adquirió la botica La Indiana en la Esquina de Madrices, que era muy frecuentada por
los todos los políticos del Partido Liberal. Este negocio fue apedreado por los
estudiantes en una manifestación, luego de quemar los libros del yerbatero, ante la inminente amenaza de que Crespo nombrara a Telmo Romero como Rector de
la Universidad Central de Venezuela.
Narra
el historiador Elías Pino Iturrieta, miembro de número de la Academia Nacional
de la Historia de Venezuela, que Telmo Romero tenía la teoría de que el país
marchaba tan mal porque sus pobladores tenían la costumbre de masturbarse en
exceso, ante lo cual el Presidente ordenó publicar estas reflexiones en la
prensa. Igualmente, el curandero pensaba que la locura provenía del
recalentamiento de la cabeza, y por tal motivo abría un hueco en el cráneo a
los considerados dementes y les introducía agua fría con una manguera.
Dice Pino Iturrieta que Telmo Romero se hizo imprescindible para Crespo a instancias de Misia Jacinta, que creía fielmente en los remedios de Telmo. Debido al gran poder que ella ejercía en su marido, el yerbatero llegó a tener cargos muy importantes. Por otra parte, como es sabido, Joaquín era hijo de otro curandero, lo cual le inclinaba a confiar ciegamente en el loco Romero.
Otra fuente comenta que Telmo Romero apareció un buen día buscando la ayuda del Presidente en un asunto relacionado con el ganado, y de paso curó a una de las hijas que estaba muy grave. Le recetó sancocho de zamuro, manteca de raya y aguardiente de palo santo, lo cual hizo que la niña se recuperara milagrosamente, por lo que se convirtió en una persona imprescindible para los Crespo, e incluso fue condecorado con grandes honores en el año 1885.
Caño Amarillo
Aunque
existen otras versiones acerca de este nombre, todo parece respaldar la teoría
de que la zona fue bautizada como Caño Amarillo por el general Joaquín Crespo para
conmemorar la Batalla de San Fernando de Apure, en la que sorprendieron al
enemigo entrando por un caño así llamado. Fue Crespo quien compró todos los terrenos de la zona conocida como Caño Amarillo en Caracas. Los adquirió en el año 1884 y comenzó a edificar en ellos.
Estudios
cartográficos del sitio, realizados por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo
de la Universidad Central de Venezuela, testifican que en este lugar no existía
ninguna construcción hasta el año de 1883, cuando se inauguró la Estación del
Ferrocarril Caracas-La Guaira que fue la entrada principal a Caracas hasta que
dejó de funcionar en 1951.
A
una cuadra de la actual estación del metro Caño Amarillo, existe todavía un bar
muy viejo llamado La Estación. Anteriormente
tuvo por nombre El Gardeliano, ya que
en la plaza que está al frente cantó Carlos Gardel cuando llegó en tren
procedente de La Guaira el 25 de abril de 1935. Este pequeño bar, donde acostumbran
a reunirse músicos y artistas, tiene murales del famoso Gardel en
sus paredes y mesas de madera que crean un ambiente bohemio y
acogedor.
En Caño Amarillo se desborda el arte urbano, las fachadas de la casas son muy
pintorescas, y existen tres construcciones consideradas como reliquias
históricas, de las cuales sólo una se conserva en buen estado. Ellas son: Clínica de los Baños
Hidroterápicos, Almacenadora Santa Inés-Aserradero El Túnel y Villa Santa
Inés.
Clínica de los Baños Hidroterápicos
Al
igual que el ferrocarril, en el año 1883 se inaugura un sitio de baños hidroterápicos
en los alrededores de la estación. En 1902 el lugar es comprado por el Dr.
Rafael Soucy, quien se asocia con su cuñado, el célebre cirujano Dr. Pablo
Acosta Ortiz, y entre ambos amplían y convierten al local en una clínica donde
se realizaban operaciones, además de fungir como casa de reposo manteniendo el
atractivo de los baños medicinales.
Según
documentos de la época, esta estructura llagó a tener tres niveles y contaba
con 14 habitaciones, así como consultorios y áreas quirúrgicas. Cuando muere el
Dr. Pablo Acosta Ortiz en el año 1914, la clínica se destina a centro asistencial
de carácter público y toma su nombre, permaneciendo en servicio hasta el año
1939.
Posteriormente,
al fallecer el Dr. Soucy, sus herederos venden la propiedad. Entonces ésta pasa a ser utilizada por una depositaria judicial,
con apartamentos alquilados en el tercer nivel, hasta el año 1989 que durante
el Caracazo la empresa es saqueada y luego incendiado el edificio, quedando el
mismo totalmente en ruinas. El sitio donde estaban los baños hidroterápicos se
convirtió en un autolavado.
Almacenadora Santa Inés y Aserradero El Túnel
Según
consta en la documentación que detalla los bienes de Crespo al morir, la edificación donde estaban estas dos empresas le pertenecía. Pero posteriormente
aparece vendida, quizás porque Misia Jacinta necesitaba dinero para enfrentar
las deudas que heredó de su esposo. A partir de la fecha de su compra por parte
de un señor llamado Jerónimo Martínez, la estructura adquiere un piso adicional
y cambia su apariencia, para convertirse en un bonito hotel.
Este
edificio estaba muy cerca de la clínica y la gente lo recuerda con el nombre de
Hotel Los Baños, ya que comenzó a
servir como alojamiento para las personas que venían a atenderse médicamente o
a recibir terapias, así como para sus familiares. Es de suponer que también era
buen negocio desde el punto de vista turístico, por las personas que iban o
venían de La Guaira y querían pasar una noche en Caño Amarillo, quizás para
visitar el bar El Gardeliano que era
muy famoso.
Pero pasado el tiempo, en la medida que la casa de reposo se convirtió en un lugar de asistencia pública y los baños hidroterápicos comienzan a decaer, el hotel se transformó en una pensión o casa de vecindad, y dicen que además en prostíbulo. Por su cercanía con el edificio de la clínica, esta estructura también ardió en 1989 y posteriormente sus ruinas se volvieron guarida de indigentes.
Esta
fue la vivienda de Joaquín Crespo desde 1885 hasta que murió, y luego de su
familia hasta 1907. Al parecer fue construida con la intención de que sirviera como
casa de campo, porque simultáneamente, con la compra de estos terrenos en 1884, Joaquín
también adquiere los de la hacienda donde se erigirá Miraflores. El nombre de
la villa, así como el de la almacenadora, obviamente recuerda la memorable Batalla
de Santa Inés.
Villa
Santa Inés fue construida en dos etapas, lo que produce una mezcla ecléctica en
muchos aspectos. La primera fase, que estuvo terminada en 1885, era
de corte neoclásico. Posteriormente Crespo conoce a un arquitecto catalán cuando
viaja a España en 1888 y le solicita que venga al país para terminar la
edificación. Entonces ésta adquiere un notorio toque neobarroco, al
estilo de las más lujosas villas europeas.
Esta
casa es realmente suntuosa, tanto por su diseño y fachada como por su
decoración interna, ya que pintados en sus paredes se pueden apreciar cuadros
de los mejores artistas venezolanos tales como Martín Tovar y Tovar, Arturo
Michelena y Antonio Herrera Toro, entre otros. En 1970 fue declarada Monumento
Histórico Nacional y desde 1985 pasó a ser sede del Centro Nacional de
Conservación y Patrimonio, que a partir de 1993 se llama Instituto del
Patrimonio Nacional (IPN).
La
villa tuvo que ser cuidadosamente restaurada, tanto por dentro como por fuera,
ya que la estructura pasó por diferentes manos desde que Misia Jacinta la
vendió a la Compañía del Gran Ferrocarril de Venezuela, lo cual la había deteriorado
notoriamente. La edificación está rodeada por una extensa zona de jardines.
Es de planta rectangular, tiene dos niveles más un sótano, y uno de sus principales atractivos es el patio interno con techo de forma elíptica, al que se llega
luego de atravesar un porche circular.
Durante
la segunda etapa de construcción también se comenzó a erigir un arco que
conmemora la Independencia, al estilo del Arco de la Exposición Universal de
Barcelona, pero únicamente se concluyeron los dos pilares y sus relieves en
piedra simulando figuras y elementos vegetales. Igualmente, en esta fase también
se agregaron elementos decorativos de gran vistosidad a la fachada de la casa,
tales como materos, capiteles y llamativos mascarones.
Palacio de Miraflores
Hay
diferentes opiniones respecto al nombre del Palacio de Gobierno. De todas
ellas, la que parecería tener mayor sentido es la que alude al caserío Miraflores de Guacharacas donde nació
Joaquín Crespo. Sin embargo, en un principio este sitio fue llamado Residencia La Trilla, por el nombre de
la hacienda que fue comprada en 1884, la cual había pertenecido en tiempos de
la Colonia al Conde de San Javier.
La
construcción del palacio que “El Tigre de Santa
Inés” pensaba iba a ser su vivienda familiar se demora bastante. Por una
parte, debido al terreno irregular que hacía necesario un movimiento de
tierra importante y, por la otra, porque Crespo estaba sumamente ocupado en
todos los avatares de la política y sus revoluciones. Es a partir
del año 1890 que se puede dedicar con más atención a su proyecto y en 1897 aparece
por primera vez la Esquina de Miraflores en el mapa de la ciudad.
Crespo
tenía enormes expectativas acerca de la construcción de esta residencia, que
según su proyecto debía superar ampliamente el esplendor de Villa Santa Inés y servir
para el embellecimiento de la ciudad. Miraflores se concibió con un
estilo de palacio neobarroco francés, lo cual se transmite principalmente con su
monumentalidad así como por la forma de sus ventanas y los detalles externos.
"El Tigre de Santa Inés" no escatimó recursos y contrató a los mejores pintores de la época, como Arturo
Michelena y Martín Tovar y Tovar, para que decoraran las paredes
del nuevo Palacio. Tampoco reparó en ningún gasto por suntuoso que fuera, y mandó a traer espejos
franceses, mármoles italianos y rosetones españoles, lo cual implicó una gran
cantidad de dinero ante lo cual tuvo que responder luego Misia Jacinta.
La
alta deuda contraída obligó a la viuda a vender algunas propiedades y hasta
alquilar el Palacio de Miraflores a Cipriano Castro, que por suerte estaba muy
interesado luego del terremoto del año 1900. Posteriormente, en 1911, Misia
Jacinta le vende Miraflores al gobierno, durante el mandato de JuanVicente Gómez, quien lo convierte en Residencia Presidencial oficial. Sin
embargo, dicen que al “Benemérito”
no le agradaba dormir en el Palacio.
El
Palacio de Miraflores posee planta cuadrada y muchos jardines al estilo italiano
y francés. Los salones se ubican alrededor de un gran patio central con arcos
soportados por columnas de reminiscencia entre neoclásico y mudéjar. Tiene dos
niveles además de un sótano, y cuentan que hay muchísimos pasadizos secretos. Muchos de ellos mandados a construir por Misia Jacinta para resguardar a su esposo ante
posibles ataques.
En
la actualidad existen siete salones dedicados a personalidades o hechos
históricos, además de la capilla y el Despacho Presidencial. Ellos son: Salón Néstor
Kirchner, Salón de Los Embajadores, Salón Boyacá, Salón Pantano de Vargas,
Salón Sol de Perú, Salón Ayacucho y Salón Simón Bolívar. Respecto al último, anteriormente
se llamó Salón de los Espejos y luego,
a instancias del presidente Hugo Chávez, le fue cambiado el nombre a Salón Joaquín Crespo para recordar al primer dueño de Miraflores. Sin embargo, Nicolás Maduro eliminó este honor y le
puso Salón Simón Bolívar.
Nunca el “Tigre de Santa Inés” podría haber imaginado aquel comienzo del año 1898, cuando visitó Miraflores antes de irse a combatir en Cojedes, que iba a ser la última vez que sus ojos vieran su Palacio. Joaquín Crespo fue enterrado el 24 de abril de 1898 en su mausoleo familiar del Cementerio General del Sur, pero en el año 2013 sus huesos fueron robados por presuntos practicantes de la magia negra.
Cuentan
en el llano que, cuando todo está en calma, suele aparecer un hermoso caballo
blanco, con un jinete muy parecido a Crespo pero sin rostro, que se pierde
galopando en la inmensidad de la sabana.
Referencias:
Arráiz Lucca,
R. (2007). Venezuela: 1830 a nuestros días. Caracas, Venezuela:
Editorial Alfa.
IAM
Venezuela. (s. f.). Villa Santa Inés. https://iamvenezuela.com/2016/07/villa-santa-ines/
Landaeta
Rosales, M. (1893). Biografía del Benemérito General Joaquín Crespo.
Caracas, Venezuela: Imprenta Bolívar.
Troconis
De Veracoechea, E. (1996). Indias, esclavas, mantuanas y primeras damas.
Caracas, Venezuela: Alfadil /Trópicos.
Venezuela
en Retrospectiva. (2018, 13 mayo). Jacinta Parejo de Crespo. https://venezuelaenretrospectiva.wordpress.com/2018/05/13/jacinta-parejo-de-crespo/